[17] Simplemente él.

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CAPÍTULO DIECISIETE

«SIMPLEMENTE ÉL»

Estaba demasiado tranquila en el sofá, cubierta con una manta mirando por milésima vez Loca por las compras. La verdad es que apenas le estaba prestando atención, ya que hacía rato estaba entretenida en Whatsapp, hablando con mi mejor amiga.

Habían pasado dos, tres... Quizás cuatro días luego de lo ocurrido con respecto a Jason. Después de esa dramática noche, apenas lo veía, él faltaba a la escuela y yo me acostaba temprano, ni siquiera lo oía llegar a casa a la madrugada, y como de costumbre, rara vez estaba en la tarde.

Debo decir que Jay me había sacado de un gran apuro. Apenas quería estar con el amigo de Craig. Sí, lo sabía, Stephanie se había comportado como una perra, ¿quién diablos deja a su amiga sola? Y más con un chico que está borracho y es un completo idiota.

Pero, sin dudas, eso no había sido lo peor. Había metido la pata, eso era más importante. Era tan estúpida como para hablar en voz alta y hacer que Jason se entere que yo conozco a su abogado. Pero, al menos, si yo le debía una explicación, él me debía miles.

16:48 Steph: Miralooo, es tan tierno
16:49 Steph: Imagen enviada.

Leí con atención los mensajes que me llegaban de Stephanie, que me había pasado un screenshot sobre su conversación con Craig. Últimamente me guardaba mis opiniones sobre el tipo, no me caía para nada bien. A fin de cuentas, era Craig. Un estúpido mujeriego.

Las personas no cambiaban, de eso estaba segura. Si alguien deja de ser algo, es porque en realidad tanto no lo fue. La esencia es la esencia. Punto final.

Escuché la puerta principal y luego, se abrió y se cerró de un portazo. Sin dudas era Jason, porque papá y Jack trabajaban. Me hice la idiota, poniéndome rápidamente los auriculares, simulando indiferencia.

Era tan tonta. Me los quité, diablos.

-I'm sorry officer, is there a certain age you're supposed to be? Cause nobody told me -su voz gruesa canturreaba por la cocina, obviamente no se había dado cuenta que yo estaba en el living. Tenía ganas de largar una risotada, pero me contuve al oír su cercanía.

-Oh, estás aquí.

Por supuesto que estaba aquí.

-Mmh, sí, supongo.

Mi cuerpo entró en calor cuando se acercaba a mí, a punto de sentarse a mi lado en el sofá. Se sentó, y apagué mi celular casi por instinto. Cuando su aroma llegó a mis fosas nasales, me sentí agradecida de poseer el sentido del olfato. Jesús.

Me miró unos segundos y luego volvió su atención a la película, que estaba terminando. Pero sus ojos estaban perdidos, como si estuviera pensando profundamente.

-¿Donde estabas? -le dije, bajito, como si tuviera miedo que se enoje o me mire mal. El calor en mi vientre no se iba, tenía muchas ganas de tocarlo, de sentir su piel bajo mis dedos.

-Resolviendo unos problemas -me contestó, despacio. Luego, suspiró.

-¿Es que acaso no me contarás nunca nada? -solté. Tenía una rodilla en alto, y Jason, que se encontraba cerca (nuestros hombros estaban a unos cinco centímetros), puso sus dedos en mi rodilla-. Tú puedes saberlo todo de mí, pero yo no de ti.

-Lo siento -murmuró-. Pero las cosas son así. Yo sólo no puedo...

-¿Qué es lo que no puedes, Jason? Dilo, joder, sólo dilo. Me pones furiosa. ¿Sabes qué? Vete al diablo.

Propositum©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora