-Mamá ¿Qué pasa?
-Nada hijita-dijo la mujer que estaba llorando.
-¿Por qué lloras?-le volvió a preguntar la niñita que casi no tenìa dientes.
-Por nada.
-¿Es por papá?
-No, mi niña querida.
-¿Es porque mi tía aún no llega?
-Ya, ya ve a dormir.-
-Ten-le pasó a su lindo panda de peluche-te ayudará a no llorar.
-Gracias, ahora ve y duerme.
Desperté, era la primera vez que me acordaba de eso, nunca supe por qué mamá lloraba, era el día en el que le conté que el fuego me llamaba, que lo manejaba a mi voluntad.
Miré el reloj 2:00 AM, era temprano, inclusive para mí, aunque traté de volver a dormir, no pude, por lo tanto me levanté.
Me di una ducha larga, tenìa tiempo de sobra, cogí unos vaqueros ajustados, mi polera con la torre de Francia, mis zapatillas negras y claro no podía faltar mi capucha.
Cruce el pasillo y me preparé una taza de café, la tomé y luego fui a mi cuarto y eché unos cuantos cuadernos y libros a la mochila.
Volví a mirar la hora 3:45 AM, mis clases comenzaban a las 6:30 ¿Qué carajo iba a hacer en tanto tiempo?
Luego de mirar la hora, hace unos 40 minutos estaba tirada en la cama observando las mariposas de papel que colgué ahí de pequeña, todavía recuerdo un poco por qué lo hice.
-Mamá, hoy nos hablaron de las mariposas-le dije a mi madre apenas me fue a buscar al colegio.
-Enserio ¿y que les han dicho?-se notaba en su cara el cansancio de las horas de trabajo.
-Que traen suerte y son de varios colores-le dije alegre, creyendo que le compartiría mi alegría.
-Pues quizás sí ¿Quién sabe?
-Mamá ¿tú crees en la suerte?-en esos momentos no sabía la mala suerte que tenìa mi madre como para decirle eso.
-No sé, quizás.
-¿Y en la magia?-llegamos a la casa.
-¿Sabes en que creo?-me preguntó cuando entramos.
-¿En qué?-le dije emocionada.
-En el destino querida.
Luego mi madre me dejo sola y se me ocurrió una idea, quería tener suerte en la vida e hice unas mariposas de papel, me quedaron muy lindas como para mi edad y las colgué en mi pieza, prometí nunca quitarlas y nunca rompo una promesa.
En esos momentos yo era apenas una chica que estaba por cumplir sus seis años, era alegre y curiosa, todo me interesaba, pero al ver a mi madre triste yo trataba de transmitirle alegría, nunca lo he logrado
Volví a mirar la hora, eran las 4:05 AM, quedaba tanto tiempo, cogí un libro que he estado leyendo y busco la página.
Recorrí el bosque huyendo, algo me seguía, no dejaba de seguirme, escuchaba sus pasos y los míos, veía todo borroso, estaba cansada.
—No podrás escapar—me gritó desde atrás, yo sólo traté de aumentar la velocidad, pero no lo conseguí, sólo conseguí gastar aún más mi energía, no podía más, me desmaye.
Desperté con la luz del sol en mi cara, miré alrededor, estaba todo oscuro se distinguían unos fierros oxidados en el techo, de ellos caían gotas de agua, en una silla se encontraba alguien leyendo una revista...
Cerré el libro de golpe al escuchar mi nombre.
—¿Qué haces ya levantada Juliane?—volvió a preguntar mi madre.
—No podía dormir—le respondí.
—Y lo único que se ocurrió fue leer ¿cierto?
—Aciertas.
—Hija son las 5:40
—Creo que no me di cuenta—era verdad, cuando me concentro en algo no sé qué hora es.
—Bien, aún te queda tiempo ¿tomaste desayuno?—ahora estábamos caminando por el pasillo hacia el comedor.
—Ya tomé desayuno, pero gracias.
—Conociéndote ya te quieres ir—dijo sentándose en una silla y apuntando a mi mochila.
—Pues...—hice una pausa a propósito—sí.
—Bien, cuídate—dijo abriendo la puerta, yo solo me levanté y salí de la casa.
Iba a cruzar la calle y escucho la voz de mi madre.
—Juliane—gritaba.
—¿Qué pasa Ma?—le dije cuando llegó a mí.
_Ten, es un dije, para que no te olvides de mí—me pasó una cajita pequeña, dentro tenìa una cadena de plata con una J de oro colgando.
—Mamá ¿de oro?—sabía cuánto le hubiera costado eso, plata ya un poco menos pero ¿oro?
—Sí, nunca te olvides de mí.
—Mamá nunca lo haré, ni que me fuera de la casa—no entendía el porque me decía eso, y tampoco por qué lloraba.
—Ya es hora, ellos creen que estás lista para irte.
—¿Para irme? ¿Ellos?—estaba confundida.
—Acompáñame—me tomó del brazo y la seguí.
Llegamos a ese lugar solitario de la plaza.
—Aquí esta—le dijo ella a la nada.
—¿Mamá estas bien?—me asusté al ver que aparecía un tornado dejando a la vista un hombre con ¿bata? O era un ¿vestido?
—Hola—dijo en cuanto el tornado personal se fue.
—¿Mamá que pasa?—ella estaba llorando.
—Ella...—empezó a decir el hombre—¿ella es?—mi madre asintió.
—¿Qué ocurre mamá? ¿Quién es él? ¿Por qué me busca?—el hombre me miró con compasión, no quiero su compasión, quiero respuestas.
—Lo sabrás en cuanto llegues Juliane, nunca te olvides de mí—en ese momento apareció otro tornado y me envolvió, ¿Qué pasaba?, me desmallé.

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Juliane.
Novela JuvenilLa vida de Juliane darà un vuelco total al conocer su verdad, eso implicarà mucho màs que un cambio de familia y casa. #Juliane #Hades #mitologìagriega