CAPITULO 7

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NARRA LAUREN
Era mayor que nosotras, quizás en la mitad de la veintena, y tan alto como había imaginado: probablemente sobrepasaba los dos metros. En otras circunstancias, quiero decir, si no estuviera impidiendo nuestra huida desesperada, hubiera pensado que estaba bastante bueno. Llevaba el cabello castaño a la altura de los hombros, atado en una corta cola de caballo. También los ojos eran de color marrón oscuro. Vestía un largo abrigo marrón,    Sin embargo, ese enorme atractivo carecía ahora de importancia. Simplemente era un obstáculo que nos impedía a Lissa y a mí acceder al coche y a la libertad. Detrás de nosotras, los pasos disminuyeron su ritmo y comprendimos que los perseguidores nos habían cogido. También detecté más movimiento a los lados, es decir, más gente que se aproximaba. Dios. Debían de haber enviado al menos a una docena de guardias para capturarnos. No me lo podía creer Me dio un ataque de pánico y actué por instinto, fuera de control y sin tener en cuenta ningún tipo de racionalidad. Tiré de Lissa hasta colocarla a mis espaldas y lejos del hombre que parecía ser el líder.  

—Dejad que se marche —les gruñí—. No la toquéis.    Su rostro resultaba impenetrable, pero alzó las manos en lo que aparentemente era una especie de gesto de calma, como si yo fuera un animal rabioso al que pretendiera sedar.    —No voy a…

Dio un paso al frente, que le colocó muy cerca de nosotras.    Le ataqué, saltando hacia delante en una maniobra ofensiva que no había utilizado desde hacía dos años, no al menos desde que Lissa y yo habíamos comenzado nuestra fuga. El movimiento era estúpido, otra reacción nacida del instinto y el miedo. Y además, no tenía futuro alguno. Él era un guardián entrenado, no un novato que no hubiera finalizado aún su entrenamiento. Tampoco estaba débil ni al borde del desmayo

Y, joven , bien rápido que era. Había olvidado lo veloces que podían ser los guardianes y que se movían y golpeaban como cobras. Me dejó fuera de combate con tanta rapidez como habría aplastado una mosca: sus manos impactaron en mí y me mandaron hacia atrás. No creo que pretendiera golpearme con tanta fuerza, sino que simplemente intentaba apartarme, pero mi falta de coordinación interfirió con mi habilidad para responder. Incapaz de controlar las piernas, comencé a caer en dirección a la acera en un ángulo torcido, con las caderas por delante. Iba a ser bastante doloroso. Mucho.    Sólo que no fue así.    Con la misma rapidez con la que me había bloqueado, aquel hombre avanzó y me cogió del brazo, manteniéndome en pie. Cuando me enderecé me di cuenta de que se me había quedado mirando, o más bien, a mi cuello. Aún desorientada, no pude impedirlo. Entonces, con lentitud, alcé la mano libre a un lado de mi garganta y toqué ligeramente la herida que me había hecho antes camila. Cuando retiré los dedos, observé la piel resbaladiza debido a la sangre oscura que la teñía. Algo avergonzada, sacudí el pelo de modo que cayera en torno a mi rostro. Tenía el cabello muy espeso y largo así que cubrió mi cuello por completo. Me lo había dejado crecer precisamente por ese motivo.

Los ojos oscuros de aquel tipo se clavaron un momento más en el mordisco ahora fuera de la vista y después se encontraron con los míos. Le devolví la mirada de forma desafiante y a toda prisa me separé de él con un tirón. Él me soltó, aunque me di cuenta de que habría podido retenerme toda la noche de haber querido. Hice un esfuerzo para sobreponerme a las náuseas del mareo y me retiré hacia atrás, hasta donde estaba camila, afianzándome de nuevo para repeler otro ataque. De repente, me cogió la mano.   

—lauren —dijo en voz baja—, no lo hagas
Al principio, sus palabras no me hicieron efecto, pero unos pensamientos tranquilizadores comenzaron a infiltrarse en mi mente, procedentes de nuestro vínculo
tanto como el hecho de que estábamos muy superadas en número, más allá de toda esperanza, y también porque eran muy superiores a nosotras. Incluso yo comprendía que luchar carecía de sentido. La tensión abandonó mi cuerpo y admití mi derrota.    El hombre dio un paso hacia delante nada más detectar mi resignación y centró su atención en camila. Mostraba una expresión tranquila en el rostro. Le hizo una reverencia y consiguió que pareciera que la hacía con gracia, lo cual me sorprendió bastante teniendo en cuenta su altura.    —Mi nombre es Alan colins —afirmó; pude detectar un ligero acento ruso en su voz—. He venido a llevaros de vuelta a la Academia , princesa

COLMILLOS SANGRIENTOS (CARMEN)GP!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora