—Solo es un disfraz.
—Siempre la llevas puesta, pensé que la tenías integrada al cuerpo —Frunció el ceño y puso un puchero por unos segundos.
—Mi trabajo consiste en llevarla, me acostumbre a ella... ¿Qué haces aquí? —Él es demasiado directo.
—No puedo dormir...y.... tengo miedo de que otra cucaracha aparezca —Cuando acabe la frase comencé a morderme el labio con nerviosismo—¿Podrías dormir contigo o tú en mi apartamento? —Me miro por unos segundos sin decir nada.
—¿Tienes más dulces? —Levante la cabeza y lo miré sin entender—Chocolate y eso—Asentí levemente con la cabeza. Él se dio la vuelta y cogió las llaves de su apartamento—Vamos—Le gustan los dulces.
Cuando entramos fui a mi cuarto por una manta y me eché en el sofá después de darle mis reservas de dulces. Él se sentó en el suelo y comenzó a comer.
A decir verdad, es muy guapo ¿Cuándo años tendrá? Se ve mayor que yo, aunque me sorprende que ande por la vida tapando esa linda cara, que desperdicio.
—Se supone que deberías intentar dormir, deja de mirarme —Salí de mi pequeño embobamiento, él me miraba sin expresión alguna. Simplemente asentí y cerré los ojos intentando dormir.
Cuando me desperté él ya no estaba, supongo que cuando vio que estaba dormida se fue a su apartamento, yo haría lo mismo.
***
Me gustaría poder decir que somos "cercanos" pero después del día que me ayudo con la asesina voladora, de los buenos días no pasamos, y en el momento en el que yo intento entablar una conversación con él, aunque sea de dos malditas frases, se va y me deja con la palabra en la boca.
Sigo pensando que él es demasiado extraño, pero de alguna manera, tengo la necesidad de acercarme a él.
Un sábado y no tengo nada interesante que hacer. Mis amigas me habían dicho que saliera con ellas, pero todas llevarían a sus flamantes novios y no soy un candelabro para estar de sujeta velas.
Como último recurso mata aburrimiento decidí preparar unas magdalenas, así ya de paso tendría algo para el desayuno del domingo.
Me acerque al horno para echarles un vistazo, ya casi estaban y olían muy bien. Cuando me levante casi me caigo de culo, cuando en la terraza vi la cabeza de conejo del vecino asomado. Me acerqué y abrí la puerta.
—¿Qué haces?
—Huele bien —Tiene un olfato súper desarrollado para los dulces.
—Sí —Fue lo único que dije y me iba a dar la vuelta e irme antes de que me hiciera lo mismo de siempre.
—¿Tienes más dulces? —Me quede quieta en el sitio y me gire para verlo—¿Estás haciendo algo dulce?
—Ah...si —De repente se metió dentro de su casa. Estaba a punto de sentarme en el sofá cuando el timbre sonó. Me acerqué y abrí la puerta—...
—¿Puedo pasar? —Me hice a un lado y entro en mi apartamento para luego sentarse en el sofá.
Me acerque al horno y saque ya las magdalenas las cuales ya estaban listas—
Huelen bien.
—¡KYA! ¿Cuándo te has levantando del sofá? —Dije con una mano en el pecho completamente asustada por su culpa.
—¿Puedo coger una? —¿Algún día contestara a las cosas de forma normal?
—Aun no, tienen que enfriar —Sin hacerme caso acerco la mano a una de ella y la cogió. A los cinco segundos comenzó a moverla de una mano a otra—
Te lo dije...
Se alejo de mí y se sentó de nuevo en el sofá, dejando antes la magdalena sobre la mesa, Se saco la cabeza de conejo; tenía el pelo completamente empapado en sudor, debía dar mucho calor.
Pude ver perfectamente la felicidad plasmada en toda su cara mientras veía la magdalena.
—¿Puedo coger otra? —Pregunto cuando ya se había comido la primera.
Simplemente asentí con la cabeza y se acercó a coger otras tres. Es muy lindo.
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Mi extraño vecino el Sr. Conejo (GD) ✓
Fanfictionmini fic PROHIBIDA SU COPIA O ADAPTACIÓN