Capítulo 3: Secretos.

185 25 1
                                    

Cuando abrí los ojos a la mañana siguiente no recordé hasta que estuve lista y arreglada que me iría al colegio con Frank. Debía comenzar a manejar mejor mi nerviosismo. No debía seguir pareciendo una ridícula.

Tomé desayuno en calma, pues, sin darme cuenta, me había despertado más temprano de lo normal. Mamá estaba ordenando la mesa para los demás. Cuando ya había acabado bajó Frank.

-buenos días – le saludé.

-Buenos días Sophie – me devolvió el saludo y luego se acercó y besó mi mejilla derecha. Tuve que recordar como se respiraba – buenos días Sra. Spears

-Buenos días Frank. – respondió mamá.

-¡OH! ¿Me he levantado muy tarde? – preguntó al ver que ya me había acabado mi desayuno.

-No, no te preocupes. Me he levantado más temprano de lo habitual – contesté intentando sonreír.

-Ah, pero no importa. Me demoro poco comiendo.

Y si que tenía razón. En menos tiempo del que jamás pensé Frank había acabado su desayuno.

Tomamos nuestros respectivos bolsos y nos fuimos al colegio. O eso suponía yo.

Mientras caminábamos, Frank, llevaba sus manos en los bolsillos de su pantalón y tarareaba una canción, supongo, ya que no era muy perceptible su voz. Parecía relajado. Yo, en cambio, estaba totalmente nerviosa; apretaba con fuerza mi carpeta de biología y llevaba la mirada pegada en mis zapatos.

-Sophie, ¿vas en último año? – preguntó Frank, para entablar conversación.

-Que más quisiera yo...- suspiré pesadamente – pero no.

-¿penúltimo año?

-Sí.

-Entonces no seremos compañeros de clases – hizo un puchero estirando su boca. Un extraño sentimiento me invadió, se veía tan tierno así.

-Supongo que no.

-¿y quién va en último año? – preguntó mientras seguíamos de largo, sin doblar en la calle que nos conduciría hacia el colegio.

-Rachel, mi hermana, Darren, su novio, y un sin fin de personas estúpidas. – contesté enfatizando mi desagrado hacia las personas de último año.

-Veo que no te agradan mucho.

-¿deberían agradarme personas que se burlan de mis amigos y me tratan como si fuera un bicho raro?

-No, supongo que no.

Puede que haya sido la rabia que transmitieron mis respuestas pero Frank no habló más. Me arrepentí tanto de haber contestado con aquella vehemencia. No quería que Frank se espantara o que no quisiera hablarme otra vez.

-nos pasamos del colegio! – chillé.

-Lo sé - contestó Frank sonriendo como cuando pillas a un niño pequeño haciendo una maldad.

-¿ósea que sabias donde quedaba el colegio?

-Sí.

-¿y si sabias por que quisiste venir conmigo?

-Quería pasar tiempo contigo

-¿por qué?

-Eres una persona interesante, Sophie.

-¿lo soy?

-Claro que sí. ¿nunca te lo habían dicho?

-La verdad es que no. Ray y Mikey siempre dicen que soy muy aburrida, pero que igual me quieren – hice una mueca con mi boca.

-Ellos están equivocados. Eres bastante interesante.

Habíamos llegado a un pequeño parque. Estaba vacío.

Frank se acercó a unos columpios y se sentó allí, yo le seguí y también me senté en uno.

-cuéntame un secreto – pidió.

-¿un secreto? ¿para que quieres tener un secreto mío? – le interrogué mientras me movía lentamente en el columpio.

-Los amigos se cuentan secretos ¿no? – aquello me dejó impactada. ¿éramos amigos? ¿de verdad lo éramos? Pero si nos acabábamos de conocer ayer. ¿cómo podíamos ser amigos? Quizá así se hacen amigos, yo nunca he hecho amigos ya que con Ray nos criamos desde pequeños juntos y con Mikey...bueno con Mikey fue una situación distinta.

-¿lo somos?

-Sí, lo somos o intentaremos ser amigos – sonrío para darme confianza – a ver, que tal si yo te cuento un secreto primero.

-Esta bien.

-No te rías ni te burles, por favor. Este es uno de mis secretos que más vergüenza me da. Desde pequeño viví aquí, pero jamás fui al colegio. Estudiaba en casa, porque creía que se burlarían de mí por mis gustos. Amaba vestirme de Freddy Kruger, inclusive si no era Halloween. – noté que sus mejillas habían tomado un leve color carmín. – Ahora te toca a ti

-Mmm – pensé en que secreto le podría contar.- cuando era pequeña fuimos a jugar con Ray y Mikey a la colina que está cerca del cementerio. Jugábamos a tener superpoderes. Recuerdo que Rachel nos había dicho que se nos aparecerían los muertos y nos comerían el cerebro, y eso nos daba miedo. Comenzamos a sentir ruidos extraños y Mikey y Ray salieron corriendo y me dejaron sola. – hice una pausa – yo me caí mientras corría y me puse a llorar, nadie me escuchaba y sentía los ruidos cada vez más cerca. Hasta que de pronto ya no se oyeron más y apareció ante mí un chico...que me ayudó a levantarme y limpió mi vestido, y me dio una paleta. También me dijo que las niñas lindas no debían llorar. Y que yo era una muy linda. Fue la primera y única vez que alguien me dijo que yo era linda. Fue algo así como mi primer amor, nunca supe su nombre y con el paso del tiempo se me fue olvidando su rostro. Sólo recuerdo que tenía unos hermosos ojos verdes. Jamás le conté esto a nadie.

-Tu primer amor...- musitó Frank despacito. – bien, debemos irnos – dijo de improviso. O sino llegaremos tarde.

Los cuentos de hadas o son para miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora