Capitulo 1

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Volvió a probarlo. Mierda. Ese chisme solo funcionaba cuando quería. Otra vez. Joder. Por fin. Ya funcionaba. Manteniendo el cigarro entre sus labios, acercó el mechero a este para encenderlo. Aspiró. Sintió el humo negro como entraba dentro de si. A los segundos, lo soltó. Tranquilo. Observó el cielo oscuro. Bueno, no tan oscuro. Las luces de la ciudad evitaban que lo fuera. Ni se podía ver las estrellas. Bajó su mirada mientras le daba otra calada al cigarro. La ciudad. A sus pies. Sonrió. Que ineptos todos. Incluso se atrevería a decir que era el dueño y señor de toda ella. 

Concentrado en los ruidos de la noche, un vago recuerdo golpeó su cabeza... 

"Había estado buscando durante toda la noche una víctima. Tenía demasiada sed. Había esperado mucho tiempo. 

Caminando por las calles de la ciudad, las más oscuras, veía a los indigente buscando algún lugar donde poder pasar la noche, peleándose por algo de comida, borrachos. Estaba cansado de gente así. Su sangre estaba agria. Buscaba algo más suculento. Por una vez no iba a pasar nada ¿no? 

Caminando por una de las calles más viejas, unos llantos le llamaron la atención ¿una niña lloraba? Al dar con la casa de la que provenía el llanto, la observó. Había sufrido una catástrofe. Ventanas rotas y la puerta estaba desgarrada ¿En serio que hay una niña ahí? Le bastaría. 

Sin que nadie pudiera verlo, entró dentro del lugar. Estaba realmente oscuro, pero eso no le importaba, él veía perfectamente. El llanto lo llevó hasta una habitación semi escondida. 

El olor ... Le resultaba demasiado familiar... Demasiado..." 

Su mente se nubló. Mierda. No conseguía recordar más.

Unos brazos rodearon su cintura pero no se sobresaltó para nada. Le dio una nueva calada a su cigarro.

-Vuelve a la cama, amor mío -La voz de una mujer sonaba muy cerca de su oreja, tanto que no tardó en empezar a mordisqueársela, mientras, pasaba una mano por el todo desnudo de él.

Él apenas la escuchaba, estaba demasiado centrado en intentar recordar aquel momento. Pero cuanto más lo intentaba, menos podía recordar.

-Vamos a seguir jugando.

Ya lo estaba empezando a desquiciar. Ni lo dejaba en paz.

-Vete.

-¿Perdón?

-Que te vayas.

-A mi no me puedes ech...

-¿Es que no entiendes lo que te he dicho? ¡Que te vayas de esta casa! -La interrumpió. Ya estaba cansado de ella. No había sido más que un juguete, pero como todas, se acababan "enamorando" o como se llamase eso. Él nunca se había enamorado y tampoco lo iba hacer. Eso no era más que un estorbo.

Y sin decir nada más. La chica recogió sus cosas y semi desnuda salió de la casa lo más rápido que pudo. Le daba miedo la reacción que él pudiera tener. La podía hasta matar. Pero aquello no terminaba allí. Ella no sería un juguete más. Esta vez, él acabaría a sus pies.

Por fin se había ido. Terminó su cigarro y lo dejó caer por el balcón. Donde terminase le daba igual. No había manera de recordar. ¿Cuántos años hacía de eso? Ni de eso se acordaba. Se maldecía a sí mismo por ello.

¿Qué hora sería? El sol no tardaría mucho en aparecer. Antes de que amaneciese, entró dentro de la casa, cerrando bien el balcón, cortinas incluidas, ningún rayo de sol debía entrar mientras descansaba. A la noche siguiente debía salir a cazar.

***  

Serpientes. Siempre serpientes ¿por qué serpientes? Las pesadillas eran cada vez más y siempre con serpientes de por medio. A lo mejor es que se habían enamorado de él y por eso aparecían en sus sueños. 

Seré tu sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora