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Nueva york era lo máximo. Tenía tantos recuerdos buenos de ese lugar que simplemente quería volver a revivirlos una y otra vez. En mis épocas de soltería me la pasaba allí, iba siempre iba al mismo hotel y ordenaba una habitación por tiempo indefinido que solamente usaba por las noches o cuando necesitaba darme una ducha. Sabía que a la esquina de ese hotel se encontraba mi bar favorito de toda Nueva York, sabía que a un par de cuadras estaba el mejor restaurante y sabía que me podía quedar allí todo lo que deseara porque no tenía ningún maldito apuro por volver a mi hogar en Los Ángeles. Y también sabía que no tenía la necesidad de compartir la cama del hotel con alguien más a menos que quisiera.

Pero esa noche todo era completamente diferente, no tenía ganas de ir a ningún estúpido bar o restaurante, y mucho menos de compartir mi cama con otra persona que no fuera mi hija, pero ella no se encontraba conmigo lo que hacía todo más simple: no quería dormir con nadie.

Mark y Josh se quedaron charlando en el lobby con la gente del hotel tratando de llegar a algún acuerdo sobre las habitaciones, Bradley salió en busca de su novia y yo simplemente tomé el ascensor que me llevaba a la habitación que me habían asignado. Me vi reflejada en el espejo del elevador y acomodé un poco mi desordenado cabello. Era un asco, realmente estaba horrible a causa del viaje, cualquiera que dedicara unos segundos a mirarme podía notarlo.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, tomé la tarjeta que abría la puerta de mi habitación y la deslicé allí, escuchando el ruido característico cuando finalmente logró abrirse. Y era una suite hermosa, con un gran ventanal que daba a la ciudad más maravillosa de Estados Unidos. Todo era de color blanco o crema, nada desentonaba con nada; tenía un pequeño sofá y una hermosa televisión, dos mesitas de luz color crema y una decoración fantástica. Todo era perfecto, todo a excepción de que tenía una sola cama matrimonial.

Miré la cama de reojo, como si ella tuviera la culpa de todo, y me limité a tirarme sobre ella, cerrando los ojos y pensando en mi hija, en qué estaría haciendo. Le mandé un texto a Chris, otro a Brandon y uno ultimo a mi mejor amiga.

"Tengo que compartir cama y habitación con Josh y me siento como Amy Adams en año bisiesto, ayuda"

E Inmediatamente obtuve su respuesta

"Vimos esa película juntas miles de veces ya sabes que ellos terminan juntos ;) cuídense... en todos los sentidos"

Negué con la cabeza y tiré mi teléfono sobre la cama. Me paré y caminé desganadamente hacia mis cosas, que el conserje se había encargado de subir, buscando mi camisón y el resto de mis cosas necesarias para darme una ducha. Y eso hice, lavé mi cabello con agua tibia y eliminé por completo el terrible dolor de cabeza que sentía. Enjaboné cada parte de mi cuerpo y desee que alguien lo hiciera por mí...

—¿Jen? —Escuché a lo lejos

Cerré los ojos y sonreí, acariciando mis suaves piernas hacia arriba y hacia abajo una y otra vez.

—Entra—dije y cuando escuché la puerta abrirse reaccioné a lo que estaba haciendo—¡No, no entres por favor!

—¿Estás bien? —Preguntó Josh, con su mano aferrándose a la puerta pero sin abrirla del todo—Solo quería saber eso

—Sí, solo...—Me pasé las manos por mi cabeza—Solo me estoy dando un baño, salgo en un minuto

No dijo nada, solamente lo escuché cerrar la puerta e irse y me sentí aliviada. Me enjuagué rápidamente y salí de la bañera, vistiéndome y cepillando un poco mi cabello, dejándolo suelto y sonriendo al ver lo largo que estaba.

—¿Y? —Pregunté cuando salí del baño—¿Llegaron a algún acuerdo?

Dejé la ropa sobre mi valija y cuando me di la vuelta vi como los ojos de Josh no se despegaban de mi cuerpo ni un segundo. Tal vez ese camisón blanco era demasiado...

Inesperado -JoshiferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora