Del otro lado

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Cerré la valija con delicadeza, me movía con pasos tranquilos de un lado al otro de mi cuarto juntando mis cosas, tenía que irme lo antes posible y sin hacer escándalo, al menos antes de que el shock inicial pase, y me vengan a buscar para reclamarme cosas, de las cuales, en su mayoría no sabía cómo hacerme cargo.

Y aun así, a pesar de mis preocupaciones me sentía relajada... en paz, un peso enorme que no sabía que llevaba sobre mí se había ido... bueno, si sabía que estaba oprimiéndome y que ese peso se iría cuando se supiera la verdad, pero no sabía que era tan grande y que me haría sentir tan libre cuando se fuera.

Me senté en el borde de la cama y apoyé mi mano sana sobre la rodilla, suspiré por décima vez en la última hora, en parte estaba feliz porque ya no tenía que mentir más, pero me dolía terriblemente el recuerdo de las caras de mis amigos... los que eran mis amigos, porque con lo traicionados que se sentían dudo que quieran hablarme de nuevo.

Pero por sobre todas las cosas, la mirada vacía de Steve era la que más me lastimaba, él solo no tenía nada en sus ojos hacia mí, ni odio, ni enojo, ni tristeza, solo vacío.

La puerta sonó quizá tres o cuatro veces, pero fue el último golpe el que me hizo reaccionar, cerré mis ojos con fuerza y respiré varias veces para calmarme, el shock inicial había pasado más rápido de lo que esperaba, y debía de enfrentarme a lo que venía.

Abrí la puerta con una lentitud casi sobrehumana rogando que detrás de ella no haya nada, y que los golpes hayan sido solo producto de mi imaginación, no obstante mis plegarias no fueron escuchadas, y quién me buscaba era la última persona que esperaba ver.

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-¿Puedo pasar?- su tono era sereno y mucho más medido de lo que suponía que sería

-Sí, pasá...- me corrí a un costado y una vez que se encontraba dentro de mi cuarto cerré la puerta

-Ya empacaste todo- afirmó a mi espalda, y por más que seguía viendo la puerta me sentí obligada a asentir.

-Me voy a ir en unas dos horas supongo, bueno, eso hablé con papá esta mañana... no te preocupes, hoy a la noche ya no voy a estar acá- lo último lo susurré mientras me volteaba a enfrentarlo –Steve, en serio, yo- comencé a disculparme sin embargo fui interrumpida

-No quiero que te vayas- parpadeé varias veces

-No voy a quedarme para que me torturen, la culpa ya lo está haciendo- dije con seguridad

-Realmente no quiero que te vayas-

-Me odias.- aseguré

-______ no asumas cosas que no son ciertas- sonrió levemente tranquilizándome un poco, dándome la esperanza suficiente para creerle

-Vi cómo me mirabas, como si fuera una desconocida- mis palabras arrastraron la tristeza que sentía, pero eran un fiel reflejo de lo que había sucedido

-Eso es verdad- fruncí el ceño entendiendo lo que quería decir, pero sin saber por qué lo tomaba de manera tan natural –No sabía quién eras... bueno sí, lo sabía, pero no era tu versión completa, y ahora lo sé, sos la hija de Coulson, la mejor agente con la que he trabajado, sos buena, bondadosa y sí estás quizá un poco rota por dentro, pero no me importa una mierda, porque sos la mujer que quiero a mi lado- sonreía dulcemente haciendo que las lágrimas amenazaran con hacer aparición

 bueno sí, lo sabía, pero no era tu versión completa, y ahora lo sé,  sos la hija de Coulson, la mejor agente con la que he trabajado, sos buena, bondadosa y sí estás quizá un poco rota por dentro, pero no me importa una mierda, porque sos  la muj...

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Del otro lado (Steve Rogers y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora