-Capítulo 3-

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Procedo a seguir la travesía que tanto misterio esconde. Miro hacia atrás y acto seguido, hacia delante para ver que nada me sigue...espero que así sea.
A medida que avanzo el bosque se va haciendo más y más oscuro, a la par que frondoso. Ahora mismo la atención que presto a todo es máxima, cualquier amenaza podría salirme cara, y no he salido de la lúgubre casa de Catlyn para nada. Hasta los más míseros sonidos producidos por aquellos insectos, el golpeo del viento contra la copa de los árboles, las ranas croando, se hacen notar, hasta tal punto de que me siento rodeado por todos ellos. Cualquiera podría haberse vuelto loco aqui—quizá por eso no hay casi nadie en este bosque—. Mirar a mi alrededor es un espectáculo, sinceramente, una maravilla visual, es todo tan natural que me encanta.
—Voy a sacar una foto—me dije. La haré sin flash, ya que según tengo entendido a algunos animales les daña los ojos.
—Guau, que bonita, la guardaré. E...espera, ¿que es eso?—dije.
Un punto entre unas plantas, que podía estar a unos trescientos metros me llamó la atención. No logro distinguir qué puede ser. Es como si hubiera algo dentro de esas plantas.
—Tengo que ver qué hay, y rápido—creo que se trata de una Hiedra—una "hedera hélix"—.
La incertidumbre, y mis ganas por saber qué era me llevaron a ir hasta allí. Con unas pisadas breves sobre el camino embarrado, pero que bien disimulan el temor que tengo ahora mismo, parece que mis pasos influyen calma, seguridad...pero no es asi, estoy temblando. A medida que me voy acercando me queda más claro de qué se trata, es una persona, y al parecer estaba camuflada.
—¿Hola?—pregunté con indecisión.
—¿Quién eres y cómo me has encontrado?—me contestó con rasgos de sorpresa y miedo en su cara.
—Me llamo Roux, y la verdad, te he encontrado de casualidad, salías en una foto que acabo de hacer—respondí esbozando una sonrisa.
—Ah...yo...yo me llamo Tom.
Su respuesta me dejó helado, ¿era él? ¿El nieto de Catlyn?
—¿Asi que eres el famoso Tom? Tu abuela me habló mucho de ti.
—¿Co...conoces a mi abuela?—me dijo temblando de frío.
—Claro, ella me ofreció hogar cuando entré aquí a este bosque, y creo que tengo que contarte unas cosas recientes—a ver cómo le digo que su abuela ha sido asesinada en su propia casa por los fáridos—. Verás, tu abuela ha sido descubierta por los fáridos y...bueno...
—Sé por donde vas—me dijo muy receptivo.
—Vengo huyendo de su casa, con un fárido asesinado a mis espaldas. Y por eso estoy aquí—concluí.
—Mi abuela no era mala persona, ni mucho menos, sólo se metió sin quererlo donde no le llamaban, y por causas del azar y de la mala suerte de mi abuelo.
—Siento decirtelo así, pero Catlyn degolló a tu abuelo una vez este murió hace ya un tiempo.
—Ya, lo sé, lo que ellos no sabían es que me encontraba escondido en el desván gran parte del tiempo y por desgracia lo vi desde una pequeña rendija—dijo muy apenado.
—En fin, Tom, vámonos de aquí, estás entre unas plantas tóxicas, ¿lo sabes también?—dije riéndome.
Se sacude la ropa rápidamente muy preocupado por lo que le acabo de decir, aunque en verdad no sabía si así era.

—Tom, llevamos ya tres horas dando vueltas, ¿puedes decidirte ya donde elegimos pasar la noche?—dije parándome para coger aire.
—Joder Roux, que quejica eres si llevamos cinco minutos. Venga anda, paramos aquí.
Me señaló el lugar, era un amplio y acogedor estanque, lo cual nos asegura una fuente permanente de agua, un punto a favor. Hacia un lado, hay una pequeña grieta detrás de unos helechos donde nos podemos apostar esta noche al menos.
—Espera, ¿qué es eso?—me preguntó casi tartamudeando.
—Agáchate para no levantar sospecha y metámonos detrás de los helechos, luego te cuento, ¡corre!—le exigí mientras le señalaba la cueva de detrás de los helechos.
Cuando se metió allí me apresuro a ir hacia la Cueva de los Helechos—como la bautizamos—me asomo para observar si de verdad eran los fáridos y por ende, me habían seguido tras la huida de la casa de Catlyn. En efecto, eran ellos y estaban merodeando por nuestra zona.
—Verás, Tom, de esto era de lo que huia desde la casa de tu abuela y según parece me han estado persiguiendo—le dije.
—Entiendo, pero tendremos que hacer algo al respecto porque parece que van a hacer guardia en el estanque—comentó Tom.
—Bien visto, Tom, tracemos un plan para librarnos de ellos—dije mientras me acercaba a la salida de la Cueva de los Helechos, para observar qué estaban haciendo.
Ahí están, en un grupito alrededor de un débil fuego. Al parecer pasándolo bien. Así las cosas, poco a poco me voy acercando a la salida de la cueva, tal y como habíamos planeado, cuando, de repente, suena el chasquido de una rama. Sí, es Tom, se habia asomado demasiado a dónde estaban reunidos los fáridos, la "mala suerte" le ha hecho pisar una rama, y, obviamente, ese chasquido no pasa desapercibido.
Los fáridos, que se hallaban haciendo una hoguera, se dieron cuenta del imperdonable fallo y rápidamente se pusieron en guardia, en sinónimo de que se avecina una batalla a priori imposible de ganar por número.
—¡Roux, corre!—chilló señalandome un camino poco abrupto.
Asi lo hago, nos cubrimos mutuamente la espalda durante un breve tiempo, hasta que ya no noto su musculosa espalda tras mi mochila, lo cuál me hace darme la vuelta instantáneamente para ver qué sucede. Sí, lo que me temía, se había quedado rezagado enfrentándose a un fárido. Le señalo una gran roca dejando entrever que le esperaría allí. Sin dejar de mirar hacia donde está Tom con su tridente, me dirijo a la roca a esperarle. Desde mi posición se ve perfectamente—aunque aún algo lejos—cómo Tom arranca la cabeza con su tridente al fárido. Tras ello lanza su cabeza hacia el estanque, pero en realidad se le queda a medio camino—a ver si ahora no es tan fuerte ja ja ja—. Como parece que se acerca me levanto de mi sitio de 'descanso momentáneo', aunque, mi pie se hunde un poco sobre el suelo, es como si al levantarme hubiera notado un ruido metálico.
-—No puede ser...¿he pisado una mina?—dije con desesperación. Eso siempre y cuando mi consciencia no me halla traicionado, pero sonaba como en aquellas películas que tanto me gustaban. Acto seguido grito de impotencia, lo que alarma a Tom que parece venir corriendo a ver lo que ocurre.
—¿Qué pasa joven biólogo?—dijo Tom con tono de mofa.
—Tio, Tom, no estoy para bromas, joder. Acabo de pisar una maldita mina—le recriminé.
—No te preocupes, deja que te haga un truco—me sonrió, aunque su sonrisa me provoca calma y seguridad, asi que le hago caso, no me queda otra opción.
Mueve las manos como si estuviera pinchando en una discoteca, pero con movimientos más arrítmicos aún y coordinados entre medias, creo que para quedarse conmigo pero era gracioso.
—P...pero...¿qué es esto?—tartamudeaba mientras la intriga se apoderaba de mi persona, y de mi voz.
—Et voilà—hizo una reverencia al aire, porque no tenía ningún público.
Ahora mismo me encuentro de nuevo en la roca, pero ahora piso correctamente.
¿Es acaso una especie de brujo o algo? Me ha dejado muy impactado, tengo curiosidad de preguntarle por eso.
—¿Cómo has hecho eso?—pregunté intrigado.
—Magia, amigo mio—dijo riéndose como uno de aquellos magos que dan espectáculos en los hoteles.
—Venga, va, ahora en serio, no me vaciles, eh—le exigí.
—Verás, es un don con el que he convivido desde que nací, a los cuatro años me di cuenta de que podía retroceder un breve periodo de tiempo. La verdad es que llevaba un largo tiempo sin hacer el "truco".
—Pero eso es genial, Tom, es que me acabas de hacer volver a la vida casi—le dije con una sonrisa mientras le daba un puñetazo en el hombro.
—¿Casi? Lo he hecho de verdad Roux ja ja ja—dijo con aires de grandeza.

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