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La verdad es que no me había fijado en cómo era su piso, no sabía si lo tenía recogido, si estaba bien decorado, o si tenía algo en especial. Sooyun estaba muy ocupada en deshacerse de mi camiseta mientras yo volvía a recorrer con mis manos sus desnudas piernas. Me gustaba su falda y por ahora no pensaba quitársela. Dejó al descubierto mi parte superior observándolo por un momento y dedicándome una pequeña sonrisa de lado.

—No estoy muy musculoso, lo sé —admití haciendo que soltara una pequeña carcajada ante mis palabras. Negó con la cabeza intentado restarle importancia.

—Me da igual, Namjoon, como siempre me seguirás resultando sexy tonificado o no —soltó honestamente haciéndome sentir realmente querido por una vez en mi vida. Rodeó mi cuerpo con sus delgados brazos y sentí su sonrisa en mi pecho.

Sabía que iba a quererla para siempre. Con ese bonito gesto me había demostrado que yo no era un juego y que, en verdad me quería. La apreté en mi pecho haciendo que riera. Me gustaba eso de que, aunque el ambiente siguiera caliente, hubiéramos tenido un momento tan tranquilo como este. Se separó de mí mirándome a los ojos con intensidad.

Puso sus piernas de puntillas ya que estaba más baja al retirar sus botas de tacón. Volvió a juntar sus labios hambrientos con los míos. Juraría que a medida que ella volvía a juntar sus labios, cada vez los besos eran más salvajes y violentos, quizás deseando que de una vez llegara el momento que ambos estábamos deseando. Mientras nos besábamos me guiaba por el camino hasta seguramente llegar a su habitación. Solo el beso se paró al sentir que chocábamos contra una pared. Reímos al instante y entramos en la habitación.

Casi que era como me la imaginaba; un cuarto teñido solo por el color blanco, paredes blancas, muebles blancos, sábanas blancas... Mostraba su visión pura aunque intentaba mostrarse pícara, para mí era pura en el interior, llena de sentimientos y tranquilidad. Mientras yo me fijaba en su habitación ella sacaba de la falda el polo que llevaba y lo retiraba sacándolo por sus brazos. Lo tiró a un lado de la habitación y me sentí acalorado por un momento.

Ella era mayor y se notaba. No solo por su actitud o, simplemente la ropa que vestía y lo sensual que era. Tenía un buen cuerpo, se notaba que no era de esas adolescentes obsesionadas con hacer dietas aún son terriblemente delgadas porque se ven "gordas". Ella no es que fuera gorda, Sooyun tenía un cuerpo normal y bien proporcionado; tenía una cadera bien formada, sus muslos eran algo gruesos mostrando lo saludable que se encontraba y, sobretodo, sus pechos eran más tirando a ser grandes, cosa que nunca había tenido opción de probar. Me alegraba que fuera mayor, que tuviera las ideas claras y que cuidara de su cuerpo, seguramente hacía ejercicio pero aún así comía lo que le apetecía.

—Me siento cohibida si me miras así —añadió despertándome de mis pensamientos. La miré a los ojos encontrándome con una mirada algo divertida.

—Perdón, es que, todas las chicas con las que he estado parece que no comen nada y tú, estás genial —admití provocando que sonriera con timidez. Seguramente nadie antes había apreciado eso.

—Solo me mantengo en forma, la comida es importante así que como sin pensar que engordo pero hago ejercicio —comentó informándome. Sonreí, cuanto me gustaría verla haciendo ejercicio, seguro que era una bonita y sexy imagen de ver.

—Eso está genial.

—Aunque parece que te has quedado embobada mirándome los pechos —admitió con una risa divertida. Negué con la cabeza aunque se notaba a medio kilómetro lo que mentía. ¿Cómo no iba a aprovechar mirarlos cuando eran los más grandes que había visto en mi vida?

—Yo es que... —me calló colocando uno de sus dedos sobre mis labios. Tomó mis manos colocándolas casi cerca de sus pechos sosteniendo su figura.

Elevator ↣ NamjoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora