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La escena ahora se centra en mí tocando en un bar cualquiera muy adentrado en la ruidosa y tradicional ciudad.

Como siempre las luces me cegaban. No entiendo la obsesión de estos bares por la excesiva iluminación, destacándome como si hubiera hecho alguna perversidad, como ladrón encerrado en lugar obscuro.

Mis ojos recorrían la estancia con diligencia, barriendo con astucia a los escasos pares de ojos que estaban junto a mi en aquellos momentos, juzgando cuidadosamente cada uno de mis movimientos.

Decidí terminar mi jornada laboral con una canción escrita por mi en momentos de ocio, aún no conservaba nombre, pero le tenía un cariño muy grande. Al acabar de tocar, bajé la guitarra de mis piernas, la guardé en su indicado estuche y sonreí en dirección al público. Al instante escuché los murmullos por parte de este y pude distinguir también algunos signos de desagrado. Me encogí de hombros ante su descontento y caminé hacia la puerta que tenía rotulado "salida" a la vez que escuchaba a mis espaldas los abucheos por parte de la gentuza que tuve hace algunos segundos por público.

 Me encogí de hombros ante su descontento y caminé hacia la puerta que tenía rotulado "salida" a la vez que escuchaba a mis espaldas los abucheos por parte de la gentuza que tuve hace algunos segundos por público

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Afuera hacia un clima templado pero con una molesta brisa gélida.

Inspiré profundo para después exhalar con fuerza, ayudándome a deshacer todo el estrés de el día por el que me había tocado lidiar. Ahora tocaba esperar el taxi para darme unos merecidos mimos en mi alquilado edificio que, bueno, queda algo lejos de aquí.

Bufé ante la posibilidad de encontrar un taxi en ésta zona. Para no morir con las piernas entumecidas y debido a que, no hay ningún asiento para esperar en mi miseria decidí apoyarme en la pared, cercano a la puerta del recinto.

A los segundos después me di cuenta que no era la única presencia fuera del repugnante local.

Oh,aquella presencia.

Volteé mi cabeza hacia el costado en que ya hacía aquel enigmático chico, negándome a moverme de mi posición.

—¿También te gusta la música?—balbuceé en un vago intento de iniciar una conversación

Al centrarme más en él, pude distinguir un bulto al costado suyo. Debe de ser de algún instrumento musical, pero no logré descifrar cuál era.

—Claro— habló volteándose hacia mi con una risa enorme posada en sus labios, quizás ante lo estúpido que me veía o lo tímido que fui, creo yo.—.Mi pasión es el bajo, no sé que haría sin él.

Nos quedamos mirando unos cuantos minutos sonriendo tal enamorados hasta que él pareció despertar.

—Emm...—se rascó la nuca con la mirada hacia el piso, aparentemente este tenía pinta de ser más importante en estos momentos, levantó la mirada, enfrentándome por unos segundos para que posteriormente su mirada viajara a al estuche de mi guitarra—¿Tocas?

—  Sí, toco un poco de  guitarra y me sé defender con lo que es el canto— reí nerviosamente—además... de otros instrumentos, pero, lo mío siempre será la batería, aunque la mayoría de mis conocidos digan lo contrario— hice una mueca ante el último comentario que comenté.

Aproveché los minutos de silencio que utilizó en asimilar la información para poder distinguirlo más detenidamente. Su mirada avellana estaba pendiente del piso, evidentemente pensativa mientras que algún cabello de su revoltosa melena caía con gracia sobre su amplia frente. Su ceño fruncido cambió repentinamente a la vez que levantaba la mirada del suelo y volteaba en mi dirección.

—Esperas taxi ¿cierto?—dijo con una sonrisa socarrona en el rostro, rasgado el incómodo silencio con su aparentemente aleatoria apreciación.

—Sí ¿y eso qué?—Le devolví la mirada con los ojos entrecerrados, cauteloso y tratando de captar algo que no terminaba de entender.

—Acá no llegan, tonto.—Comenzó a dar carcajadas hasta quedarse sin aire. Paró, secándose una lágrima provocada por la risa y me miró de arriba a bajo con detenimiento.

Aquél gesto provocó que mis mejillas se tiñeran de carmesí sin ser consciente de ello. Giré la cabeza hacia el otro costado hasta que aquél inoportuno gesto se fuera.

—Eh no te enojes—Pude oír su cuerpo levantarse de su lugar y posicionarse detrás mio.—.No quise sonar grosero, vamos, no te enojes conmigo.

Permanecí callado, evitando alguna reacción por parte de mi cuerpo, incitando a que siguiera.

—Como recompensa por mi mal comportamiento déjame llevarte a tu casa, por favor.—continuó, podría apostar que estaba con una carita de cachorro apenado detrás mía.

Ya se estaba haciendo tarde ¿Qué más da? además quería conocer más a ese chico. Giré para mirarlo a los ojos y darle mi "sí" por respuesta. 

Lo único que diré es que me equivoqué sobre sus ojos, son de una maravillosa fusión de color esmeralda con el anterior color dado,  y que sus labios son más bellos vistos desde aquél punto.


Armonías para dos-PetrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora