Jack

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Me desperté con el libro, aún, entre mis manos.
Era domingo con lo que no tenia clase.

Unos sonoros golpes en la puerta me sorprendieron.

-Ashley, vístete decente, hoy tenemos que ir a misa. Y como vuelvas a montar un numerito como la otra vez créeme que no querrás haber nacido.- dijo la bruja católica.

Esas palabras significaban que me tenia que vestir de la maneras mas punky que tuviese.

Sali ya vestida hacia el pequeño comedor de la cocina para desayunar. Pero algo se interpuso en mi camino.

-Estúpida niña, como te atreves a vestirte así para misa.

- y-yo... No tengo...- dije con un hilo de voz.

-No quiero escuchar tus escusas baratas, eres la niña mas imbécil que he visto en mi vida. No me extraña que tus padres se murieran. Vete a tu habitación.

Apreté mis puños hasta que me hice sangre con mis propias uñas. Llegue a mi habitación y cerré de un portazo. Cogí el bolso en el que tenia mi móvil y marque un numero.

-Si...- dijo una voz femenina al otro lado de la linea.

-Raquel- dije con voz temblorosa, en ese momento me di cuenta que  yo estaba llorando.- ¿Esta Kerry?

-No, esta desayunando, ¿por qué, pequeña?

-Ha vuelto...

-Espera, espera... No te referirás... Joder, sabia que llevarte allí no seria bueno para tus primeros días. Escucha, no te muevas de allí, iremos a recogerte.- después de decirme eso cuelga inmediatamente.

Yo me quedo echa una bola en la cama, reprimiendo las lagrimas, aún que resulta inútil.

En cuestión de minutos escucho como se abre la puerta bruscamente, pero las lagrimas acumuladas me impiden ver quien es.
Noto un ligero pinchazo en mi cuello y...

Despierto en una habitación acolchada. Miro las paredes. Están pintadas con tinta roja, pero al mirarme las manos comprendo que no es tinta, sollozo.

Dos guardias interrumpen mi tristeza, me colocan una camisa blanca de fuerza. Me cogen por los hombros y me llevan a rastras por los pasillos de la cárcel de mentes. Paramos frente a una puerta la cual da a una sala de paredes de hormigón con dos sillas de metal y una estrecha mesa, y en esta hay papeles escritos, subrayados con amarillo fosforito y junto a ellos hay un lápiz algo desgastado.

Los dos guardias me sientan en la silla y me quitan la camisa de fuerza blanca con salpicaduras de sangre en las mangas.

Después de dos minutos eternos esperando en aquella incomoda silla, por fin entra Kerry, que al verme se queda paralizado.

-¿Te a hecho eso tu tía?- dijo mientras yo negaba con la cabeza.-¿que esta ocurriendo Ashley?

Retiro las manos de la mesa, las miro; concentro toda mi atención en el lápiz. Este se eleva en el aire sin ayuda de algún otro objeto, después se posa en el papel garabateando algo. Miro el papel escrito y un nombre ocupa todo el papel. "Jack".

-Lleva toda la vida protegiéndome, por eso cada vez que una persona me ataca él responde por mi. Hasta ahora nadie lo sabe.

-Ashley, ¿y por que no se lo has dicho a nadie? Hubiese sido mas útil para nosotros ayudarte... Ya lo entiendo, cuando entraste aquí tenían que ir varios guardias a tu celda, por que uno solo no podía contigo. No eras tu sola.- Tiene la mirada perdida y su respiración se agita. Rápidamente se levanta y sale por la puerta.

Me quedo unos segundos en silencio.

-Has visto lo que has hecho. Lo has conseguido, me has dejado aquí encerrada de nuevo, sola.

Escucho la cerradura abrirse y la puerta se entorna un poco. Espero a que alguien entre por la puerta, pero nadie lo hace.

-De que me sirve que abras la puerta, ¿para escaparme y vivir como una fugitiva? Yo no quiero vivir así. ¿Sabes como me gustaría vivir a mi? Sin ti.- Apoyo los brazos sobre la mesa y la cabeza en el dorso de mi mano izquierda; comienzo a llorar. Sin darme cuenta me duermo profundamente.

La chica de los cuadernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora