CAP 4

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 Arreglaba la puerta del apartamento, no cierra del todo bien, algunas veces se queda abierta y es peligroso.

Terminaba de coger todo cuando un gran llavero en forma de conejo paso por delante de mis ojos.

—¡Sr. Conejo! Quiero decir, Ji —Se giro y me miro sin expresión alguna, solo pone caras cuando come dulces.

—Buenas tardes —Abrió la puerta y se metió a su apartamento.

—Aburrido~~ —Alcé un poco la voz para que me escuchara.

Termine lo que estaba haciendo y entre dentro del apartamento. De nuevo estaba asomado mirando hacia mi casa, la única diferencia es que no llevaba la cabeza de conejo—¿Otra vez? No tengo dulces.

—Me has llamado aburrido —Fruncí el ceño.

—¿Y por eso te asomas? Podías haberme ignorado —Me di la vuelta y cogí algo que estaba en el suelo. Cuando me volví a incorporar para hablar ya no estaba—¡Ash! este chico —Entre en el apartamento y casi grito cuando lo vi en mi cocina—¿Qué demonios haces en mi apartamento?

—La puerta estaba abierta —Suspiré pesado, ni siquiera la pude arreglar.

—Igualmente, no tendrías que entrar en un apartamento ajeno de esa forma ¿Qué haces aquí? —Levanto una bolsa.

—Comer dulces contigo, tengo muchos —Seriamente me pregunto que hay dentro de la cabeza de este tío.

—¿Cuántos años tienes?

—Veintiocho.

—¡¿Qué?! Pareces mucho más joven, de mi edad diría yo —Me veo yo más vieja que él, de repente me siento completamente deprimida.

No dijo nada y cogió una de las bolsas que trajo antes de sentarse en mi sofá. Cansada hice lo mismo, pero sin dulces. Me fijé que aun llevaba el gran llavero de conejo—Te gustan los conejos —Lo cogí un poco y lo toqué, suave y esponjosito.

—Supongo.

—¿Cómo que supones? Duermes hasta con un pijama de conejitos...está claro que te gustan —Me miro sin decir nada mientras llevaba un regaliz a su boca y lo mordía—Dame —Dije cuando lo vi.

Sin dejar de mirarme se llevó nuevamente el regaliz a la boca y volvió a ponerse a comer—Quiero regaliz, dame —Entrecerró los ojos y guardo la bolsa de regaliz dentro de su camiseta se suponía que venía a comer conmigo dulces—Ya no quiero —Me crucé de brazos e hice un puchero.

Vi como sonreía y sacaba de nuevo la bolsa de regalices de su camiseta, en ese momento me tiré sobre él y comenzamos a pelear por la bolsa. Cansada de solo haberle robado un regaliz, me puse de nuevo como estaba y llevé el regaliz a mi boca y comencé a comerlo. Él me miraba fijamente—¿Lo ves? —Dije mostrándole el ultimo cachito de regaliz que me quedaba—Es mío y lo voy a saborear como si no hubiera mañana —Levante la mano y lentamente empecé a acercarla a mi boca, la abrí y metí el cacho dentro.

Él se abalanzo sobre mí y simplemente pego nuestras bocas. Sentí su intrusa lengua dentro de mi boca, poco después se separó mientras masticaba.

—Es mío —Palidecí al darme cuenta de que ya no tenía el cacho de regaliz en la boca y que tampoco lo había tragado. Sentí como los colores se me subían por completo a las mejillas ¿Cómo demonios puede hacer todo eso sin siquiera cambiar la maldita expresión? Mierda, mi corazón no para.

Mi extraño vecino el Sr. Conejo (GD) ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora