Desperté en la habitación acolchada y una voz sonó detrás de mí.
-Tendrías que ver la cara de los internos al verte flotar por los pasillos- dijo Kerry con una sonrisa en la cara.- He hablado con Raquel y el resto del equipo y hemos decidido que te haremos pruebas para ver lo que eres capaz de hacer.
Yo asentí en silencio, evitando su mirada. Él se levanto del suelo y me ofreció una mano para levantarme también, la acepte, pero seguía sin tener ningún tipo de contacto visual con él. nos dirigimos hacia la puerta y él la abrió con la llave. Detrás de la puerta había cinco guardias esperándonos y Kerry dijo:
-Te vamos a trasladar a un centro donde están especializados en casos como el tuyo. Eso sí, Raquel y yo seguiremos siendo tus instructores. Raquel a ido a casa de tu tía a por todas tus cosas y todos tus cuadernos están ya en el centro.- Dijo Kerry mientras caminábamos por los pasillos hacia el exterior.
He de ser sincera. Echare de menos este sitio, básicamente viví aquí la mayor parte de mi vida. Aun que sea una cárcel de mentes, siempre sera mi cárcel de mentes, y no me trataban mal. Para mi todo el mundo que estaba allí dentro era la única familia, de verdad, que me quedaba.
Cuando salimos de allí, no quería ni mirar atrás. Sabia que si lo hacia me pondría a llorar (y arruinaría mi reputación de tía dura que no se encariña con nada).
Me metí en el coche e inmediatamente conecte el móvil y puse música a tope para no escuchar mis estúpidos pensamientos. En ese momento sonaba Muy Punk de La Polla Récord. No tenia ganas de pensar en Jack, ni en la bruja católica, tampoco tenia ganas de hablar con nadie. Simplemente quería escuchar música e imaginarme que era alguien normal, una persona que no salia de un manicomio en el que había estado por un trastorno de mierda y se dirigía a otro porque tenia dos personas en un mismo cuerpo. Me imaginaba que Kerry era mi hermano mayor y me llevaba a casa de una amiga a hacer cosas de persona normal, de gente de catorce años.
Recuerdo que cuando tenia ocho años me ponía a llorar porque quería ser una persona normal y Raquel siempre intentaba animarme diciendo que en mi imaginación podía ser quien quisiese ser, pero por desgracia Jack siempre estaba allí para recordarme lo contrario, para recordarme como era en realidad.
¡Mierda! estaba pensando y eso me hundía en la miseria.
Cuando llegamos a la otra cárcel de mentes me di cuenta de que me había dormido, pero lo mejor de todo es que no me acuerdo en que momento lo hice.
Me baje del coche, cogí la pequeña maleta del maletero y nos dirigimos a la gran verja de metal que cerraba el pequeño espacio que había entre los dos gruesos muros, ni la muralla de Berlín era la mitad de gruesa que esta.
Oía que Kerry me hablaba pero no le estaba escuchando, solo mantenía mi mirada fija en el infinito. Miraba las puertas de los pasillos pero no las veía. Mi cuerpo estaba allí pero mi mentes estaba perdida.
Nos paramos en seco frente a una puerta de metal y el "carcelero" que nos acompañaba saco un gran llavero con cientos de llaves; lo que mas me sorprendió es que sacara la llaves sin apenas mirarla y acertara. Tras la puerta de metal había una habitación bastante acogedora. Era como una especie de apartamento chiquitito. Había un salón cocina el cual las paredes estaban pintadas de gris excepto una pared que estaba pintada de verde lima.
**Nota de la autora: he hecho este diseño, para que sepáis mas o menos como era el apartamento**
Todos mis cuadernos ya estaban colocados en una de las estanterías de la izquierda, en la otra pondría todos mis libros.
-Bien, pues esta es tu habitación, podrás decorarla como mas te guste. Te traeremos en cuanto podamos todas tus cosas. Así que bienvenida.- dijo el "carcelero" (me daba igual como se llamase él seria el carcelero).
Kerry no entro conmigo al piso, me dijo que se iba a hablar con Raquel y los compañeros nuevos de este centro. Mientras yo buscaría cámaras, micrófonos, ect... Simplemente por si a caso, que veo normal que me observen, pero así en mis horas libres podría calcular los puntos muertos, de cada cámara... solo lo hago por si acaso... no me juzgues subconsciente.
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La chica de los cuadernos
FantasyUna chica de catorce años llamada Ashley tiene un trastorno de personalidad, el cual le impide tener vida social. Pero, ¿de verdad ella esta sola?