Vestidos

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La desilusión en los rostros de Miguel y Ruben era digno de ver, se reflejaba la enorme decepción. Cuando supieron que no podían llevarse a todos esos angelitos porque les parecía algo imposible al sistema de Servicios Sociales, todo se quebró en ellos.

Según S.S, podían adoptar de uno a tres niños y si todo iba bien, en un futuro ellos podrían ir a casa donde pertenecen. Ruben estaba sentado afuera de las oficinas, Miguel permanecía adentro hablando con las señoras y agentes porque estudiar derechos le tenia que servir en algo. El casi rubio esperaba nervioso ante los resultados aunque algo lo saco de ese sentimiento cuando dos niñas se sentaron frente a el.

Podía distinguir a Dylan y a la pequeña Sally con una maleta cada uno. Ruben comenzó a pensar lo peor que tal vez uno de ellos seria llevado con otra familia que no le quieran o cosas como esas. Dylan alzo la mirada hacia el noruego y en su rostro una expresión de verdadera alegría le lleno, se giro a sacudir a Sally para que llevara su atención hacia al frente; algo en Sally se comenzó a llenarse de una alegría indescriptible. Por fin se irían de ese lugar.

Cuando la puerta se abrió, un Miguel y una Señora de unos 43 años se hicieron presentes. La señora traía unos papeles en sus manos mientras que Miguel una sonrisa llevaba en su rostro. Entonces aquella mujer comenzó a hablar.

-Bueno señores, ante este acto puedo decir que ustedes son legalmente los padres de Dylan y Sally, y que ellos son legalmente sus hijos. Pueden llevarlos a casa justo ahora si es lo que desean. -concluyo la fémina, entonces los dos infantes corrieron hacia los dos adultos abrazándolos.

Se despidieron de la mujer, de las monjas y de sus mejores amigos prometiéndoles que escribirán cada semana. Afuera hacia un clima perfecto, no era ni tan caluroso ni tan frio, el cielo despejado y la forma de las nubes tan esponjosas que a veces daban ganas de morderlas como si de un algodón de azúcar se tratase. Subieron al auto rumbo a la casa. A su nueva casa.

Miguel miro por el retrovisor. Sonrio mirando a sus pequeños y luego se dirigió hacia su esposo.

-Ustedes serán muy felices. -con un orgullo característico de el mismo, hizo sonreír a Ruben y a los niños se les lleno de esperanza.

Para Dylan tener una familia que le amase.

Para Sally tener la fuerza para hablar y expresarse.

Plegarias para Sally. (Secuela de El diario de Rubén)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora