Capitulo 5

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Era sábado por la tarde, los dichosos exámenes ya se habían acabado y yo estaba ahí, tumbada en mi cama mirando hacia el techo pensando en todo y a la vez en nada. Todos los sábados iba a alguna fiesta acompañada de Marlene, nos lo pasábamos de miedo pero ese no era mi estilo. A veces me gustaría tener una amiga que le gustase quedarse en casa viendo alguna película y atiborrarse a palomitas y chocolate pero Marlene… Marlene y yo éramos de mundos diferentes y muchas veces me preguntaba como dos personas como nosotras acabáramos siendo amigas.

Mientras que intenté pasar el tiempo escuchando música, me percaté de que la pantalla del móvil se iluminó dejando ver el nombre de Marlene. Bueno…

-¿Diga? –Pregunté, dejando atrás el factor de obviedad.

-Ay Lena, no te hagas la tontita. Sabes que yo soy la única que te llama al teléfono. ¿Quién sino? –Soltó una de unas pequeñas puñaladas traperas junto con una risilla de pija. –Bueno, te llamo para decirte que hoy Paul nos ha invitado a una fiesta en su casa del embarcadero. Ve preparándote.

-Marlene… ¿y si este sábado pasamos de fiestas y nos vamos al cine? Ayer estrenaron la segunda parte de Los Juegos del Hambre y la gente dice que est-…

-¿Al cine? ¿¡Un sábado!? Estás completamente ida de la cabeza si crees que voy a dejar pasar la oportunidad de conocer algún chico guapo por tus estúpidos planes. –Me cortó, su tono era de indignación y no sabía su motivo. –Total, no te necesito. Tengo otras amiga, como decirlo, mejores que tú. Chao.

No me sorprendía su reacción para nada, cuando las cosas no salían como ella quería actuaba más prepotentemente de lo normal. ¿Qué prefiere irse a una fiesta y acostarse con un extraño que al día siguiente “”si te he visto no me acuerdo” que irse con su supuesta mejor amiga al cine? Bien por ella, pero lo que yo no iba a hacer era quedarme amargada en casa. No.

Me hice una coleta alta, dejé los pantalones deportivos y sudadera que llevaba anteriormente y me miré en el espejo. Siempre me maquillaba y me arreglaba, intentaba ir perfecta para no desentonar junto a Marlene, pero ahora que salgo sola… ¿a quién quiero sorprender? ´

Bajé las escaleras rápidamente, el tiempo estaba pasando y si no me daba prisa la película ya habría empezado.

-¿Dónde vas? –Escuché tras de mí la voz de mi madre, puse los ojos en blanco y cuando me giré, sonreí falsamente.

-Voy al cine. Llego tarde, adiós.

-No pretenderás comer palomitas ni beber ningún refresco…. ¿verdad? –Dijo amenazadoramente.

-No mamá, siempre agua. –Imité su tono de voz cada vez que me decía que comer cualquier clase de comida era malo para mi cuerpo.

-Una entrada para En llamas, por favor. –Sorprendentemente llegué a tiempo para la película.  Una vez que la taquillera me diera mi entrada y yo le contestara con un “gracias”, me dirigí hacia la sala que me habia tocado. Pasé al lado de la tienda de golosinas y rápidamente negué con la cabeza. Si mamá se esterara que había comido algo de chocolate… Mejor no arriesgarse.

No me costó encontrar la sala correspondiente a mi película ya que era la primera sala nada más entrar en el gran pasillo tintado de una tenue luz azul. La sala estaba prácticamente vacía a excepción de un grupo de chicos de alrededor de 13 años que estaban montando un escándalo con sus gritos y risas. Busqué mi fila y mi asiento a regañadientes. Fila 12 asiento 5.

-No me lo puedo creer…-- Oí susurrar delante de mí. Alcé mí vista del suelo y vi a Lucke, que bufó innumerables veces mientras miraba la pantalla que aun estaba en blanco.

-Hola a ti también, ¿eh? –Seguía enfadado, mierda.

-N-no vayas ahora d-de ofendida. No te pega. –Dijo sin mirarme a los ojos.

-Sé que no es una excusa pero ya sabes cómo es Marlene, tenía que darle la razón, no hay cosa que odie más. Intentar pisar a alguien y no conseguirlo. –Dudé en si decir o no lo que quería decirle pero al final me decidí por hacerlo, si total… -Fue todo lo contrario, repitiría esa tarde una y mil veces, me divertí y me pude sincerar de mis gustos altamente nerds. Lo siento, en serio.

Me miró, sonrió tímidamente y volvió su vista a la pantalla. Ya empezaba la película. –Estás perdonada. –Susurró cerca de mi oreja. Un escalofrío me caló completamente.

-Ni lo sueñes Lucke, no. –Me crucé de brazos en frente del fotomatón.

-¿Por qué no? Si siempre sales bien en todas las fotos, que más te da Lena.

-Salgo bien cuando estoy maquillada y arreglada, no como hoy que parezco una sin techo. ¡Mírame! –Él soltó una gran carcajada y me cogió del brazo obligándome a entrar dentro del fotomatón.

-Será rápido. Posa lo mejor que puedas porque yo soy un perfecto Dios griego. –Bromeó y se volvió a colocar las gafas en su sitio. Era bastante dulce.

El flas comenzó a hacer de las suyas y en la última foto, mi cuerpo y mi subconsciente me traicionaron y besé la mejilla de Lucke  justo en el momento exacto para que la cámara captara ese momento.

Shhhhh... es un secreto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora