¡Es un sueño hecho realidad!

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El moreno no sólo se estremeció con facilidad por aquellas dulces palabras que surcaron de los acorazonados labios del menor, si no que, se acercó a rozar el ápice de su nariz con la quijada de este mismo hasta acabar por esconder su rostro entre la mencionada y el hombro derecho.

— Nada que no quieras, pero hoy no creo poder aguantarme demasiado...

Murmuró con la voz completamente rasposa, era inevitable contener sus ganas de proseguir con ese muchacho de cabellos desparramados sobre su cama. Sin pudor, ambas palmas morenas se deslizaron por el torso de piel clara para presionar las yemas de sus dígitos allí. Entre besos que repartía sobre la dermis foránea, escabulló sus manos por debajo de la playera del muchacho hasta levantarla con suma lentitud.

No le fue muy difícil deshacerse de aquella prenda por lo que al quitársela por completo luego de alejarse unos segundos, la lanzó hacia uno de los lados de la cama sin saber dónde terminaría. En paralelo, sus gruesos belfos jugaron a tentar la cordura de su alumno, por lo que depositaron una serie de besos lentos, entre ligeras mordidas acompañadas de succiones suaves.

— LuHan... Me gustaría saborearte un poco más...

Articuló por lo bajo, ahora dando con su sinhueso contra uno de los oídos foráneos hasta sólo adentrar, en aquel orificio que este tenía, la punta de su músculo.
Lentamente, se acomodó sobre el delgado cuerpo de su acompañante, con el objetivo de que este estuviese a su disposición y no pudiese negarse ahora a todo lo que tenía planeado JongIn, por lo que sin dudar acabó por alejar su rostro pero para volver a unir sus carnosidades con las del más chico al inclinarse después.
Mientras tanto, LuHan no podía creer todo lo que estaba ocurriendo, ¿Era real? ¿Su profesor por fin estaba haciendo de él lo que quería como tanto había deseado? Imposible, seguía creyendo que todo era un maldito sueño... Uno muy real.
El de tes más pálida sólo se dejó hacer por el mayor, no sabía cómo reaccionar ni tampoco quería hacerlo. Era vital en él que su profesor notara que estaba más que enamorado, y anhelaba que prosiguiera esa tarde, casi noche. Entre suaves jadeos, se animó a sujetar con calma las hebras oscuras del castaño, hasta poder acariciarlas con lentitud para mientras corresponder a ese beso que lo dejó más que idiota, mucho más que el anterior.

— Jong...In. Puedes hacerlo, q-quiero que lo hagas, por favor.

Musitó como pudo, sus pómulos no daban más de ardor y colores rosáseos, era demasiado pudor el que sentía en aquel instante debido a que no sabía cómo reaccionaría el muchacho sobre su cuerpo, además de no saber "que tipo de gusto" tenía él a la hora de tener sexo, o si eso era lo que iban a tener según LuHan.
Unos cortos segundos pasaron, hasta que el blanco tomó un poco las riendas de la situación para permitir que una de sus piernas se flexionara para luego casi subirla sobre la cintura de su mayor, obligando indirectamente a que JongIn se apegara contra su fisonomía.

— Xiao... Eres cruel, pero eres lo más hermoso que he visto en mi vida.

Susurró el moreno, esbozando en su rostro una sonrisa ladina inmediata acompañada de un movimiento pélvicos pero lo más sutil posible para que su cintura terminase por frotar la del menor. Las dos manos buscaron sujetarle la cintura para que con calma, comenzara a tironear del borde del pantalón que traía puesto, pero antes, decidió dejar aquellos rosados labios para observarle directo a los ojos permaneciendo con aquella sonrisa ladina.
El menor escuchó esas palabras, y quedó aturdido. Aún si siquiera caer en cuenta de todo lo que ocurría, JongIn se las arreglaba para ponerlo más estúpido de lo que ya estaba. Era la mejor sensación del mundo, ambos estaban así, entre besos como tanto desearon, diciéndose las cosas más cursis del planeta. ¡Un sueño hecho ralidad!

— Tú también eres lo más hermoso que he visto... Me he enamorado de ti... Desde el primer día.

Confesó, y su mirada no resistió demasiado hasta que se desvió a algún lugar con el fin de poder calmar tanto su rostro enrojecido, como el pudor que aún no controlaba por tanta revolución de emociones en su pecho, aunque eso no duró demasiado porque nuevamente su mirada estaba en el castaño gracias a que el mencionado lo sujetó del mentón para que volviese a verle.

Profesor Kim. « KaiLu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora