Primera etapa: 2

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Oliver.

Habían pasado exactamente cinco días desde aquella noche en donde puse todo de mi para hacerlo sentir bien a él. Pero aún así, no tenía rastros, iba a su casa y su madre me ponía mil excusas, la más común era "esta enfermo".
No me preocupaba del todo, es decir, mi miedo estaba en no volver a verlo y peor aún, no saber el motivo. Para mi, le había dado el mejor sexo de su vida y sé que fue así, sus reacciones me lo confirmaron.

Le marque por quinta vez y nada, todas las llamadas eran rápidamente transferidas a su buzón de voz. No quería verlo, sólo quería saber que pasaba, que estaba mal conmigo, o con él. Pero no había caso, él seguía sin contestar mis llamadas o mensajes. Hubiera creído que se había muerto, pero en esos días se ha encargado de compartir publicaciones en Facebook, eso me confirmó que estaba bien. Mi desesperación era tanta que llegué a consumir nuevamente una tira larga de aquel polvo blanco, agradecía que mi madre no estuviera presente en ese mismo momento, igual, ella ya sabía de mi variedad de pastillas y le importaba poco o nada.

Diez vueltas en total, mi habitación estaba quedando con mis pies super marcados contra la madera del piso, me ponía nervioso el hecho de que no se atreviera a contestar. -Te mataré, Quinn. Juro que lo haré.-Solté entre dientes contra el celular, específicamente al contestador de mi amigo, el cual aún se negaba a cogerme una simple llamada. De un momento a otro mi puño fue a parar contra la pared, con toda mi fuerza. Recuerdo que por un momento perdí consciencia de lo que estaba haciendo, pero cuando la recupere tenía mi puño envuelto en sangre, mi respiración completamente agitada y entonces no pude evitarlo, debía ir a buscarlo. Debía entrar a la fuerza a su casa y romperle su hermosa cara por el simple hecho de ignorarme cinco putos días. Ese imbécil no se salvaría tan fácilmente. Mínimo, para tener mi perdón, tenía que dejar que se la meta en seca, idiota.

-Mierda...

Podía jurar que su rostro se horrorizo al instante, quizás por que mis pupilas estaban más delitadas o mi rostro de pura rabia me delataba. Él intentó cerrar la puerta en mi cara; pero puse mi mano contra la madera y empuje, entrando de inmediato, ignorando sus insistentes insultos y pedidos de que me fuera bien a la mierda. Estaba seguro de que su madre no estaba allí, sino me hubiera abierto ella.

-Eres un maldito.- Susurre muy bajo antes de darle un fuerte golpe en la mejilla, dejándola al instante roja y como reflejo su mano fue a parar en mi pecho, deteniendome. Tenía pensado golpearlo hasta cansarme, pero el simple tacto de su mano logró que todo mi cuerpo se calmara, incluso mis ganas de matarme. Su otra mano fue a parar en su propia mejilla, acariciando con mucha suavidad mientras me mantenía la mirada, incrédulo por lo que yo había acabado de hacer. De todas formas se lo merecía, incluso ahora mismo me arrepiento de no haberle dado más golpes.

-Lo siento.

Su voz salió algo rota, él estaba luchando internamente por no llorar, su labio de un momento a otro comenzó a temblar, joder, Kellin era tan marica cuando quería, pero así solía ganarme, su pura inocencia, su sensibilidad, todo él. Negué varias veces, comenzando a sentirme algo mareado, pero recuperandome al instante; llevé rápidamente ambos brazos hacia su cuerpo, atrayendolo con fuerza para que no se escapará, esa era mi forma de pedir perdón sin soltar ni una maldita palabra, y supongo que él lo sabía, ya que de inmediato me abrazó, hundiendo su rostro en mi cuello. Eso parecía una puta película de los 80', demasiado cursi, demasiado triste para mi gusto, pero simplemente no podía negarme a consolarlo, sin saber realmente que le sucedia... Lo amaba.

-¿Qué sucede? -pregunté luego de varios minutos, apretando con más fuerza su cuerpo. Solté un gran suspiro cuando escuché que un sollozo se escapó de sus labios. Me dediqué  únicamente a acariciar su espalda en lo que duraba sus pequeños sollozos, luchando internamente para no unirme a su angustia, realmente no entendia que pasaba, yo estaba más perdido que él en aquella situación.

Consume YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora