Capítulo 1: infancia.

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"Esta historia tambien se encuentra en amor-yaoi, soy el mismo Riolu pero decidi publicar tambien aqui nyan :3"

Existen muchas obras de arte en este mundo, muchas de ellas son difíciles de entender y al mismo tiempo son tan hermosas que pueden generar múltiples sensaciones en tu ser, uno siempre está rodeado por el arte aunque no lo note a simple vista, esta tiene tantas formas y estructuras que incluso llega a ser confuso, cada boceto, cada escultura es una obra de arte pero, ¿quién dice que el arte es algo que únicamente se encuentra encerrado en un museo? La gente crea arte a cada momento, cada gesto, cada acción, incluso una buena conversación se convierte en un arte que los que la han realizado pueden clasificarla como tal, pese a ello el arte siempre obedece una regla sin excepción y esa es que existen los motivos y la historia que nos llevó a crearlas, puede ser algo infantil, puede ser por llamar la atención, incluso por alguna cosa frívola como la fama, el dinero, el reconocimiento o el simple deseo de dejarse llevar e investigar su creatividad, muchos de ellos son factores importantes pero algunos también lo hacemos para escribir nuestro pasado, no sabemos en qué momento pero en la vida siempre ocurrirá algo que nos deje marcados para siempre, algo que de algún modo u otro deseamos expresar a alguien, ya sea a un público interesado o en uno que ignora fríamente lo que intentamos decir. Un nombre, una simple etiqueta que se nos da desde que somos pequeños pero uno que siempre colocamos en cada esfuerzo que hacemos, únicamente para poder dejar aunque sea una prueba de nuestra existencia, de que a lo menos dejamos una pequeña marca en el mundo que solo a unos pocos interesara.


Ventus.


Ese es mi nombre, aunque no siempre he sido un artista, de hecho nunca considere siquiera serlo pues ser un artista es algo difícil, es algo tortuoso en que debes esforzarte a cada día para tener la elusiva inspiración, si no eres reconocido debes estar preparado para sufrir el hambre y si trabajas en las calles solo eres un pobre diablo, pero la verdad es que todo el tiempo somos libres, decidimos hacer lo que nos gusta y no aceptamos las críticas negativas de gente que quizás está obligada a ser algo que realmente no es, pero no debería poder decir esto, no tendría el derecho pues no me considero un artista, el motivo es simple, lo único que dibujo es a una persona.


Así es, en mis manos se encuentra mi croquera llena únicamente por dibujos inspirados en una persona, momentos en que la he visto y he estado a su lado, son mis recuerdos que contienen tantas emociones de aquellos momentos que es como si las viera en una película. Así es, en estos dibujos únicamente se encuentra una pequeña historia de amor que siempre que la repaso no puedo evitar sentir tanto que al final no sé qué hacer, reír, llorar, sonreír o sonrojarme como si fuera un tórtolo enamorado, quizás la última pueda definirla más aunque tenga un corazón inseguro, pero tengo una leve esperanza, un pequeño brillo en espera de que ocurra el final y al mismo tiempo deseo que no llegue, así es, mi historia en estos dibujos está incompleta, le falta uno que es supongo yo el final, pero por el temor de saberlo no me he atrevido a tomar el lápiz y comenzarlo. Sin pretenderlo mi mirada se fue a una esquina de la habitación donde se encuentra la ventana, es invierno, es normal que comience a nevar pero al solo ver la nieve caer me da un sentimiento de soledad, no hay nadie en esta casa, fui abandonado por unos días a mi suerte y en completa soledad por los que dicen preocuparse por mí, si claro, ellos están cómodos en un hotel haciendo quien sabe qué cosa mientras que yo me encuentro tirado en mi cama, mis manos me tiemblan pero aun así abro la croquera, comienzo a ver los dibujos una y otra vez sabiendo que no tenía mejor entretención que revivir aquello, pero aun estando consciente de que me espera un torrente de emociones buenas y malas el solo ver aquel dibujo de dos pequeños peleando me hace sonreír, pues es una época a la cual deseaba regresar más que nunca.

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Es el primer dibujo y con ello empezó todo, fue algo muy divertido para mí de hacer, dos pequeños que siempre estaban peleando en todo, el de cabellos negros se llama Vanitas mientras que el rubio era yo, compitiendo en todo, desde carreras hasta llegar a intentar golpearse con espadas de madera, era una relación extraña pues nuestros padres se llevaban bien unos con otros, quizás por ello éramos obligados a pasar algo de tiempo juntos aunque nos odiáramos, el motivo era muy simple, como el agua y aceite éramos opuestos en absolutamente todo y no había punto en que nos pudiéramos entender, sin embargo debíamos fingir ser agradables ante nuestros padres para evitar problemas, fuera de ello siempre estábamos insultándonos al punto de llegar a los golpes, en más de un punto termine llorando, una táctica vil pues cuando se acercaba a mi yo lo pateaba para dejarlo en el piso con lágrimas en los ojos, recordar ello siempre me hace avergonzarme pues sé que no era justo, un mal inicio que no sé cómo pudo avanzar hasta otros niveles.

Dibujando mi historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora