Capítulo 16

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Caminábamos tomados de la mano. Su calidez y la suavidad de su piel me hacían sentir que él era mi hogar. No podía ver su rostro, sólo lograba ver sus brillantes ojos que fijaban su mirada sobre mí. Era algo tan extraño pero a la vez muy reconfortante. Lo amaba sin siquiera saber quién era.

Cuando desperté, aún podía sentir sus dedos entrelazados con los míos. Para ser un sueño, lo había sentido demasiado real. Incluso el olor a margaritas (mis flores favoritas) se sentía aún en mi habitación.

—Hija, llamada de Andrew.

—Dile que estoy durmiendo. —dije en un susurro para que mi voz no llegase hasta el micrófono del teléfono inalámbrico.

—Amm, lo siento, Andrew. Ahora está dormida.

—Entiendo. Dígale que llamé, por favor, señora Miller. —escuché desde el parlante, que sonaba muy fuerte para ser de teléfono.

—Sí, le diré. Cuídate, hasta luego.— dijo mamá mientras colgaba—. ¿Me quieres decir qué pasa?

—Nada, mamá. No te preocupes, es algo temporal.

—Bueno, está bien. Hay galletas recién horneadas sobre la mesa. Ve por ellas antes de que papá se las coma.

—Claro, gracias.

Mi vida era extraña. Un sueño repetitivo, un mejor amigo del que estaba enamorada y un papá que amaba las galletas. No me quejaba, pero el sueño era demasiado raro y no podía dejar de amar a Andrew. No estaba bien, eso sí. Tanto física como emocionalmente, estaba hecha un desastre. Con el cuello y el corazón rotos, tenía suficiente motivo para faltar una semana a la escuela. Además, no tenía ni la mínima gana de ver a Amanda cerca de Andrew. Era algo que no estaba lista para soportar.

—Hola, de nuevo. Sé que no responderás porque estás molesta. Solo te pido que mires esta situación con otros ojos. Lamento que te moleste tanto. Tú sabes que tu opinión me importa más que nada y no quiero que creas que no la tomo en cuenta. Sin embargo, dale una oportunidad. Ella es una gran chica. Te quiero, mejórate ;)
    (Recibido a las 14:52)

—Tienes derecho a amar. No dejes que lo que yo pienso de ella arruine tu amor. Les deseo lo mejor, y muchas gracias.
    (Enviado a las 18:34)

(Escribiendo...)

Hice mi mayor acto de madurez. Dolía pero tarde o temprano tenía que aceptarlo. Al parecer esto era más que por bajar unas bragas. Estaban yendo lejos y mi actitud no los detendría. Mi amor por él no era correspondido y  viviría con ello. No podía ser tan difícil.

—¿Te estás despidiendo?
    (Recibido a las 18:35)

—Será mejor que me aleje de ti. No quiero causar problemas.
    (Enviado a las 18:38)

—Vamos, Aine. Sabes que esto se puede resolver. Solo fue una pelea.
    (Recibido a las 18:40)

—No, no lo entiendes. He estado enamorada de ti desde el día en que nos presentamos. Y me he enamorado más y más con cada día que he pasado junto a ti. Lo sé, es patético. Pero uno no puede evitar que el corazón sienta. Entiende que me alejo de ti por tu bien más que por el mío. No quiero causarte problemas. Has sido muy especial para mí y te amo, querido mejor amigo. Adiós, cuidate mucho.
    (Visto a las 18:47)

No quise recibir una respuesta. Solo envié el mensaje y lo borré de mis contactos. No quería hacerle daño. No quería estropear su nuevo amor.

Sólo quería que fuera feliz, con o sin mí.

AineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora