Torcedura

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Cuando llegamos a la segunda planta, salió sin más. Ni siquiera se fijó con quién subía en un ascensor. ¿Será lerdo? Bueno, siempre lo fue.
Pensé en decirle algo pero seguramente no se acordaría de mí, así que cada quien fue por su camino. Cuando volví a casa, pensé en lo sucedido hoy. De hecho, no paraba de pensar en ello. Moví las cajas de mis cosas a mi habitación y me preparé la cena para luego ir a ver la televisión. Pero por más que me entretuviera, no paraba de pensar en él. No me imaginaba que iba a ser mucho más guapo en persona.
Me empecé a sonrojar.
¡No, Layla! ¡Tú tienes un novio muy guapo con trabajo, coche y te ama!
Suspiré pensando en Alan y eso me calmó un poco. Apagué la televisión ya que no había nada interesante, y me fui a dormir. Estaba segura que mañana iba a ser un gran día.

Me equivoqué.

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