Capítulo 11: Los Cuentos de Hadas no son para mí.

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Mirar a quién amas irse con otra persona para que planeen una futura boda es de masoquistas ¿Verdad? No sé cuando apareció ese lado de mí, pero ahora está más presente que nunca al verlo subirse en aquel enorme auto junto con aquella chica.

Toda la felicidad se destruye en un dos por tres.

Siento que el mundo se está derrumbando alrededor mío, pero es sólo una sensación mía. Todo esta normal, no hay paredes que se caigan o pedazos de cielo cayéndose. Soy sólo yo.

-que fácil me salió todo esto…

-Rachel, lárgate.

-Y pensar que no tuve que hacer casi nada, el propio Frank te arruinó hermanita. Esto es mucho mejor que la venganza que te tenía preparada. – ella se rió y luego me dejó sola, mientras yo miraba por la ventana.

Cuando Frank decidió, me juró una y otra vez que eso no significaba que no me amara. Pero que debía salvar a su familia. ¿Qué podía hacer yo con eso? Nada.

Yo no le creí, de un momento a otro dejé de confiar totalmente en Frank, y ninguna de sus palabras me pareció sincera.

No hace frío y yo me siento totalmente helada, me siento totalmente vacía.

Cada recuerdo que pasa, en este instante, por mi cabeza se siente como si me entierran mil agujas en mi, ahora roto, corazón. Es un dolor desgarrante y punzante.

No puedo creerlo, aún no estoy del todo convencida. ¿Esto no es una mala pesadilla, verdad?

No, lamentablemente no lo es. Es la verdad. Y la verdad, siempre duele.

Salí hacia la calle, para aumentar mi nivel de masoquismo.

Él me miró. ¿Podía ser aquello que veía en sus ojos dolor, tristeza, y mucho, mucho sufrimiento? Quizá, yo ya no sé que pensar.

Sus labios se movieron lentamente susurrando la frase “Te amo”.

¿Por qué lo hacia más difícil? ¿De que servía ahora su “Te amo”, si él se marchaba y no regresaría jamás?

En cuando la puerta se cerró y el auto se puso en marcha las lágrimas comenzaron a salir a borbotones de mis ojos, una tras otra, tras otra.

-Sophie, hija, entremos…

-No…- comencé a mover mi cabeza negativamente y luego tomé el rumbo contrario por el cual el auto se había marchado, hacia la colina del cementerio.

Hacia mucho que no había ido allí, pero ahora sentí un impulso de hacerlo para así estar sola. Sin que nadie me estuviera mirando con esas miradas compasivas que todos me dan.

En medio de mi carrera tropecé y caí fuertemente al suelo, quedando llena de tierra. No tenía las fuerzas suficientes para ponerme de pie.

Lloré una y otra vez, lloré con todas mis fuerzas. A veces, me ahogaba con mi propio llanto, pero eso no me detenía.

-Niña ¿estás bien? – apenas y podía ver con mis ojos empañados por las lágrimas. – ¿tuviste un accidente? – no del que tu crees, hubiera respondido si hubiera tenido un poco de fuerzas. Pero en ese instante lo que menos tenía era justamente eso “fuerza”, tanto emocional como física.

No sé por que, pero dejé que aquella misteriosa persona me levantara.

-deja de llorar – su voz era suave, tierna, amable. Pero, ¿yo estaba llorando? ¿Aún seguía llorando? No me había dado cuenta – las niñas lindas no deben llorar – aquello fue como un deja vu. Instintivamente levanté mis ojos, que aún me hacían ver borroso, miré su rostro y…lo único que pude apreciar con claridad fueron aquellos hermosos ojos verdes.

Escuché varias pisadas que se acercaban más y más.

- oh, no me tengo que ir. – el chico desapareció en un instante

De un momento a otro me hallaba nuevamente pensando en Frank.

Suspiré cuando un pensamiento relámpago me invadió. Yo nunca tendría un “Felices por siempre” yo no sería como una de las protagonistas de mis libros o películas. Frank se había marchado y no regresaría.

Entonces después de todo…los cuentos de hadas no son para mí.

¿Fin?

*Segunda Temporada: Dulce & Amargo*

Los cuentos de hadas o son para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora