¿¡Qué!? ¿¡Quieren robármelo!?

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El resto de la noche había sido relativamente tranquilo. LuHan terminó de ducharse y luego ambos se dedicaron a cenar y a mirar un par de películas; los besos y caricias tampoco fueron dejados de lado, disfrutando así de un grato momento.
Aquello fue así hasta que a altas horas de la madrugada el cansancio volvió a hacerse presente, sumergiendo sin problema alguno a ambos chicos en un profundo sueño del cual no serían capaces de liberarse, con suerte, antes del medio día.

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{ Domingo 9:00 am }

Cuando el reloj de su móvil marcó justo las nueve, los ligeramente hinchados ojos del menor comenzaron a abrirse; se sintió extraño, sobretodo al ser la primera mañana en la cual despertaba en una habitación que no era la suya o la de alguno de sus familiares. Demoró un par de segundos en procesar todo lo sucedido el día anterior comenzando desde la pelea con el estúpido de KyungSoo hasta... Oh no. Su cuerpo se tensó mientras que se giraba poco a poco, encontrándose con la mejor imagen que podría tener alguien un sábado por la mañana o cualquier otro día al despertar: ante él se encontraba un JongIn profundamente dormido, subiendo y bajando su pecho de manera lenta. Los ojos de LuHan no podían (ni querían) apartarse de aquella escena, detallando minuciosamente cada facción del otro, pasando por sus pómulos, nariz, labios, quijada, brazos y pecho; durante el tiempo en el cual inspeccionó su cuello notó cómo múltiples marcas rojas y púrpuras resaltaban por sobre su piel. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios luego de recordar una vez más todo lo sucedido gran parte de la tarde/noche del día anterior.

Luego de una batalla interior entre si debía o no levantarse optó por hacerlo, ya que creyó sería un buen detalle prepararle el desayuno a su JongIn; realmente no podía evitar sonreír cada vez que se refería a él de aquella manera.
Con pesades y un molesto dolor en la parte inferior de su cuerpo logró salir de la cama para dirigirse hacia el baño para darse una pequeña ducha; de paso aprovechó para cerciorarse de que la hinchazón en su rostro hubiese cedido, y para su fortuna así fue. Terminado todo lo anterior y ya vistiendo una camisa del moreno junto al pantalón que vestía el día anterior se dispuso a husmear un poco en la cocina. Grande fue su sorpresa al descubrir que en ella a penas habían un par de galletas y café; sus ojos inevitablemente se pusieron en blanco, y luego de ir en busca de su billetera y móvil decidió caminar un par de esquinas hacia una pequeña tienda de víveres.
Ya se encontraba saliendo del departamento cuando recordó que lo mejor sería dejar una nota si no quería matar de un infarto a su profesor en caso de que éste despertara y él aún no hubiese vuelto, por lo cual buscó una hoja de su cuaderno y escribió en ella:

«Buenos días, JongInnie.
He ido a comprar un par de cosas para el desayuno; justo ahora son las 9:45, así que espero regresar poco después de pasadas las diez.
¡Te quiero!
Atte: LuHan.»

Por otro lado, quién despertó más tarde fue JongIn. El moreno tardó un poco en abrir sus párpados como de costumbre hasta que pudo visualizar que se encontraba más que solo en la habitación, si no que, ni siquiera oía ruidos en el departamento. Se levantó sin duda, y buscó su móvil, pero antes que eso encontró aquella nota escrita por el menor que rápidamente lo tranquilizó.
Al ver la hora, notó que eran las diez y cinco minutos, por lo que aún procuraba esperar un poco más por si el chico se demoraba, pero pasando los minutos, este no volvía haciendo que su paciencia comenzara a acabarse.

— ¿Acaso se fue para no volver y sólo me hizo esperarle? ¿O le habrá pasado algo? Ni siquiera sé si llevó su móvil.

Se habló para si mismo después de haber esperado unos quince minutos más recostado en la cama. Su alumno seguía sin volver, terminando por decidir a teclear su número y llamarlo. La primera vez no atendió, por lo que JongIn volvió a insistir una segunda hasta que en uno de los primeros tonos se oyó una voz totalmente familiar para él... Pero no era la de LuHan.

Profesor Kim. « KaiLu»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora