Él II

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Esa noche no cruzamos más palabras, aunque en ningún momento nuestras sonrisas desaparecieron. Ella se fue cuando el sol empezó a divisarse a lo lejos, adornando con sus rayos de luz el cielo azul oscuro y volviéndolo un hermoso amanecer. Dijo que se le había hecho muy tarde, y que sus padres la matarían si entraban a su cuarto y no la veían. Se despidió de mi con un gesto de mano y bajó la escalera de incendios lo más rápido que sus pies se lo permitieron. Se alejó, tratando, calles abajo. Y yo solo podía verla, a la distancia. Y me di cuenta de lo malo que era aquello. Ella solo tenia catorce años, mientras yo tenía veintiuno.

Sin embargo, ella se había detenido un segundo mientras el sol se alzaba en el cielo. Alzo sus brazos y dejó que los rayos solares la bañaran. De repente no era más que una sombra entre tanta luz. Busqué rápidamente mi cámara entre mis bolsillos y capturé ese momento en el que ella se convirtió en otro rayo más de sol. Luego, siguió corriendo, como si hubiese recordado que iba tarde a su casa.

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