Nuevos Desafios

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Susan no podía creer lo que escuchaba. Caspian estaba comprometido, iba a casarse con otra, sintió que su corazón se oprimía en su pecho. Nunca antes se había sentido así, ni siquiera en los días que estuvo alejada de él. A pesar de esto logró articular:

-Mu...mucho gusto- congelo su sonrisa tratando de aparentar.

-¿Ya tienes donde quedarte durante tu estancia en Narnia?- preguntó Lilliandil

-No, sinceramente no- decidió no comentar nada sobre su estancia permanente ahí.

-Entonces puedes quedarte aquí, eres bienvenida todo el tiempo que desees ¿cierto Caspian?- preguntó buscando la aprobación de aquella invitación que había realizado.

-Sí.- dijo con simpleza aún en estado de shock. Sacudió levemente su cabeza y agregó.- Tengo que retirarme, Trumpkin te mostrara la habitación que ocuparas.- recogió los pergaminos del piso y sin decir más se fue. Lilliandil lució muy sorprendida por su actitud, pero no sospecho que hubiera algo raro. Regresó su atención a Susan y le comentó:

-Espero que te sientas cómoda. Yo en realidad tengo pocos días aquí y no conozco mucho, pero si necesitas algo, avísame- Susan solo pudo asentir ante tal amabilidad y siguió a Trumpkin por el camino que este le indico.

-Su Majestad ¿se encuentra bien?- le pregunto preocupado Trumpkin al notar el largo silencio de la reina.

Susan no le respondió, ya que no quería quebrarse frente a él y siguieron caminando sin mencionar otra palabra. Cuando finalmente llegaron a la habitación, le agradeció a Trumpkin por su atención y le pidió que la dejara sola por un momento. En cuanto ella cerró la puerta, se sentó en la cama y sin poder controlarlo más comenzó a llorar, necesitaba sacar todo el dolor que la agobiaba. Trumpkin al escuchar los llantos desde el otro lado de la puerta, no pudo evitar sentirse mal por la reina, se sintió un tanto impotente por el hecho de no poder ayudarla.

Mientras tanto, Caspian se dirigió a su biblioteca personal para poder pensar un poco, se sentía bastante desconcertado por lo que acabada de suceder, volver a ver a Susan después de todos estos años le estaba removiendo sentimientos que consideraba ya muertos desde hace un tiempo. Aún podía recordar estar completamente destrozado cuando ella tuvo que irse de Narnia para jamás regresar y tuvo que obligarse a sí mismo a enterrar lo que sentía para simplemente poder seguir viviendo, pero las cosas nunca volvieron a ser iguales para él. La pequeña esperanza que le quedaba de volverla a ver, se desvaneció por completo cuando solamente llegaron Edmund y Lucy a su barco hace algunos meses.

Al conocer a Liliandil y ser cautivado por su belleza y bondad, llegó a pensar que ella podría ser la chica que finalmente le ayudaría a cerrar por completo las heridas que Susan había dejado en su corazón.

Pero ahora todo era distinto, ella había regresado, no sabía por cuánto tiempo o con qué motivo y aunque quisiera abrazarla con todo el cariño que aún sentía por ella, ahora él era un hombre comprometido, un hombre que estaba a punto de casarse con la hija de una estrella.

En ese momento deseo que el Doctor Cornelius estuviera ahí para ayudarlo.

-¿Reina Susan?- Liliandil tocó la puerta de su habitación donde había estado toda la tarde. Antes de abrir la puerta, Susan hizo su mayor esfuerzo para quitar los rastros de tristeza en su cara ya no quería que nadie la viera vulnerable, era algo que no podía permitir. Cuando finalmente abrió la puerta y estuvo frente aquella mujer que estaba comprometida con el hombre a quien amaba, se sorprendió por el hecho de no poder sentir ningún tipo de rencor hacia ella, era una persona que emanaba pura paz y amabilidad.

-¿Nos acompañarías a cenar esta noche?- ella realmente quería convivir y conocer un poco más a la hermana de aquellos generosos reyes que había conocido hace poco.

Volviendo a TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora