¿Y qué mejor manera de dialogar que a cambio de un balazo en la nuca? Por ende, tendremos que secuestrarlo al señor Patterson, aunque no nos es difícil encontrarle, está forzando la cerradura de la puerta exterior por la que entramos nosotros.—Bueno, háblanos un poco de ti, chica misteriosa—le pregunté interesado con tono jocoso.
—Mi nombre es Donnie, y...bueno...no tengo familia ni amigos, así que no tengo mucho que contar—dijo intentando esbozar una sonrisa complaciente. Tiene una sonrisa que enamoraria a cualquier mortal, y unas escasas pecas en los pómulos que la hacen sentir una niña, pero no parece mayor que yo, sino de mi edad más o menos.
—Cuando nací, mis padres me abandonaron en este bosque, y aquí me he quedado—dijo riéndose.
—Uf, que historia tan típica de película de superación, ¿no?—contestó Tom muy airado.
—Si, bueno ja ja ja—asintió Donnie. Hay una cosa que no os he contado, entre la gente del caserío era reconocida por Miss Sigilo, por mi precaución al tomar mis pasos y obviamente porque pasaba desapercibida. Y...
—¿Y? ¿Qué más?—preguntó Tom intrigado.
—Bueno...nada, da igual, me tomareis por loca—dijo mirando al cielo.
—Venga Donnie, estamos deseando escucharte—dije.
—Veréis...no es muy usual pero...esperad, viene alguien.
Cogemos el tridente y la katana, mientras Donnie nos señala de dónde venia "alguien". Al parecer sólo era un ciervo asi que le dejamos marchar—me gusta la biología, seria paradójico que no lo hiciéramos asi, ¿no?—aún así, es curioso el oído que debe tener...
—¿Como te has enterado de que venía algo?—dijo Tom asombrado.
—Tengo un oído y visión felinos que me permiten darme cuenta de esas cosas.
—Interesante, puedes sernos de utilidad—concluí.Tras una tarde llena de risas, intercambios de miradas, y vigilancia al señor Patterson, aquel casero que sabemos que nos debe estar escondiendo más información, así pues, nos ponemos en marcha a interrogarle.
—Vamos tras esos setos, ven—le señalé como un azafato de vuelos.
—Venga, confiesa, ¿hay algo que no nos hayas contado? ¿Por qué lo del sótano?
Su respuesta fue provocadora, una simple risa que acabó en carcajada, simplemente para hacerme rabiar, supongo.
—Me llevaré el secreto a la tumba—dijo mirándome desafiante, y acto seguido me lanzó un escupitajo.
—Cierto, también parece que te vas a llevar un recuerdo de mi parte al infierno—dije mientras le propinaba tres puñetazos en el pómulo y nariz.
—Eres escoria, por mas que lo intentes, mis labios están sellados—dijo.
—¿Ah si?—le tiré al suelo para amedrentarlo, pero resultó poco efectivo.
—Si de verdad te valoras lo suficiente acabarás diciéndomelo tarde o temprano—advertí pegándole una patada en el costado.
—Te va a ser inútil, amigo mío—dijo jadeante, mientras por su boca empezaba a escupir sangre.
Se me ocurre una idea, pero para ello tengo que asegurarme de que no se mueva de ahí, asi que, me conformaré con partirle las piernas.
Sus gritos de dolor incondicional son directamente proporcionales a mi necesidad por saber sobre lo que pasaba en ese caserío.
Avanzo unos pocos metros hasta donde nos apostamos hace unas horas, aunque he venido hasta aquí para sencillamente coger la katana y cortarle los pies.
Sigo el mismo camino para volver, silbando una canción de The Beatles al son de mis andares. Mi cara de asombro, miedo y preocupación es más que patente. Ya no está ahí, ¿cómo es posible?
—¡Donnie! Ven ahora mismo, ¡CORRE!—exclamé con una angustia más que patente.
—¿Pero qué ha pasado aquí?—dijo Donnie
—¿No puedes ver a dónde se ha podido ir, o quizá, dónde se haya escondido, Don?
—Lo intentaré, pero...no te aseguro nada Roux.
—Adelante, confiamos en ti plenamente.
Sinceramente no hizo falta esperar demasiado, fue tan rápido como uno de esos bólidos de Fórmula 1 que tanto le gustaban a mi hermana Trixie.
—Roux...malas noticias, Patterson se ha esfumado del mapa. Es como si hubiera desparecido de repente sin dejar apenas rastro.
—No puede ser, es imposible. ¡MIERDAAA!—chillé con rabia y tirándome de los pelos.
—Tranquilízate, estamos los tres juntos y vamos a encontrarle, te lo prometo—dijo con su endiablada voz angelical.
—Bueno, ahora sólo tu y yo...—le dejé caer mientras intentaba acercarme a su boca, que era lo que más deseaba en ese momento y lo primero en que me fijé de ella.
—¿Estás seguro?—me paró las intenciones con su índice sobre mis comisuras de la boca, lo cual me encantó, para que os voy a mentir.
—Más seguro no habia estado antes en mi vida—dije con la emoción de un crío abriendo sus juguetes en Navidad.
Ahora si, me acerqué a ella, a su rostro, a sus ojos, de un color tan verde como la esmeralda aunque la distancia hasta su boca se me hizo eterna. La miré, como a nadie antes habia mirado, y descubrí ser un náufrago bañándome en el mar de su mirada, de sus preciosos ojos color esmeralda. En sus labios notaba un encantador sabor a fresa y su mirada me hacía derretirme, aunque me sacó una sonrisa de esas tontas que nos entran a veces sin saber el por qué, ¿posiblemente porque me estoy enamorando de ella? No lo sé, igual sí.
Mis manos recorren su rizado pelo rubio, jugando mis dedos con sus enredos mientras ella hizo juntar nuestras cabezas soltando un dulce y esperado "te quiero", lo cuál contesté con una de mis mayores sonrisas.
Su boca recorre mi cuello, lento, sin prisa...mi hombro. Cierro los ojos, solo me guío por ella, sus labios y su lengua. Mis manos recorren su espalda suavemente, a través de su camisa blanca, ella me contesta colocando las suyas en mis bolsillos traseros del pantalón, lo cual hace que nuestras miradas se vuelvan a cruzar y nuestros labios encontrarse...
—Prepárate—dijo intentando contener la risa, esa risa que me hipnotiza, y apuesto mi cabeza a que no sería el único.
—¿Prepararme para qué?—fue antes de acabar la frase cuando se tiró a mis brazos.
Tal era la fuerza que llevó el salto o que no me lo esperaba que acabamos los dos en el suelo, tirados...pero me da igual.
—Te has pasado Donnie—dije vacilante.
—¡Oye! No es mi culpa—dijo poniendo pucheros.
Rápidamente se voltea y soy yo el que acaba tumbado ahora en el suelo. Comienza a acariciarme la cara, bajando hasta la barba y cuello, no sin pasar sus manos sobre mi camiseta— bueno, no se si es camiseta o no tras la rapidez con la que me la quitó—y por mi torso ahora visible. Llega a las rodillas dónde ella se encontraba sentada, y más pronto que tarde, acaba desprendiéndose de su camisa, mientras nos acercábamos mutuamente para darnos un abrazo de esos que tocan el alma y te vuelven más feliz, y que le encanta recibir a todo el mundo, y a mí el primero.Dejamos el tema aunque, sólo por un momento.
—Prometeme que no te van a matar ninguno de esos fáridos, por favor...—me susurró, ya que estaba lo suficientemente cerca ya de mi oreja izquierda.
—Te lo juro—finalicé tocándole la nariz en forma cariñosa.
—Anda, vámonos a buscar a Tom que debe estar preocupado...aunque no quisiera separarme de ella.Al poco tiempo (por desgracia) su mano y la mia se separaron al ver que Tom estaba dormido, siendo apuntado por una pistola, a manos del verdugo que recibió el balazo "sincronizado"...seguía con vida, debido a que al parecer...ni idea sinceramente.
—Donnie, cielo—dije con tono mitad sarcasmo, mitad real—¿no le has visto?...¿Donnie?
Cuando me quise dar cuenta estaba rodeando su cuello y propinandole una serie de cortes con un estilete que sacó de su escote.
—¿Qué querías?—preguntó seriamente.
—¿Cielo? ¿Cómo que cielo?—dijo Tom extrañado.
—¡Cállate Tom!—dijimos a la vez riéndonos.
—¿Desde cuándo llevas eso...ahí? (Eso, sí, en mi familia me enseñaron varias palabras tabú)—pregunté con curiosidad.
—Desde siempre, ¿no te gusta?—dijo intentando mirarme desafiante, pero no lo consiguió.
—Pues si, es bonito, igual a este verdugo no le ha gustado tanto—dijo Tom y, acto seguido, empezamos a reir todos.Y si, puede que haya sido buena decisión haberme ido de casa. Quizá, haya sido uno de los dias más movidos de mi vida, para lo bueno y lo malo...más bien para lo bueno.