Struckers

20 1 0
                                    


En un castillo perdido en las montañas de Prusia...

Los filos de las espadas entrechocaban componiendo una metálica sinfonía tan solo apreciada por aquellos que llevaban la guerra en la sangre. 

El centro del patio se había convertido en una improvisada arena, donde tres agotados espadachines seguían tratando de rozar a un atlético joven de perfectos rasgos que parecía no estar protagonizando un duelo contra tres oponentes. Apenas habían logrado que un par de mechones de su dorada y repeinada cabellera se movieran de su sitio.

A una distancia prudencial, en medio de cuidados rosales y demás plantas y flores más exóticas, se encontraba una joven en una tumbona. Protegiendo con un parasolsu piel de porcelana de algunos rayos de sol que lograban traspasar el mar de nubes. Alternaba la relectura de El Arte de la Guerra de Sun Tzu entre fugaces vistazos al duelo y sorbos de té. 

En apenas tres movimientos, el espadachín rubio logró desarmar a sus agotados oponentes (uno incluso se dejó caer de espaldas).

-Vaya... ¿Y se supone que sois los mejores espadachines de Europa? ¿Estáis seguros de que esas medallas de las que tanto os jactáis no tendrán chocolate en su interior? -el joven no les dejó asimilar aquella mofa- Ya podéis largaros. En cuanto volváis a vuestros hogares podréis comprobar que se os ha hecho el ingreso a vuestras cuentas. Si no os sirve de consuelo y buscáis la revancha, volveos a poner en contacto con Andreas Von Strucker.

Aunque muchas palabras se agolpaban en sus bocas dispuestas a increpar a ese niño rico. Tuvieron que tragárselas, ayudar a caminar al inglés que seguía tumbado y prepararse para volver con la vergüenza de la derrota cargando en sus hombros.

Andreas se dirigió al lugar donde se hallaba la joven bajo la sombrilla, quien dejó el libro en la mesita que estaba a su vera y recogió una botella deportiva que le entregó al campeón. 

-¿Qué te ha parecido, hermanita? -preguntó tras dar un trago a su bebida isotónica- No han servido ni para calentar.

-Me parece que sigues siendo todo un fanfarrón. Alargas la batalla al extremo y sé que esos últimos movimientos eran para tratar de impresionarme.

-¿Y lo he logrado?

Andreas se había inclinado. Acercando su rostro al de su hermana gemela. Sus labios estaban a punto de rozarse, pero ninguno de los dos parecía querer impedir esa censurable unión.

-¡Amos!

-Más vale que sea importante -se encaró Andreas al fatigado criado.

-No se lo van a creer... Pero el Barón... Ha vuelto.


Habían accedido al gran salón mediante uno de los pasadizos secretos dispuestos por todo el castillo. Se ocultaban tras una de las columnas y examinaron al individuo que se encontraba admirando un tapiz que inmortalizaba la victoria del primer Von Strucker en nombre de HYDRA. 

Era cierto que el aspecto y porte eran idénticos al de Wolfgang Von Strucker. Y lucía bastante bien el clásico uniforme con el cráneo tentacular distintivo de la organización (Wolfgang tuvo que cambiarlo por el de SHIELD cuando comenzó su misión de infiltración). Pero no podían estar seguros de que aquella persona era en realidad su padre. Sobre todo tras la última noticia que recibieron.

Tras susurrar a su hermana que permaneciese oculta (y acariciar con ternura su mejilla derecha), Andreas salió de su escondrijo y se dirigió al hombre que se dio la vuelta cuando escuchó el ruido que hizo la espada al deslizarse por el suelo de piedra. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 14, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

UCM EXTENDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora