(Chanyeol) Drabble XII - El ciego y el cachorro del lobo

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El ciego y el cachorro del lobo

"Las malas tendencias ya son mostradas desde la infancia."


Chanyeol no lo podía evitar.

Desde niño el sentía una atracción por el fuego. Las llamas de la chimenea de su casa de la infancia le llamaba la atención en el duro invierno de la ciudad y Chanyeol simplemente no podía evitar arrojar sus juguetes dentro de la misma para ver al material – normalmente de plástico – retorcerse en vuelto de fuego. Además de eso, los estallidos provocados eran como música para los oídos del pequeño.

Chanyeol creció y con el pasar del tiempo su gusto por el fuego se tornó casi una obsesión. Su familia tenía mucho poder económico en la ciudad en la que vivían y tener un hijo problemático no estaba en sus planes. Chanyeol fue obligado a consultar con más psiquiatras de lo que él recuerda, pero no existía ningún tratamiento específico para ese trastorno y nada parecía resolver su pequeño problema de fascinación excesiva por el fuego.

A los dieciséis años, Chanyeol fue mandado a Seúl por sus padres para que el no arruinase la vida social de la familia en la pequeña, pero rica, ciudad en que vivían. Chanyeol fue obligado a estudiar en un colegio respetado y rigoroso, donde debía permanecer por casi ocho horas diarias antes de poder salir por las calles hasta llegar al pequeño cuarto que había alquilado cerca de una Universidad local.

Su diversión se resumía a quemar pequeños objetos en el terreno baldío cerca de donde vivía y verlos reducirse a ceniza mientras el fuego los consumía. A Chanyeol le gustaba ese estilo de vida, tranquilo, simple y lejos de sus padres controlándolo. El dinero que su familia le mandaba todo los meses, una mesada gorda demasiado en su opinión, era dejada en el banco, mientras el joven conseguía su propio sustento en empleo de verano o pasantías de medio tiempo.

Chanyeol comenzó a trabajar fijo en un bar cerca de su casa cuando cumplió los dieciocho años. Él ya había terminado la secundaria y no pretendía hacer la facultad, porque nada le interesaba que no fuese el fuego latente y la braza caliente quemando cualquier cosa frente a sus ojos.

Chanyeol era un enfermo, sí. Pero no pretendía curarse de su obsesión.

No había cura.

¿Cómo sería la sensación de quemar algo más grande? ¿Algo vivo?

"Soy Chanyeol, un placer." El joven se presentó a un nuevo cliente, que él jamás había visto pisar el bar.

"Suho." El otro respondió con una sonrisa bonita.

"Buen nombre." Chanyeol dijo abriendo una gran sonrisa. Claro, Suho probablemente no era el nombre verdadero de aquel chico, probablemente era solo un apodo que usaba por algún motivo, sea por cuestión de esconder su identidad o solo, tal vez, por sentir vergüenza del nombre dado sus padres.

Chanyeol rió bajo con la idea y pensó que, con el tiempo – si Suho quisiese – acabaría revelando su nombre verdadero.

Claro, Chanyeol no tenía como saber que Suho se volvería su amigo en solo unas semanas, que ellos hablarían todas las noches después que Suho saliese de sus clases en la facultad localizada allí cerca del bar, y que ellos debatirían desde los asuntos más banales hasta los más serios, como el pequeño problema con el fuego de Chanyeol.

Al chico alto le parecía interesante como las cosas ocurrían en su vida. Por culpa de un trastorno que él consideraba más un pasatiempo que un problema, él acabaría mudándose a Seúl, así conociendo un nuevo amigo.

La obsesión de Chanyeol, que comenzó en la infancia, era vista por las otras personas como pura tendencia a practicar el mal, pero Suho la veía como una oportunidad de canalizar su obsesión en algo que pudiese proporcionarle algo bueno.

Aunque fuese a través de alguna maldad.

Al final, los fines justifican los medios ¿no?

Lo que precede del Caos [traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora