Capitulo 4

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-Bueno, esta es mi casa. –Lucke y yo entramos por la puerta principal de mi casa. No solía llevar a mis amigos a casa porque ellos preferían salir de fiesta o pasar el rato en la calle, bebiendo en algún parque.

-Vaya, es grande. Y muy bonita. –Dio una vista general y volvió a posar su vista en mí.

-El anime lo veremos en el salón, no quiero que estés incómodo en mi habitación.

-Oh. –Musitó mientras se colocaba las gafas en su sitio. –no importa. Vayamos a tu cuarto.

Si esas palabras me las hubiera dicho Paul seguramente llevarían doble sentido, pero Lucke se veía noble y se notaba que no se aprovecharía de mí.

-De acuerdo… ---Comencé a subir los escalones de la gran escalera para poder llegar a mi templo, también llamado mi habitación. No tardamos mucho ya que este se encontraba nada más subir las escaleras.  Miré el pomo y dudé en si abrirlo o no. --¿Seguro que no prefieres el salón? Hay más espacio y tamb…

-¿Qué ocultas, Lena? –Su tono era divertido, lo dijo de broma pero en realidad tenía razón.

Solo yo, y a excepción de mi madre, entrábamos en mi habitación. Como bien dije antes mis amigos no venían aquí, ni Marlene.  Tampoco es que me avergonzara pero la decoración era algo inusual en una chica como yo.

-Nada, nada… --Entonces abrí la puerta y entramos en silencio. Él entró antes y yo cerré la puerta tras de mí. Apoyando mi frente contra la puerta, esperé a que me expresara sus impresiones acerca del lugar.

-Dios, creo que nunca he visto habitación más chula que esta. ¡Es una pasada!  --¿Pasada? –No me lo puedo creer. –Dijo acercándose a una estantería donde se encontraban todos mis muñecos de acción, cogió la figurita de Capitán América y me la mostró incrédulo. –Tienes la edición de coleccionista de Capitán América, crearon 100 figuras y luego rompieron el molde por posibles copias.

-¿Y qué tiene eso de especial?

-Pues que sorprende y mucho ver esta figura en la habitación de una “chica popular”. –Hizo comillas con sus dedos y luego dejó el muñeco donde estaba.

-¿Sabes? Muchas veces tus comentarios ofenden.

Él me miró rápidamente y agachó su cabeza. –Cierto, lo siento. He sido un maleducado. Si quieres que me vaya lo entiendo.

Reí fuertemente, era tan bonachón… Encendí la televisión y me tumbé en la cama. –Ni digas tonterías, túmbate que va a empezar. –Di unas palmadas en la cama para que me hiciera caso. Lucke se ruborizó y casi temblando, se tumbó a mi lado. No pude evitar volver a reírme.

Una vez que la música de “Diabolik Lovers” empezó a sonar nadie dijo nada más. Y más le valía cerrar la boca, estaba extremadamente emocionada con este anime ya que estaba basado en un juego otome. Canté la cancioncilla del principio como pude. El japonés no era lo mío y no decía nada coherente. Lucke se volteó al escucharme cantar y sonrió de medio lado. Yo no me percaté de que me seguía mirando hasta después de que la canción parara.

-¿Qué? –Pregunté divertida.

-Cantas fatal.

-Puedo vivir con eso. –Y otra vez silencio, hasta que se acabara el capítulo.

[…]

-Vaya, eso ha estado genial. –Comentó Lucke alzando las cejas.

-Te lo dije, no hay nada mejor como un buen anime.

-Me gustaría quedarme más tiempo pero tengo que irme. –Se rascó su nuca y me miró por encima de su flequillo. ¿Cómo podía ser así de sexy?

-No te preocupes. Te acompaño abajo. –Él asintió y bajamos las escaleras en silencio. Una vez que llegamos a la entrada, la duda me mató y tuve que preguntar. --¿Te lo has pasado bien?

Se sorprendió ante mi pregunta. –Claro que sí, nunca pensé que en algún momento de tu vida me hablaras y mírame ahora, estoy en tu casa. Te he juzgado mal, mea culpa.

-Espero repetir lo de esta tarde, digo. Te ha gustado el anime y a la semana que viene estrenan otro así que… --Mejor me callaba ya porque me estaba poniendo nerviosa. ¿Se puede saber por qué?

-Claro que sí, Lena. ¿Hasta mañana?

-Obviamente, vamos al mismo instituto. ¿Por qué preguntas?

Negó con la cabeza y se volteó. –Nada, yo me entiendo. Adiós.

 -Adiós… --Susurré antes de cerrar la puerta. Sonreí como una tonta. ¿Qué me estaba haciendo este nerd?

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-Buenos días, mamá. –Le dije  a mi madre al paso que entré a la cocina. Ella me sonrió como siempre, sin decir nada continuando su café mañanero.

Fui a la despensa y miré qué podía coger para desayunar. Al final me decidí por un Donut ya que me moría de hambre. Lo puse en un plato y me senté en la mesa, justo en frente de mi madre. Iba a darle bocado pero la voz de mi madre me frenó.

-Ah, no no. –Me cogió el donut de entre mis manos y lo colocó en la nevera. –No puedes comer eso a no ser que quieras acabar como una vaca. –Me miró de pies a cabeza e hizo una mueca de disgusto. –Será mejor que no desayunes.

-Pero mamá, muero de hambre. Porque coma un donut cada mes no engordaré. –Ella negó con la cabeza sin ni siquiera mirarme y continuó con su lectura.

Irritada, bufé y salí de casa. ¿Por qué siempre tenía que controlar mi comida? Recuerdo que en mis cumpleaños nunca había tartas o dulces. Siempre eran cosas integrales y a veces ni eso. Todo por su ridículo miedo a engordar. Yo no es que estuviera gorda para tener que dejar de comer porque al paso que iba ya me veía en los huesos y con problemas alimenticios.

Cuando me quise dar cuenta ya me encontraba en las puertas del instituto. Busqué con mi vista a Marlene y la encontré abrazada a Paul de una manera muy seductora. Ella siempre supo que yo sentía algo por él, decía que lo respetaba y que ojalá saliéramos juntos pero siempre me la encontraba en la misma situación. Abrazada a él y susurrándole cosas al oído.

Hice como que no les había visto y pasé de largo. Pero ellos ya me habían visto y llamaron mi atención.

-¡Lena! Estamos aquí. –Escuché la voz chillona de M detrás de mí.

Me volteé con una sonrisa de lo más falsa y me acercé a la mesa donde estaban sentados.  –Hola chicos.

-Hola nena. –Me guiñó un ojo Paul sin dejar de soltar a Marlene, que ahora se encontraba sentada en sus rodillas. ¿No tenían vergüenza? Pasé de él.

-Espero que ayer no te enfadaras con nosotros, fue solo una broma. –Noté un deje de ironía en sus palabras. –Tuvo que ser asqueroso estar tanto tiempo encerrada con el friki ese.

La sangre me subió a las mejillas y tenía preparado lo que le iba a contestar, pero eso era lo que Marlene quería. Provocarme de alguna manera, pero no lo conseguiría.

-No me lo tienes que contar. Fue extremadamente asqueroso. Por favor, ¿le has visto? Quería morirme, fueron las casi 2 horas peores de mi vida, en serio.  –Sentí una punzada en el corazón. Eso no era lo que pensaba. Mis pensamientos eran todo lo contrario, repetiría la tarde anterior una y mil veces.

Mi amiga sonrió triunfante mirando detrás de mí. Sin entender nada me giré sobre mi eje y vi que Lucke estaba delante de nosotros, con ojos cristalizados y rostro rojo.

-No, Lucke, espera… --Pero él hizo oídos sordos y se fue casi corriendo. Me sentí como una mierda, y todo por culpa de mantener mi estúpida reputación.

Shhhhh... es un secreto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora