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—Te extraño mami

Escuché que me decían del otro lado del teléfono e hice todo lo posible para no caer en llanto. Que mi hija me dijera que me extrañaba no me hacía sentir de la mejor manera, porque podría estar con ella en ese momento si quisiera, si nunca hubiese vuelto a la actuación. Mi gran problema, o al menos uno de los tantos que tenía, era que necesitaba actuar pero no quería incluir a Bianca en el mayor desastre de mi vida que se llamaba Hollywood, un lugar donde la gente inventaba cientos de cosas sobre mí día a día. Realmente no quería hacerla parte de eso.

—Yo también amor, yo también...—respondí, acercándome al vidrio empañado del restaurante y posando mi mano allí—Pero mañana vuelvo a casa y vamos a pasar el resto del año juntas sin separarnos ¿te parece?

Sabía que eso era imposible pero era lo que quería. Pensaba traerla conmigo en mis viajes de trabajo pero sin exponerla a las cámaras, tal vez eso sería lo mejor para ambas.

—Sí—dijo con su vocecita tan aguda pero que me causaba tanto placer escuchar— tengo que colgar, te amo

—Yo te amo mucho más cielo, nos vemos mañana sin falta. Saludos a papi

Finalicé la llamada y a través del vidrio miré a la gente pasar. Gente que caminaba con sus parejas, sus hijos, sus amigos. Sonreí al ver a dos adolescentes besarse y pensé que hacían una hermosa pareja. Ella, quien me llamó la atención por su hermoso cabello rojizo, superaba a él por unos centímetros pero eso no era un impedimento a la hora de besarse, yo lo sabía muy bien. No debían tener más de 18 años y a pesar de que eran hermosos juntos había muy pocas probabilidades de que en realidad estuvieran destinados a estar juntos toda la vida. Quizás estaban destinados pero lo suyo nunca se concretaría del todo, eso era una porquería.

—¡Ven a terminar tu postre Jennifer! —La voz de Bradley resaltó en todo el restaurante y el resto de las personas hizo silencio a causa de eso

Caminé hacia nuestra mesa que se encontraba en una esquina de uno de los mejores restaurantes de la zona, donde Mark, Bradley, Josh y yo habíamos optado por cenar. Era nuestra última noche en Nueva York, habíamos estado todo el día en una estúpida conferencia respondiendo las mismas preguntas una y otra vez, había sido agobiante.

Me senté en mi lugar, frente a Josh y le sonreí. Mark y Bradley reían fuertemente a causa de algo que había dicho alguno de ellos, supuse que Mark quien no podía pasar más de 5 minutos sin decir algo gracioso o inapropiado.

—¿Cómo está la princesa? —Preguntó Josh

—Bien, Chris la llevó a un parque y se la pasaron allí todo el día

Extendí mi brazo sobre la mesa y miré fijamente a mi amigo, se había dejado crecer un poco la barba y le quedaba completamente bien. Me enfoqué en sus ojos y a través de ellos intenté descifrar que era lo que pasaba por su mente, pero él simplemente levantó su brazo y lo posó sobre la mesa, al lado del mío, y luego comenzó a dejar suaves caricias sobre mi mano. Sonreí y él hizo lo mismo, mi mirada no se alejaba de su rostro y la de él del mío, era algo mágico. Estiré mi brazo izquierdo y lo llevé hacia su cuello, acariciándolo un poco de un lado hacia el otro.

—¿Creen que ya...—Mark tocó mi brazo y me sobresalté— Ups, lo siento si interrumpí

Josh y yo bajamos la mirada y reímos. Actuábamos como dos adolescentes y ya íbamos por los 30, éramos un desastre.

—Ahora termina tu frase—le ordené

—Que tal vez tendríamos que irnos, mañana nos espera un día un tanto largo

Inesperado -JoshiferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora