III. Sorpresa

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La vista era majestuosa desde la parte superior de la noria. Los establecimientos distantes y la iluminación de sus tiendas, las ventanas de los edificios que comenzaban a brillar como estrellas y el sol poniente, echando el último de su tinte de color naranja y rojo fuego dejaba una sombra bonita pero algo sombría en el rostro de Misaki.

Una puesta de sol al igual que su poco tiempo seriá siempre una cosa triste. Era triste, pero nadie podía negar la belleza del sol que despedía el día. Lo que era más fascinante fue que, aunque Misaki sabía que todo lo que se movía a un ritmo rápido, en la parte inferior de donde estaban, enrealidad iba en cámara lenta.

Delante de él, se encontraba el peliplata mirandolo fijamente, Misaki, finalmente se dio cuenta de que el hombre sentado frente a él solo le observaba en silencio. Misaki se sentía un poco incómodo.

—Uhm... ¿Pudo conseguir ideas para su novela?—. Preguntó Misaki finalmente, mirando al hombre a los ojos.

Apoyo su codo en el pequeño espacio al borde de la ventana, y su mano sostenia su cabeza, sonrió a Misaki. Sus orbes lavanda parecían haberse mezclado con el cielo violáceo a su espalda.

—Muchas de ellas. Gracias—.

Misaki se miró los pies, el lejano suelo parecía tan temible que no tuvo otra opción más que mirar hacia arriba una vez más.

—No hice nada—. Dijo el chico con una sonrisa timida.

—¿Sabes por qué se hacen ruedas de la fortuna a pesar de su aspecto de paseo aburrido?—. Preguntó el hombre sin quitar la mirada de Misaki. —Es como una representación de estar con la persona que te gusta—.

—...—. Misaki no respondió.

—Todo lo que es ajeno a la súbita calma y lentitud pasando el tiempo aquí...—. Continuó. —Es una sensación muy gratificante con tan sólo mirar en silencio y disfrutar de la presencia del otro—.

Misaki se quedó mirando al hombre con sus labios dibujando una sonrisa dolorosa. Él miró fijamente a los ojos lavanda, pero tanto como él trató de detenerse, sus ojos verdes comenzaron a ver borrosa la cara del hombre y cálidas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, dejando caer sus puños cerrados sobre sus rodillas.

—Siempre he soñado con esto...—. Murmuró Misaki. —Un día jugando y caminando con alguien...—. Comenzó. —Soñé con alguien agitando suavemente mi cabello... Yo comprando helado... Y alguien que me miraría a los ojos y me dijera lo que me gusta escuchar...—.

—Hey... ¿Por qué de repente...—.

—Estoy tan feliz...—.

El hombre suspiró y se acercó a donde estaba sentado Misaki. Pasando su enorme mano pero suave de arriba a abajo por la espalda del adolescente, sonrió débilmente.

—La razón por la que te pedí que te unieras a mi... No era realmente debido a la recopilación de ideas...—.

—¿Eh?—. Misaki se giró hacia el hombre.

—En primer lugar, mi verdadera intención de venir aquí... Digamos... que me interesas... tú me gustas. Por eso te he invitado—.

Misaki comenzó a reírse a pesar de llorar al mismo tiempo.

—¿Yo? ¿Le gusto?—. Misaki rió. —Usted sabe... Mis sueños a veces me parecen tan reales este último año... Casi me lo puedo creer—.

—¿Por qué siempre insistes en que esto es sólo un sueño?—. Preguntó el hombre en voz baja.

—Por que enrealidad es un sueño... Estoy soñando... Este es mi último día en la Tierra...—. Misaki comenzó a hablar. —Debo decir, que en este día solo pude cumplir uno de mis dos sueños...—. Bajo la vista un poco avergonzado.

El hombre sonrió.

—¿Estás seguro de que esto es solo un sueño?—. Se quedaron en silencio durante un largo rato.

El viaje ya casi llegaba a su fin y el cielo ya se encontraba completamente envuelto en la oscuridad junto a las brillantes estrellas.

—Dices que cumpliste uno de tus dos sueños... ¿Cuál es el otro?—.

Misaki alzó la vista hacia el peliplata, avergonzado ya que no sabia si besar al hombre a pesar de ser sólo un sueño.

—Mi otro sueño... Es bailar un baile lento con la persona que me gusta...—. Agacho la cabeza esbozando una pequeña sonrisa.

—¿A que te refieres?—. Preguntó el peliplata tratando de conseguir un por qué.

—Cuando habia fiestas en el colegio... Sólo podia observar a mis compañeros de clase bailar con sus parejas. No podía hacer una pareja con otro hombre... Y aunque quisiera hacer que alguien tomara la iniciativa para mí... sabia que nunca nadie aceptaria...—. De pronto, su rostro se volvió de un carmin intenso y empezó a sacudir la cabeza avergonzado de lo que habia dicho, la forma en la que se habia perturbado él mismo era tan linda e infantil.

Parecia como si el hombre estuviera a punto de soltar una carcajada, pero decidió simplemente plantar un suave beso en la cabeza del chico.

El peliplata empujó la cabeza de Misaki con el dedo índice, miró los ojos esmeralda profundizados por la noche y lo obligo a verlo a los ojos también.

—Voy a bailar contigo no importa cuántas veces quieras hacerlo...—. Anunció el hombre con una gran sonrisa.

—Jeje... ¿En serio?—. Preguntó Misaki agarrando el dobladillo de la camisa del hombre, estuvo a punto de jalarlo, en realidad queria besarlo, sin embargo algo lo retuvo y lo soltó lentamente. —Eso estaría bien—.

Su rostro aún se encontraba rojo por la verguenza. El hombre sonrió y guardo silencio por un momento.

—Ah cierto! Me llamo Usami Akihiko...—. Lo tomó de la mano. —Recuerda mi nombre ¿De acuerdo?—.

—Takahashi Misaki... Por supuesto—. dijo el chico con una sonrisa.

—Ya veo... Misaki... Me gustaría que nosotros nos conocieramos mejor—. Akihiko lo miró coquetamente.

Misaki sollozó.

—Este sueño... Es realmente el mejor que he tenido—.

—En verdad eres muy extraño—. Dijo Akihiko riendo un poco.

El paseo de la flor de diamante terminó después de 17 minutos y los dos se dieron paso fuera de ella. Se quedaron unos cuantos minutos para ver la segunda multitud de personas que querian entrar en ella.

En su mayoría eran jóvenes con sus novios o novias. Akihiko miró a su alrededor y luego se dio cuenta de que el adolescente junto a él miraba una tienda que vendia juguetes de peluche. Realmente quería reírse de la cara de anhelo del chico, pero se contuvo y en su lugar pinchó la mejilla del adolescente con su dedo.

—Tengo una sorpresa para ti—.

—¿Sorpresa?—. Dijo el chico sobando su mejilla.

—Sip. Cierra los ojos y cuenta de 20 a 1 ¿De acuerdo?—.

—¿Por qué?—. Misaki se desubico un poco.

—Tu solo hazlo, vamos. Date la vuelta y empieza a contar cuando te diga—. Dijo el peliplata con tono feliz.

—Bueno...—. Misaki se dio la vuelta.

Akihiko empezó a caminar hacia atrás y entonces ya lejos y lanzando un animado "¡Vamos!" se adentró a la tienda de osos y comenzó a elegir uno. Misaki contaba allí por su cuenta.

—Dame el más grande. Eso... Uno con una cinta roja—.

—10...—.

—No hay necesidad de envolverlo—.

—6...—.

Akihiko echó un vistazo al adolescente que se encontraba de pie al otro lado de la calle mientras contaba.

—4...—.

El vendedor tenía que contar el cambio y Akihiko estaba perdiendo la paciencia por lo que sólo agarró el enorme oso y en un movimiento rápido salió de la tienda.

—1...—.

Solo dos deseos - Usagi x Misaki #MA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora