3. Barcelona

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Pasan tres semanas hasta que vuelven a coincidir en vuelos. Y es algo que no cuestionan, a esta altura, acabar en el mismo avión por obra del destino.

Se saludan y se sientan casi al fondo, esperando que aborden otros pasajeros, charlando amenamente. Louis le cuenta sobre el vuelo a Zúrich tres días atrás, donde una señora armó un escándalo porque no podía fumar en el avión y acabó pegándole a Louis con su bolso de piel fucsia.

Harry ríe y se siente como la canción más melodiosa del mundo. Luego pasan a hablar de los lugares en los que el más joven ha estado, y la confusión que surge en un restaurant cuando Harry olvida como decir "El vaso" en español, y en su lugar dice "Imbécil" , lo que lo llevó a casi ser echado a patadas del lugar.

— ¿Cuántos idiomas hablas? — le pregunta Louis en cierto punto, los parlantes anunciando el despegue en diez minutos. Ha tenido que ponerse de pie para dejar pasar al pasajero del asiento junto a la ventana, pero eso no interrumpió su conversación con Harry ni por un momento.

— ¿Correcta y eficientemente?— él asiente —Cinco. Inglés, francés, italiano, español y japonés. El español me abandonó ese día, obviamente— Harry se alza de hombros y el más bajo ríe antes de mirarlo con algo de asombro.

— ¿Japonés? — le pregunta algo incrédulo, porque saber los demás tiene un poco más de sentido que ese último.

— Sip. Siempre me interesó aprender ese idioma.

Louis deja escapar un 'Wow' y sacude su cabeza — Sólo sé inglés y dos o tres palabras básicas de un par de idiomas, por mi empleo.

— ¿Hola, ayuda y adiós? — adivina el ojiverde.

— Hola, ayuda y baño — le corrige, y ambos están riendo cuando alguien le pide al castaño socorro, gestualizando a un aparentemente pesado bolso de mano. Louis se disculpa con una sonrisa correspondida antes de ayudar al pasajero.

***

Ya han despegado cuando Louis y Harry vuelven a entablar conversación.

— Entonces, dejando de lado el malentendido del restaurante, ¿qué tal Barcelona? — pregunta el más bajo, echándose sobre el asiento al lado de Harry, convenientemente vacío esta vez.

— Soleado — Resume—. Y cálido, pero no de forma molesta. Nada parecido a Londres.

— ¿Nada parecido? Oh por dios — dramatiza Louis—. No toman té a las cinco, ¿verdad? Esos monstruos no toman té en absoluto, ¿no?

Harry suelta una carcajada ante la expresión exagerada del ojiazul y un par de pasajeros voltean a verlos entre aturdidos y molestos. Louis ríe también, y el otro procede a sacar su cámara y mostrarle algunas de las fotos que tomó de las playas españolas.

— Ésta es mi favorita — explica, deteniéndose en una imagen del atardecer, el cielo y las nubes teñidos de rosa y violeta, un leve anaranjado rozando el calmado mar y el reflejo del sol en el agua. Se ve una ola golpear la orilla de arena revuelta y desordenada pero estéticamente perfecta.

Louis suspira con asombro.

— Es hermosa — murmura maravillado.

— Gracias— responde Harry, algo inseguro—. Podría haber sido mejor, fui a lo seguro con el ángulo y podría haber jugado con la luz.

— Harry — lo interrumpe el castaño, mirándolo con una expresión seria—. Es perfecta. En serio, se ve genial. Todas tus fotos son increíbles.

Harry se sonroja levemente.

— Solo has visto un par — murmura, y Louis se siente algo avergonzado.

— Uh... De hecho... Compré los últimos números del British Wanderer por tus fotos — confiesa fijando sus ojos en la imagen digital de la costa de Marbella, evitando el contacto visual con el rizado.

— Louis — comienza con la voz poco firme—. ¿En serio?

— Si — Asiente, maldiciendo los nervios que le afloran en el pecho vaya uno a saber por qué.

— Hey — Louis siente los dedos de Harry alrededor de su muñeca y sus ojos se encuentran antes de que pueda evitarlo—. Gracias.

El menor le sonríe con calidez, el momento parece tan íntimo e inesperado que Louis bien podría haber imaginado la suave caricia del pulgar de Harry antes de soltarlo, dejando un rastro invisible en su piel.

— Eso me recuerda — cuando Louis sale de su ensimismamiento, él sostiene dos bolsas de diferentes colores frente a él—. Elije.

Lo medita un segundo, decidiéndose por la transparente con una caja dentro.

— Ésta— señala.

Harry se la tiende y Louis la toma con cuidado. Sus ojos se abren con sorpresa cuando encuentra una taza con un escudo de Frankfurt dentro de la caja. Se gira hacia Harry, totalmente perplejo.

— Harry, estás loco. Esto es caro.

— Lo sé— dice como si nada.

Louis suspira, derrotado. Una sensación familiar se asienta en su estómago, y realmente le gustaría desvincular ese horrible sentimiento del tranquilo y sonriente rostro de Harry, o no se perdonaría a sí mismo. Así que insiste.

— Harry, apenas me conoces.

— Bueno, llevamos charlando más de 10.000 kilómetros, asique yo no diría "apenas" – le sonríe con diversión. - Eres como el primer compañero de viaje que tengo, aunque solo te cruce a veces –explica, alzándose de hombros-. Además casi nunca compro souvenirs, y siempre son para mí, mi hermana o mi madre, asique no es como si gastara miles de euros en cada viaje y fueras un peso que cargar. Quiero hacerlo, Louis.

El castaño lo observa confundido y sorprendido por sus palabras, sin poder creerlas por completo. Hay una frase en específico que le suena fuera de lugar, como algo que nunca creyó posible que le ocurriera a él. Pero Harry suena tan sincero, y está siendo tan amable con él al hacer estos gestos que Louis probablemente se lance del avión. No le da tiempo a contestar cuando ya está colocando la segunda bolsa, más pequeña, sobre su regazo.2

— ¿Qué-? — Harry lo interrumpe.

— Una de Alemania y la otra de España— Louis lo observa inexpresivo — ¿Qué? No sabía cuándo te volvería a cruzar así que traje ambos conmigo.

Él solo parpadea, lo observa, inhala, exhala, parpadea otra vez. Harry rueda los ojos y toma la bolsa, sacando un pequeño paquete de papel de regalo. Toma la mano inerte de Louis y hace que agarre el pequeño sobre.

— Ábrelo.

Louis reacciona y observa el papel estampado en su mano. Lo rompe con cuidado y frunce el ceño, sacando una pequeña cadena dorada con monedas del sobre.

—Es un brazalete de monedas— le explica Harry, y siente sus ojos sobre él a pesar de que su vista está en el accesorio que resplandece con las luces del avión. — El que las vendía dijo que son amuleto de buena suerte, sobre todo en los viajes. — Harry deja salir una breve risa —Como que me recordó a ti.

Louis está perplejo, aun observando el brazalete. Hay un corto período de tiempo donde realmente considera saltar del avión y entonces mira a Harry.

— Uh... Si no te gusta puedes decirlo, no estás obligado a nada, ya sabes-- — el rizado se interrumpe a si mismo cuando siente los brazos de Louis rodearle el cuello, devolviendo el abrazo por instinto.

Están así un par de segundos hasta que Louis se aparta. Está sonrojado y probablemente el coraje se le vaya en dos minutos, pero ahora solo mira a Harry con una sonrisa sincera.

— Gracias — dice, el brazalete firmemente sujeto en su mano.

Probablemente no lo suelte en lo que resta de viaje.

Probablemente tampoco suelte a Harry la próxima vez.


Souvenir || l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora