Prologo

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En los tiempos antiguos, mucho antes que los ninjas existieran existió un hombre quien junto a su hermano se encargaron de salvar al mundo del juubi una criatura que solo deseaba el chackra del mundo para sí mismo , un ser que amenazaba todo y con gran esfuerzo logro sellarlo dentro de el mismo volviéndose en el primer jinchuriki de la historia, con el tiempo seria conocido y aclamado como el sabio de los seis caminos y después crearía el ninshu, un poder que permitiría a la gente entenderse sin problemas.



Mucho tiempo después el sabio tuvo dos hijos, uno que heredo sus ojos y enorme talento quien respondía por el nombre de Indra y por ser alguien de gran poder creía que la paz se lograba por medio del poder absoluto, creencia que se fortaleció por sus grandes hazañas logradas por sí mismo.



Por otro lado se hallaba el hermano menor quien por cosas del destino, suerte, etc... no había heredado el talento de su padre o hermano para el ninshu, era torpe en lo que hacía y era considerado un perdedor, la sombra de su poderoso hermano Indra, Asura era solo uno más ante los ojos de todos pero, como muchas cosas en el mundo, poseía algo que otros no veían, dueño de una voluntad inquebrantable y heredero de la capacidad física de su padre Asura con los años y la ayuda de la gente que él consideraba sus verdaderos amigos consiguió un poder equiparable e inclusive superior al de su hermano y creía que el amor y la confianza entre la gente llevaba a la verdadera paz. El padre de ambos en su lecho de muerte decidió dos cosas: Primero, separar el poder del juubi en su interior en nueve partes que con el paso de los años serian conocidos como los bijus y segundo denominar a Asura como su sucesor en los caminos del ninshu.



Esta noticia no le agrado a Indra que creía que por ser el mayor y el mas "poderoso" tenía ese derecho e incentivado por un ser que en un lejano futuro seria conocido como el Zetsu negro decidió tomar lo que era "suyo" por la fuerza. Ambos hermanos pelearon el uno contra el otro, en el fondo Asura sufría como las cosas habían cambiado entre ellos, su hermano a quien respetaba y admiraba ahora deseaba matarlo por un puesto que bien los dos podían compartir pero Indra estaba cegado por el odio, odio a su padre que lo había rechazado y odio a un hermano que según el le había robado lo que era suyo. La pelea duro varios años, los dos fortalecieron sus creencias las cuales se conocerían como la voluntad del fuego que sería seguida por Asura y la maldición del odio, la cual para tristeza de este, seria seguida por su hermano Indra que ya no mostraba vestigios del buen hombre que algina vez fue. Y como todo ser humano ambos formaron una familia pero en el caso de Asura su familia era lo que le daba las fuerzas de seguir ante toda adversidad, su amor por su familia era su motor y motivo y como se dice en la actualidad detrás de todo gran hombre hay una gran mujer apoyándolo, y este caso no era la excepción.


Era una noche tranquila en el hogar de Asura, este había regresado de una expedición de la cual había pistas del paradero de su hermano, hasta la fecha las cosas entre ambos no habían pasado de combates en los cuales ninguno había estado al borde de morir pero el presentía que el próximo combate sería diferente, seria vivir o morir. Mientras observaba el cielo nocturno una presencia atrás suyo lo obligo a voltear.



-Deberías dejar de observa el cielo de una manera más atenta que a tu propia esposa.


La mujer en frente de Asura era de esas bellezas que uno solo se ve una vez en la vida y que normalmente uno solo soñaría por tenerla como esposa. Era de una piel blanca, cabellos plateados y de un largo que llegaban hasta por debajo de la cintura, unos ojos azules que dejarían a cualquier zafiro como una roca pálida en comparación con los ojos de la mujer y poseedora de una figura que si bien no tenía nada exagerado estaba tan bien balanceada que parecía que su cuerpo había sido esculpido por las manos de un Dios.

-Perdón Haruka sabes muy bien que ver el cielo me tranquiliza.

-Bueno si lo que deseas es relajarte, yo podría ayudarte si vienes conmigo a la cama ahora.- se lo dijo con un tono tan sensual y dulce que haría que cualquier hombre se ponga nervioso y atontado de solo escucharlo y Asura no era excepción.

Amor que trasciende el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora