El chaparrón arreciaba y el asfalto mojado se hacía cada vez más resbaladizo. La acera estaba abarrotada de peatones que llevaban coloridos paraguas e impecables abrigos. Al parecer todo mundo iba preparado para el mal clima, todos salvo alguien…
—Maldición —Se dijo por décima vez Yuriel—.Debí haber traído un paraguas.
Yuriel corría lo más rápido que podía. Se sentía agotado con cada paso que daba, pero no tenía opción; llevaba mucho tiempo de retraso, 20 minutos para ser exactos.
Se colocó bien la capucha. Era seguro que iba a llegar tarde al instituto.
Seguro.
Su cabello escurría chorros de agua y la bufanda se le pegaba al cuello de una manera incomoda. Sus converse rechinaban al contacto con el asfalto húmedo y el frio viento comenzaba a atravesarle la empapada ropa, llegándole hasta la piel.
Seguramente le iba a dar pulmonía, pero eso era algo que no le importaba en esos momentos. Había algo más importante que eso: la prueba de historia. Tenía menos de cinco minutos para llegar a la prueba.
Usualmente él no se retrasaba con sus responsabilidades, siempre era puntual en sus clases y más cuando se trataba de pruebas. La culpa de que estuviera retrasado era de su reloj, que sin previo aviso había dejado de funcionar en el día menos deseado.
Bajó la vista para visualizar mejor por donde iba pisando, tratando de evitar los sucios charcos de agua. Si iba a llegar tarde por lo menos no iba a llegar sucio.
Cuando volvió a subir la vista se dio cuenta de que algo se aproximaba a él o mejor dicho él se aproximaba a algo. Reaccionó y trató de detenerse pero la orden que le había enviado a su cerebro no llego lo suficientemente rápido como para obedecerle a tiempo, y con un golpe sordo terminó chocando violentamente contra alguien.
Se vio derribado mientras se golpeaba ruidosamente contra el suelo. Sintió que algo caliente le escurría por la mano, y por el olor inmediatamente dedujo que era café.
— ¡Bastardo! —La persona sonaba furiosa—. ¿Qué no puedes andar como persona civilizada por las calles?
—Auch… —Musitó Yuriel. Le dolía el trasero, las manos y el tobillo. Especialmente el tobillo.
—Maldito crío…
Yuriel se puso rígido mientras escuchaba como la otra persona lanzaba un montón de palabrotas. Se mordió el labio e intento alzar la cabeza para ver con quien había chocado. Pero se lo pensó dos veces, ¿en serio sería lo mejor dar la cara? ¿Y qué tal si la otra persona lo buscaba, para poder vengarse?
Visualizo su mochila que yacía en el suelo, justo a su lado, y tras verificar su estado la cogió poniéndose la al hombro.
No había tiempo como para ver a la persona con la que había tropezado. Yuriel se irguió rápidamente y echó a correr con velocidad.
— ¡Espera! —Soltó la otra persona—.Canijo…
Giró el rostro medio esperando ver a alguien corriendo tras él, pero no había nadie.
Después de correr por tanto tiempo bajo la torrencial lluvia, el chico finalmente llegó al instituto sintiendo una oleada de alivio. Aunque el ajetreo no había concluido aún, para sentirse completamente aliviado tenía que llegar a la clase de historia. Echó a correr de nuevo por los largos pasillos, sintiendo como su tobillo derecho emitía un mensaje de dolor que le llegaba en forma de descarga punzante hasta el cerebro. Aun así, el chico no se detuvo.
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Polos opuestos (Yaoi)
RomanceUn accidente hace que Yuriel termine viviendo con 3 chicos de personalidades completamente diferentes entre sí. Evan, un arrogante, popular y guapo chico que no cree en el amor duradero, por esa razón nunca se toma en serio sus relaciones. Kevin, u...