04 de agosto

271 33 13
                                    

     Me desperté a las 10am, anoche me acosté tarde chateando con mis primos por Facebook, hablando tonterías; Hoy no tenía clases así que después de lavarme y desayunar, me acosté a ver películas, ¡Que vacaciones las mías!

—Oriana ven a comer. —Era mi mama, pero, ¿el almuerzo estaba listo? No era normal en mi casa almorzar a las 12pm.

    Después de almorzar y lavar los platos.

—Hija necesito que vayas a buscar a casa de tu abuela unas cosas. —Dijo mi mama, ya tenía lógica el hecho de que el almuerzo estuviera listo temprano.

—Mama por amor a Dios, ¿usted está viendo cómo está el sol de fuerte? Capaz salgo y me derrito. —Fruncí el ceño.

—Serás hielo. Alístate y anda, ¡Por favor! No quiero discutir.

No me quedaba de otra, me alista y me dirigí a la parada a tomar el bus. ¡Dios mío, que pereza! Mi abuela y nosotras vivamos polo a polo, súper lejos y pensar que tenía que tomar dos buses para poder llegar y el sol que le dio por estar más playero que nunca.

     Tome el primer bus, y este llevaba música a romper mis tímpanos y aparte el chico que tenía sentado a mi lado iba cantando esa música: "Si te gusta reggaetón dale", y la peor parte es que no se la sabia, solo repetía: "Si te gusta reggaetón dale", o sea por favor, yo llevaba 15 minutos en el bus y ya me la sabia. Llegue a mi primera parada donde tomaría el siguiente bus que iría directo a casa de mi abuela, este bus no llevaba la música tan alta pero llevaba una ranchera de esas corta venas, iban varias personas mayores e iban susurrando aquella canción: "Anoche estuve conversando con mi cigarrillo" y así pues, el chófer del bus repitió esa canción unas 3 veces, admito que me la sabia; pero la culpable es mi mama desde que era pequeña la colocaba en casa y pues me la aprendí, era inevitable.

30 minutos después llegue a casa de mi abuela.

—Hija, Dios te cuide. ¿Cómo estás? —Era mi abuelita, la más hermosa de todas.

—Amen abuela, Bien ¿Y usted?

—En bendición hija, en bendición. —Respondió mi abuela alegre.

—Me alegro abuelita.

—En la mesa de la cocina están las cosas para tu mama, ve a buscarlas.

Fui por esas "cosas", quise ver lo que era pero estaba muy bien empaquetado.

—Listo abuela.

—Bueno, váyase rápido para que no ande tan tarde por allí. —Dijo mi abuela.

     Nos despedimos y devuelta a mi trajín de buses. Afortunadamente estaba un bus detenido en la parada cerca de la casa de mi abuela y alcancé a subirme, este bus iba en un completo silencio, las personas que iban ni hablaban, pero me gustaba, pues así podía viajar en mi mente sin perturbación alguna. Llegue a mi segunda parada para tomar el bus directo a mi casa, estuve como por 20 minutos y ningún bus pasaba, y ya eran las 5 de la tarde. Se hicieron las 6 y gracias a Dios llego un bus que cargo con todos las personas que teníamos una hora allí, hicimos fila, yo estaba de primera, pero le cedí el paso a una señora mayor que se encontraba tras mío para luego subir yo. Esperen, ¿Qué ven mis ojos? ¿Es el chico nuevamente? ¡Imposible! No puedo creerlo y me vio, levanto su mano y me hizo seña para que me sentará con él; Me dirigí a sentarme con él, pero la señora a la cual le había cedido mi lugar en la fila se sentó, el chico me vio y sonrió, entonces me toco sentarme en el asiento de al lado .

—Inclinando su cabeza al frente para poder verme dijo— ¿Vienes de la universidad?

     Gire mi rostro para contestarle. —No, estaba en casa de mi abuela. ¿Y tú, estabas en la universidad?

—El sonrió— ¡Su sonrisa es hermosa! Dentadura perfecta. —Sí, recién salgo. Por cierto, ¿alcanzaste entregar tu avance de tesis?

—Sí, gracias a Dios. ¿Y cómo te fue en tu parcial? —Pregunte.

—Salí bien, no necesite suerte. Tuve éxito. —Dijo al sonreír.

— ¿Ustedes son novios? — En ese momento la señora que estaba sentada con el pregunto.

     Los dos nos vimos inmediatamente, y tanto el como yo nos sonrojamos.

—No, no para nada. —Dije algo nerviosa y apenada mientras bajaba la cabeza para no mostrar mi sonrojes.

— ¿De verdad? Pero harían muy linda pareja y me imagino que sus hijos serian hermosísimos. —Con una tierna sonrisa e ingenuidad lo dijo aquella señora.

Yo solo me reía discretamente, al mismo tiempo que me sentía fuera de lugar.

— ¿Si? ¿Usted cree señora? —Pregunto pícaramente.

—Sí, no me queda duda. Y mire que tengo una larga vida recorrida y yo tengo un ojo clínico para estas cosas.

—Su diagnóstico es totalmente acertado. —Bromeo el mientras me lanzo una mirada con sonrisa tierna incluida.

—Es más, ven mi niña siéntese aquí y deme ese asiento a mí. —Dijo la señora, mientras se levantaba.

El chico y yo nos miramos sonriendo, ¿¡Era real aquella escena!?

—Niña que está esperando, levántese y cédame ese asiento. —Agrego la señora mientras me tomaba del brazo para que me levantara.

Me senté al lado del chico, pero él me cedió el lugar de al lado de la ventana.

—Sonriendo pícaramente y dirigiéndose a la señora dijo. — ¡Gracias abuela!

—Tranquilo niño, ya continúen hablando. —Volteando su rostro de nosotros concluyendo aquella ancianita.

    Yo me encontraba con mariposas drogadas en mi estómago, hacia muchísimo tiempo, 3 años para ser exactos, que no me sentía así; Estaba mega nerviosa.

— ¿Y tú, que prefieres? ¿Hermanos o novios? —Pregunto coquetamente el culpable de que tuviera mariposas drogadas en mi estómago.

—Sin entender, respondí con su misma pregunta. — ¿Hermanos o novios?

—La primera vez que hablamos tu mama dijo que pasábamos como hermanos y esta vez la señora dijo que parecíamos novios, ¿Qué dices tú?—Dijo enarcando una de sus cejas y con una sonrisa algo intimidante.

     Ya mis mariposas en el estómago no estaban drogadas, tenían epilepsia; ¡OMG! Eso fue, ¿Una insinuación? Que mala era en ese momento para descifrar las palabras de ese niño, mi sentido analítico estaba totalmente torpe.

— ¿Tengo que responder eso? ¿Y si te pregunto lo mismo?

—Mejor nos reservamos nuestras respuestas. —Dijo, al mismo tiempo que volteo su rostro de mí y me pregunto — ¿Crees en la predestinación?

—Te puedo decir que no creo para nada en las casualidades; Últimamente mi creencia en el destino se ha afirmado. —Respondí mientras miraba por la ventana.

—Nuestros encuentros se han hecho algo frecuente. ¿No crees? —Volvió con otra pregunta.

—Sí, así parece ser. —Sonreí.

—Esta es mi parada. ¡Hasta pronto!

—Ya había bajado del bus cuando le devolvía su. — ¡Hasta pronto!

Si, Y una vez más olvide preguntar su nombre.

Gracias por leer♥ ... Espero sus comentarios, me gustaría saber sus opiniones.

El chico del bus®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora