...vas a dejar de jugar.

388 25 0
                                    

No por miedo a errar, vas a dejar de jugar.

- Mamá... Sam rompió tu pared - dijo Gabriela en dirección a Fiona que estaba entrando a la cafetería.

La Guitarra había caído ,dejando ver a la vista perfecta de todos, la hermosa frase que me hizo recordar el valor que había perdido cuando mi padre murió.

Esa simple frase me hizo recordar de qué no estaba sola y que podía ser más fuerte que cualquier otra persona.

Esa frase me hizo recordar a mi padre. Hombre fuerte, valiente, seguro y leal. Más leal que cualquier otra persona en el mundo.

Esa simple frase me liberó por completo.

- No por miedo a errar, vas a dejar de jugar - susurre de nuevo la frase.

Era más que obvio lo que debía hacer con ella.

- Bien. Lo descontaré de tu paga, Sam - dijo al ver la pared rota.

Se dirigió a la caja registradora y ni más ni menos tomo dinero de ahí.

- Ahora. Escuchen todos. Me haré otra liposucción - dijo ella - Sam tienes que lavar el auto y podar el jardín hoy - y volteo hacia la puerta.

Desperté de mi hipnotización.

- No lo haré - dije sin vacilar.

Ella se detuvo y volteo hacia mi.

- ¿Qué dijiste?

- Lo que oíste, Fiona. No lo haré. Renunció. Si. Renunció al trabajo, renunció a tu familia y... Me mudaré - dije, enfrentando a Fiona frente a todos el la cafetería.

En ese momento todo había sido silencio total. Y toda la atención se centraba en nosotras.

- Ah. ¿En serio? ¿Y donde vas a quedarte? - preguntó Fiona.

- Conmigo - dijo Ronda de pronto, pasando su mano sobre mi hombro izquierdo.

Vi a Fiona, su expresión era sorpresiva.

— Si das un paso más te despido — amenazó Fiona.

— todo este tiempo que te he aguantado y soportado ha sido por esa niña y ahora que se ha librado de ti no hay ningún motivo por el cual no deba golpearte. — dijo Ronda y comenzó quitarse los aretes.

Fiona se asustó.

— No, en la cara no — y se escondió tras Gabriela y Briana — es más bonita que la de ellas.

— ¡¡Mamá!! — chillaron al unísono las chicas.

Ronda avanzó un paso.

— Ronda dejarlo, no vale la pena. — dije para evitar cualquier percance.

— Yo renunció también — dijo Bonnie.

De pronto la puerta de la cocina se abrió.

— Yo también me voy. Ronda, Bonnie, esperenme iré con ustedes. — dijo Marcus, lanzando su espátula.

Luego, en menos de cinco minutos, la gente se levantó y comenzó a salir, dejando a Fiona y sus hijas en la cafetería.

Volví a la casa de Fiona a recoger ropa y las cosas necesarias. Pronto volvería por lo demás.

Estando  en la casa de Fiona recordé lo sucedido anteriormente.

— ¿Sabes? Es bueno saber que no tendrá más opresión de parte de ellas. — dijo Ronda.

— La verdad si. Pero, Fiona si creyó que Ibas a golpearla. — dije sonriendo.

— Bueno iba a hacer más que eso. Nadie puede dañarte Sam, sólo tu puedes lastimarte, no deben aprovecharse de ti.

Tenía razón, nadie, ni siquiera Austin

Recordé el juego de hoy.

— Ronda. Debo hacer algo hoy. No me esperes ¿si? — ella asintió y se fue a otra habitación.

Salí y condiciones a la secundaria.

Caminé por los pasillos desiertos y llegué a los vestidores de los chicos.

Frente a la puerta no dude en entrar y no hice.

Busqué a Austin, pero en cada casillero que encontraba veía sólo a chicos semidesnudos y molestones.

Vi a Austin a lo lejos y caminé hacia él.

— ¡Sam! — dijo asombrado y se levantó de su asiento. — Sam escucha...

— No tú escucha. Eres la persona más egoísta que he conocido.  Yo fui sincera contigo, nunca te mentí y fue a mi a quien todos lastimaron.

— Sam yo...

— Y ahora comprendo que nadie puede dañarme o aprovecharse de mi, ni siquiera tú , pues creo en mi misma.
Ya no soy la Sam tímida y apartada que todos conocían, a la que a todos le daba lástima. Y aunque no tenga una familia, ni trabajo, ni dinero para la Universidad eres tú el que me da lástima ahora.

— Pero Sam...

— Y yo ya no puedo seguir esperándote, porque esperarte es como esperar que llueva en esta triste y decepcionante sequía.

Salí, escuchando a mis espaldas como Austin me llamaba.

Cuando salí me sentí liberada.

Vi a lo lejos una silueta en la oscuridad.
Era cárter y me acerqué a él

—¿Carter? ¿Que haces aquí?

— Ronda me llamó, dijo que tal ves necesitarías a un amigo. — y me abrazó.

— Si. Hay que ir a ver el partido — dije.

— ¿te quedarás?

— Si, o quien crees que te explicará el juego.

— Buen punto.

— Hey, te ves bien. ¿ que personajes interpretas ahora?

— A nadie, soy mismo.

— uhmm. Ese personaje me gusta más.

Y caminamos al campo.

Una Cenicienta ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora