Nalu, acepto tus angeles y tus demonios

Epilogo

POV NORMAL

Lluvia fina caía sobre las calles de la ciudad, algunos de los habitantes sacaban las sombrillas de sus mochilas para resguardarse del agua, otros simplemente ignoraban la lluvia y seguían con su camino. Un joven de alborotados cabellos caminaba despreocupadamente dejando que la ligera llovizna mojara su ropa. Escuchaba música con los audífonos puestos mientras se dejaba guiar por su piloto automático interno, había recorrido incontables veces el mismo camino, no necesitaba ver hacia donde iba para saber que llegaría a su destino.

Ahí estaba de nuevo, esa sensación de vacío, esa sensación de saber que estaba incompleto. Quizá algún día encontraría a aquella persona que completaría su corazón, estaba cansado de pasar los años vagando para encontrar a alguien que no conocía, que no recordaba, que ni siquiera sabía si existía.

Esperaba por el día que acabara su sufrimiento.

Levantó ligeramente la manga de su chaqueta para ver el reloj en su muñeca, tenía mucho tiempo por lo que podía caminar tan relajadamente como quisiera, después de todo salía con muchísima anticipación de su departamento solo para no tener que coger ningún autobús o algún taxi, ya que esto solo le ocasionaría molestias, pero que gracias al tiempo de sobra que tenía podría hacer un pequeño desvió, quizá a la biblioteca.

No le gustaba leer, realmente aborrecía los libros, aun así la biblioteca de la ciudad era de los pocos lugares en donde se sentía tranquilo y en paz con él mismo. Pero no. Hoy no tenía ánimos de ir a la biblioteca, ¿Quizá solo dar un paseo por las calles de la ciudad? Tampoco, no le gustaba estar a la deriva, le gustaba saber a dónde podía llegar, quería tener en claro cuál era el destino al que iba a llegar. Entonces podría ir al museo, tampoco le gustaban las antigüedades que allí se exhibían después de todo no era un gran fan de las cosas del pasado, pero el edificio en si era lo que más le gustaba.

Tomó la decisión y frenó en seco para dar la vuelta y caminar en dirección contraria, tenía poco más de una hora para llegar al museo, recorrerlo unos momentos y luego retomar el camino hacia su universidad para tomar la primera clase del día, había tiempo de sobra. Giró en la siguiente esquina y pudo ver no muy lejos de su posición el imponente edificio. Según sabia ese viejo y rustico lugar había sido destruido y reconstruido varias veces debido a las guerras hace cientos de años, ahora era el museo de historia de la ciudad.

Avanzó rápidamente por las pocas calles que le quedaban para llegar a su destino y se detuvo cuando finalmente estuvo frente a las grandes puertas, una sensación cálida lo recorrió, por supuesto que era lo que siempre experimentaba al llegar ahí, pero hace mucho que se había acostumbrado a la inquietante sensación.

Sentía que pertenecía a ese lugar, que algo lo llamaba al interior, nunca entendió que era, después de todo la historia y él no combinaba, por algo ahora estudiaba ingeniería, porque así no tenía que ver nada que ver con el pasado, por alguna razón, sentía que su pasado debía ser olvidado a medida que lo vivía, razón por la que jamás pensó después de hacer algo.

Ahora, en frente de aquel lugar, como siempre sentía que debía entrar rápidamente y no salir jamás, avanzó lentamente y como hacia cada vez que venía de visita, se detuvo para ver las figuras talladas en el marco de madera de la gran puerta. El dragón rojo y la estrella dorada no parecían querer desaparecer con el tiempo, no se veían indicios de que llevaran siglos estampados en ese lugar, para cualquiera que los viera, parecía que apenas hace un par de días las figuras habían sido hechas.

Quiso pasar su mano por las hermosas figuras, pero como siempre algo le impedía hacerlo, retiró la mano antes de hacer contacto y finalmente decidió entrar. Su pecho se llenó de aire fresco cuando por fin estuvo adentro, sus energías estaban renovadas y eso era lo que más le gustaba al venir a este lugar.