El pasado de Tauro

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Hola, soy Tauro o Tadeo.

Mi historia comienza en una sala de hospital, el día 21 de Abril, con una mujer llorando a cantaros al grito de: "Me arrepiento. Devuelvanme a mi hijo". Nunca la conocí, por más que halla sido ella quien me brindó la vida. No se de quien, herede un cabello negro y ojos mieles, grandes y llenos de pestañas. Una voz melodiosa cual guitarra acústica.

Semanas después de mi nacimiento me llevaron a una casa de niños. Era grande y lujosa, aunque no vivían muchos críos. La dueña de la casa era una mujer un tanto fría, de mirada penetrante y figura esvelta. Recibí una muy buena educación con ella, modales impecables y forma de hablar correcta. Aunque siempre en aquella casa era regañado por mi incansable apetito. Nunca fuí a la escuela, allá tenía todo lo necesario. No me llevaba bien con ningún integrante de la casa, podría llamarme a mi mismo antisocial o algo así como "muy maduro para estar con niños".

Siete años pasaron desde que vivía en esa casa y yo aún no sabía nada de mis verdaderos padres, creía que esa mujer era mi progenitora. Pero luego de la lectura de diversos libros educativos comprendí que ella no podía ser mi madre. Sus rasgos, color de cabello y ojos y promedio de altura no coinsidían con los míos. Un día se lo planteé.

Grave error.

Me explicó la verdad. Me explicó que mis padres me habían vendido a ella de una manera muy directa, siquiera lo suavizó. Desde entonces la odio a ella, a mi madre, mi padre y al resto de niños (estos últimos por ninguna razón aperente). Me centré más en ser un erudito antes de ser amistoso con quienes me rodean, y valla, que lo conseguí.

No muchas semanas después entró un chico nuevo a la casa. Tenía cabello negro con un flequillo recto que crecía solo de un lado que llegaba hasta la ceja. Lucía cansado, asustado y paranoico. Aunque también se veía como alguien sabeondo.

Creo que es hora de hacer el primer amigo.

Me presenté y el igual. Decía llamarse Esteban, un bonito nombre. Era alguien serio, aunque con un humor oscuro que me gustaba. Algunas veces decía cosas extrañas relacionadas con asesinatos. Estos nunca me asustaron, tampoco los famtasmas o los monstruos, ya me había insesibilizado. Era alguien realmente interesante, se notaba que esa mirada triste ocultaba algo. Los años pasaron, una amistad se formó entre el y yo, una realmente fuerte. Solo eramos el y yo.

Hasta que un día me avisaron que me hiría con otra familia. No lo podía creer, me habían vendido otea vez. Para ese entonces ya me sentía como un juguete de caridad, pasandose de mano en mano. Empaqué todo, con rabia en mis venas, una vez que había hecho un amigo me lo quitaban despiadadamente. Me despedí de Esteban, quien estaba preocupado en lugar de enojado. "No... no me dejes tú también" recuerdo que dijo, dejando saber que había sido abandonado como yo. Esas palabras me llenaban de curiosidad, curiosidad que creí nunca poder saciar.

Nuevamente, me mude a casa de ricos, solo que mis nuevos padres eran muy humildes para colmo. No se diferenciaba mucho de mi otra casa. La mujer de la pareja que me adoptó tenía cabello negro y ojos mieles, tal como los míos; mientras que el hombre tenía cabello negro y ojos verdes, resaltaban mucho.

Ambos lloraron al resibirme, y yo no entendía por qué. Me abrazaron, besaron y mimaron hasta que pregunté por qué es que eran tan cariñosos. Su respuesta fue shockeante. Eran mis padres biológicos. En su entonces no tenían suficiente dinero como para mantenerme, por lo que me dieron a una casa de niños hasta que tuvieran lo necesario, y valla que lo consiguieron. Pero... yo no sentía nada por aquella familia, nunca tuvimos ningún tipo de lazo.

Me mimaron mucho, y he de decir que sí, en poco tiempo se ganaron mi corazón y confianza.

Diez años viví allá, llegando a una edad de dieciocho, edad en la que los hijos tienden a dejar el nido. Busqué una casa en la cual poder hospedarme durante mis estudios. Y la gran oferta fue una en la que habían 12 vacantes para vivir. Algunas ya estaban ocupadas, asi que decidí ocupar otro puesto.

Una semana antes de mi partida una chica tocó a la puerta. Aparentaba ser muy alegre y energética, pero con ropas un tanto sucias. Pidió asilo en la casa y mi padre la aceptó con generosidad. Nos explicó que estaba divagando por las calles en busca de un hogar, y allí saltó la idea de las vacantes desocupadas. Se la ofrecí, y a ella se le iluminaron sus ojos verdes. Aceptó, claramente. Pasó la semana en casa y me dio la oportunidad de conocerla mejor y quedar maravillado con la buena persona que era. Se llamaba Ariana, era optimista, valiente pero fácil de enojar, con una historia interesante que no me cansaré de escuchar. Y poco a poco la montaña de nuestra amistad increbantable se formó, dejandonos como mejores amigos en menos de una semana. Ella era fácil de caer en confianza, pero a mi me costó más.

Finalmente, el día llegó. Nos despedimos de mis padres y nos fuimos. Durante el camino charlamos alegremente, como solíamos hacer. En la casa no había nadie, hasta que fueron llegando poco a poco todos. Y menuda fue la sorpresa al reconocer a un chico extremadamente cambiado de cuando era pequeño. Cabello negro, ojos violetas y misteriosa personalidad. Efectivamente, me había reencontrado con quien fue mi primer y mejor amigo.

Actualmente vivo aquí, con gente a la que realmente le tomé cariño y respeto.

Ojalá nunca cambie.

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Recién sacado del horno para ustedes :v

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