Lo único humano en mí

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Las cortinas se mecían al son de una silenciosa canción llevada por el viento. Un cuerpo se encontraba en el filo de esta, su torso al descubierto, dejando a la vista aquellos formidables abdominales iluminados por la luna, el tatuaje en su brazo y espina dorsal llegaba hasta el borde de su cuello, justo por debajo de la nuca. Su pierna derecha apoyada en el marco de la ventana, usando su prótesis como apoyo, mientras que la otra descansaba en el suelo. Una de sus manos sujetaba un cigarrillo humano. Nunca supo cuando había adquirido ese hábito. Odiaba el olor y el mal sabor que dejaba en la boca. No tenia conocimiento de cómo si odiaba tanto fumar, lo disfrutaba y alejaba de sus preocupaciones.

Continuó mirando por la ventana el cielo invernal, un manto blanco cubría la lejanía, las estrellas destellaban con tal intensidad que casi podías tocarlas. Una nube más de humo se creó de aquellos carnosos labios, dispersándose rápidamente con el aire. La imagen de cierto albino se dibujó en sus pensamiento conforme una sonrisa de pintaba en su rostro. Como amaba a ese travieso espíritu juguetón, desde la punta de sus cabellos hasta la última uña de sus pies descalzos. Aún recordaba como cuando Jack ya había alcanzado la madurez y él solo era un chiquillo, se había enamorado de esos brillantes ojos azules; llenos de vida, de alegría, sin preocupaciones. Hiccup acarició sus labios pensando en como sabrían los labios del contrario -"Serán tan dulces como me imagino" -habló para si mismo sin susurrar ni una palabra.

-Toothless, amigo, ¿Qué te parece si damos una vuelta? -y así de rápido, salió volando por la enorme ventana, con el torso descubierto y sus pantalones puestos.

Extendió los brazos a ambos lados, sintiendo el viento acariciar su piel. La velocidad ensordecía sus oídos y el frio le hacia sentirse vivo, libre. Miró a su dragón quien mantenía la misma sonrisa alegre que su amo y amigo. Se recostó en el lomo de la bestia, observando las estrellas, hasta que una tenue luz llama su atención. Echo una mirada al taller, divisando a Jack en una de las habitaciones. Estaba en el marco de esta, con las rodillas abrazadas contra el pecho y la mirada perdida en la nada.

-¿Qué dices amigo, le hacemos una visita a nuestro amado Jack? -en respuesta recibió un gruñido, y velozmente llegaron a su destino.

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Su mirada estaba perdida entre las montañas y glaciares congelados. Realmente nunca había entendido la necesidad de Santa y algunos otros espíritus de dormir, es decir, no era necesario. Eran espíritus, que necesidad había. Así pues, al igual que todas las noches, se mantenía despierto con la luz encendida y la ventana abierta. Su mente trabajaba a gran velocidad procesando lo sucedido en ese día, no importaba en que se concentrara, siempre terminaba pensando en el vikingo. Su cuerpo, su nariz, sus labios, sus ojos. Todo, absolutamente todo terminaba en Hiccup, aunque el mismo Guardián de la Diversión se negará a creerlo. Y como por arte de magia, el dueño de sus pensamientos se acercaba a gran velocidad en su furia nocturna. Reaccionó rápidamente a cerrar la ventana pero antes de que se diera cuenta, el mayor ya había entrado, bajado del dragón y ahora, le miraba fijamente.

¿Qué haces tú aquí? -cuestionó sorprendido. Lo revisó de arriba a abajo dándose cuenta de si desnudez superior. Instantáneamente sus mejillas se tiñeron de rojo y sus piernas temblaron -"Maldición" -pensó.

- Nada -respondió simple y casual pero sin despegar la vista del menor -Deberías de estar dormido.

-No tengo sueño.

-Entonces conversemos ¿Te parece? -Jack negó con la cabeza -¿Sabes? Aún no respondes mi pregunta -nuevamente, el albino le miró consternado -¿Te gusta? -Hiccup se acerca a Jack, acorralándolo entre la pared y su cuerpo. Debía admitirlo, le comenzaba a gustar eso a acorralar al menor y verlo tan adorable temblando entre sus brazos -¿Te gusto?

Te amo más que a nada (Hijack)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora