Capítulo 8: Angel.

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Los meses que siguieron fueron los mejores que pude haber deseado. Las secuaces de Rachel dejaron de molestar a mi novio. Mis notas subieron, considerablemente. Y con Frank, todo era tan perfecto. Era como si estuviera en un cuento de hadas. Donde al fin, la protagonista encontraba a su príncipe azul y vivían felices por siempre.

Al comenzar la clase de historia, a primera hora de la mañana, el profesor nos sorprendió con una noticia. Teníamos compañera nueva. Angel. Era una niña bastante linda, ojos azules impactantes, cabello rojizo que al final terminaban con algunos rulos. La última chica de cabello anaranjado se había retirado del colegio, y había dejado su puesto vacío junto a Ray. El mismo que ahora ocuparía Angel.

La chica caminó lentamente y se sentó en su nuevo puesto. Cuando pasó a mi lado dejó un aroma a lavanda. No quería ni imaginar la cara de baboso que tendría mi afro amigo.

El profesor nos regaló unos minutos libres antes de que tocaran el timbre. Con Mikey nos dimos vuelta para hablar con Ray. Al hacer esto no pude evitar mirar a Angel, noté que tenía unas cuantas pequitas en su nariz.

-¿qué haremos hoy? – preguntó Mikey y luego miró disimuladamente a la chica nueva.

-No sé...- la voz de Ray fue apenas audible.

Noté que ninguno de mis amigos hablaría con Angel. Así que decidí hacerlo yo. ¿qué podría ser lo peor que sucediera? ¿qué resultara ser una futura secuaz de Rachel? Podría lidiar con eso.

-Hola. – le saludé e intenté sonreír amablemente

-Hola – ella me devolvió el saludo y también sonrió.

-Soy Sophie, ellos son Mikey y Ray – les dije señalando a mis amigos. Ambos hicieron un gesto con la cabeza en señal de saludos.

-Bueno, como saben, soy Angel. – mis amigos volvieron a hacer un gesto con la cabeza. – creo que a tus amigos le comieron la lengua los ratones.

-Sí, yo también creo lo mismo.

Ya que ninguno de mis amigos logró decir algo coherente yo decidí invitar a Angel a almorzar junto a nosotros. Sería bueno tener a alguien del sexo femenino como amiga. Así no tendría que estar escuchando todo el día de zombis decapitados, sesos y cosas asquerosas.

En las horas siguientes con Angel nos habíamos contado prácticamente toda nuestra vida. Y eso era, EXTREMADAMENTE, raro. Ella venía de Eslovenía, aunque su acento no se notaba mucho. Era hija adoptiva, aunque eso no le afectaba para nada. Desde que recuerda que ha estado con sus padres. No tiene más hermanos, pero sí muchos primos. Llegó a este pueblito porque su madre decidió que era tiempo de buscar algo de tranquilidad y nada mejor que un pueblo como este. A ella la idea le pareció interesante, y la aceptó con gusto. Sabe montar a caballo y ama la naturaleza. Y por sobretodo ama los libros y las películas de amor. Sí, igual que yo.

Los cuatro fuimos a almorzar. Yo ya estaba ansiosa por ver a mi querido y amado novio. Además yo creía que ya tenía mi “felices por siempre” pero nunca se sabe cuando toda la magia se acaba. Cuando todo se complica hasta el punto en que deseas desaparecer del mundo, un pequeño error con la persona incorrecta, en el momento incorrecto y el mundo perfecto que tenías desaparece en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Qué comeremos hoy, Sophie? – preguntó Mikey mientras limpiaba sus anteojos

-No sé. Creo que escogeré pasta, con mucha salsa.

-Sí, me gusta la idea. – Angel sonrió

-¿y tú Ray? – mi afro-amigo por primera vez estaba calmado sin hacer alguna “táctica de atracción femenina”

-Lo mismo que ustedes chicos.

Los cuatro elegimos lo mismo. Una gran y enorme porción de pasta con muchísima salsa. Nos encaminamos hacia donde nos estaba esperando Frank. Como siempre, cada vez que lo veía mi corazón latía desmesuradamente y se me olvidaba que existía el mundo. Comencé a caminar rápidamente para poder sentarme con él cuando de la nada Rachel aparece. No la vi hasta que la tuve encima de mí. Mi bandeja se derramo encima de su nueva blusa de seda, la cual había utilizado hoy para conquistar a John, el chico que había destronado del puesto de “Rey Popular” a Darren.

Las risas estallaron por todas partes, en especial una: la de John que se burlaba divertido por la situación de mi hermana.

-Rachel, yo…discúlpame…yo… - no sabía que decir, que hacer. Ella sólo me dirigió una mirada asesina y se fue corriendo.

Me quedé helada allí, escuchando como el ruido de las risas disminuía hasta convertirse en un suave murmullo.

El resto del día se me pasó volando, luego de unos minutos había olvidado por completo el suceso con Rachel.

Angel me distraía bastante en clases y por primera vez en mi existencia (quizá no tan exageradamente) me llamaron la atención por estar conversando en clases.

Creo que todos en la sala abrieron los ojos desmesuradamente, pero no importó.

Cuando subí a mi habitación luego de haber llegado del parque con Frank, encontré una nota que había sido deslizada por debajo de mi puerta. Había escrita una sola frase “Me la pagaras”. Tragué saliva. Era la nota de Rachel. Esa nota que ninguna chica del liceo quería recibir, esa nota que algunas habían recibido y significó su condena. Conocía a mi hermana, había visto como hacía sufrir a las chicas que recibían “la nota”. Sus planes incluían de todo. Siempre daba en el punto exacto, en lo que más dolía. ¿Qué me haría a mí? ¿Destruir mi colección de libros? ¿Mis películas?. Humillarme delante de Frank? No tenía idea. Podían ser muchas cosas, pero estaba segura de que me iba a costar caro.

Por primera vez tuve miedo. Miedo de verdad

Los cuentos de hadas o son para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora