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Toda la puta semana y sólo recibí un mensaje de disculpa.

En clases un asiento siempre vacío a la espera de que su usuario hiciera el maravilloso acto de presencia. Mas nunca pasó.

Varias veces considere ir a su casa, el único gran inconveniente era que no tenía ni las puñetera idea de dónde vivía. Alguna vez llegue a seguirlo, pero ahora sabia que esa antigua casa a varias calles de la mía habían dejado de ser su residencia. Hasta ahora había reunido el valor suficiente de preguntarle a la persona que creí que sabría en dónde vivía actualmente, saberlo me estaba costando caro. Miradas curiosas y seguramente una que otra especulación.

-¿TaeHyunggie?-

-TaeHyung, sí HoSeok. ¿Cuántas veces debo repetirte la pregunta?- mierda, con que no comience una investigación todo estará bien.

- No lo sé-

-¿Qué?-

-No sé donde vive. Sé donde trabaja su noona, pero jamás en estos largos diez años de conocerle he visitado su casa. Nunca nos permitió ir- bebió tranquilamente de su malteada y saboreo el postre frente a él.

-¿Nos permitió?-

-Había otro chico, éramos mejores amigos. Luego me mudé, se mudo él, y se puede decir que "abandonamos" a Tae- movió de un lado a otro el vaso entre sus manos algo inquieto.

-¿En dónde trabaja su noona?-

-¿Por que de repente el interés?-

-No es interés, le preste un par de mangas y no me los ha devuelto por que en la escuela me evita. Así que pienso fastidiarlo hasta que las devuelva- mejores mentiras que las mías no pueden haber.

-Sí claro, tu nunca antes me haz prestado un manga. ¿Debo sentirme celoso? ¿o preocuparme por tu estado mental? - lo mire sintiendo la imperiosa necesidad de ahorcarlo con mis propias manos.

- Mierda HoSeok, ¿tanto te cuesta decirme?-

-¿Y a ti? ¿Tanto te cuesta explicarme?- dejo el vaso sobre la mesa mirándome de una forma tan seria que me daba miedo.

Quería arrancar cada cabello de mi cabeza de una forma tan lenta para evitar golpearlo por ser tan idiota y entrometido. Por que no quería decirle ni una sola palabra de lo que en verdad me pasaba con el pequeño donsaeng del que inconscientemente caí enamorado. Recurría a mi amigo por que en los hospitales no estaba, en sus lugares favoritos no existía rastro alguno de su presencia.

- Sólo dime HoSeok, te lo contaré después. Te lo prometo.-

Un suspiro rendido salió de sus labios. Me miró a los ojos por unos segundos para después desviar la vista a la barra en donde habían dos chicas atendiendo la cafetería. Extendió la mano por sobre su cabeza, y pensé que no querría compartir conmigo aquella información. Dejé caer la cabeza sobre mis brazos cruzados encima de la mesa a la vez que resopló con frustración.

-¿Hope?- una voz femenina llamó mi atención haciendo que separara ligeramente la cabeza de mi cómoda y frustrante posición.

- Hola noona... ¿SeokJin hyung ha venido?- despegue por completo la cabeza de mis brazos al escuchar ese nombre salir de la boca de mi amigo. Fue cuando preste la suficiente atención a la mujer frente a mi, nosotros.

- Un gusto verte HoSeok ah; Jinnie no ha venido en un par de días, por lo que se de parte de su tía sigue cuidando de su hermano. Creó que el pequeño Tae enfermo. Sólo he visto venir a Jin en los turnos de la noche. ¿Iras a verlo?- la mujer sonrió con curiosidad impregnada en cada acción suya.

-Si noona, eso tenía planeado. Pero sabes que no les gusta que lleguemos así de sorpresa, y tampoco tengo su dirección.- la chica le sonrió entendiendo su situación y le pidió que la esperará hasta que su turno terminará. Treinta minutos.

- Iré contigo, tengas lo que tengas que decirle, voy a estar presente.- quise reprochar. Pero sabía que era el precio a pagar. - Por cierto, antes de que lo olvide, Zico ha pedido que te diga que este fin de semana hay una competencia, si pasas a las finales tendrás una noche por semana para presentarte. Y si ganas, podría llegar a conseguirte contrato con alguna agencia, y dos noches de presentaciones tuyas- sorbió por la pajilla lo último de su bebida para luego sacar su teléfono y teclear un mensaje a no se quién.

Estaba feliz, en estos días estaba teniendo más éxito tanto en mi carrera como en mi pasión de la vida. Hace unas semanas había escuchado rumores de la competencia, pero también sabía que entrar a una no sería fácil. Y ahora Zico, el dueño del lugar al que íbamos a presentarnos, había pedido nuestra participación. Eso debía bastarme. Y lo hacía.

Con cierto límite.

Necesitaba contarle a TaeHyung. Últimamente tenía la sensación de querer contarle sobre cada paso que daba, aún si no me respondía un solo mensaje. Era feliz sabiendo que los leía y pensaba en mi por unos eternos segundos. Pero todo esto me producía una sensación tan frustrante. Me daban la clase de latidos en el corazón que no eran lo suficientemente fuertes y continuos como para emocionarme y llenarme de vida como es que debería pasar.

Por que sé que algo andaba mal. Tremendamente mal.

Pasada la media hora, salimos del restaurante y mientras ellos se actualizaban en sus vidas, yo iba dos pasos detrás de su burbuja de recuerdos sólo poniendo atención a lo que me importaba (lo cuál era poco) y asistiendo cuando me llamaban. La mochila colgando en mi espalda estaba convirtiéndose en un peso mayúsculo. O lo fue hasta que lo vi.

Su cabello claro medio cubierto por un gorro negro, a decir verdad iba vestido completamente de negro, incluso con una mascarilla del mismo color a la altura de su mentón; distraído mirando a la gente pasar frente a él mientras en sus manos descansaban un par de hojas en blanco y un lápiz que se balanceaba al son de sus de sus dedos entre estos. Dejé de caminar y los otros dos sin notarlo siguieron el poco trayecto que faltaba para entrar a una pastelería, heladería o tienda de postres. Me quedé ahí de pie hasta que por fin mis ansiosos ojos lograron hacer contacto con los suyos. O al menos uno de ellos.

-¿Que demo...-

-¿Que pasó?- preguntó una vez me vio acercarme a él y tomar asiento a su lado mirando con incertidumbre, coraje y lástima su rostro cubierto de marcas rojas y otras violetas casi negras. -SaeGuk no fue, debes saberlo. Aunque, digamos que tampoco lo excluyó de esto.- señaló vagamente su rostro con la mano casi sintiendo asco y vergüenza de si mismo.

No podía decir ni preguntar nada. Quería hacerlo, pero no se sentía lo correcto. No lo era en ese momento.

Mire al frente justo como el hacía, la vista era el interior de la tienda de postres a la que vi entrar a HoSeok y aquella otra chica. Estaban sentados tomando un taza de la que una nube de vapor se formaba en la parte superior mientras un chico alto los atendía, parecían conocerse bien, y si no, aquel mesero se esforzaba por mantener satisfechos a sus clientes. Me resultaba familiar su complexión y memorable altura, quizás ese era el SeokJin del que todos hablaban, el tan amado y estimado SeokJin. Recargue mis manos a mis costados aún mirando al frente y suspiré con cierto nerviosismo al no saber que hacer para disipar esa abrumadora y densa nube negra de tristeza sobre la cabeza de Tae, se sentía casi imposible lograr tal hazaña.

Baje la cabeza ante la idea fugaz que había cruzado mi cabeza pero que ahora se había instalado en esta brincando por todos lados volviéndose insoportablemente tentadora. Cerré los ojos y lentamente con el valor que logré reunir, busqué su mano que, al igual que las mías, reposaban a sus costados en un plan más deprimente. La acerque lo suficiente para sentir la helada temperatura que le caracteriza, fui acercándola más hasta poder sujetarla, enlazar sus dedos con los míos y perderme en la infinidad de pensamientos y sentimientos que su frío tacto ocasionaba en mi pálida piel. Un gesto simple, demasiado simple.

52blue🐋 ‹ yt ›Donde viven las historias. Descúbrelo ahora