2. Momentos Difíciles.

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Mi cuerpo es incapaz de moverse. Ya he pasado por esto muchas más veces pero, cada vez que pasa, me da demasiado miedo.

Siempre que ocurre, parece ser peor que la anterior. Cada semana que pasa, mi padre llega más borracho a casa, no se cómo lo hace.

Oigo a mi madre levantarse de la cama y caminar por el pasillo, supongo que será para saber el estado de mi padre.
Esta vez, sí consigo moverme. No se por qué, pero creo que algo malo va a pasar.

Me levanto de la cama y salgo por la puerta de mi habitación. Justo en frente, veo a mi hermano en su cuarto, sentado en su cama, arropado con sus sábanas. Tiene miedo, se le ve en la cara. Conozco muy bien a mi hermano y se que cuando tiene miedo intenta abrazar algo con fuerza y eso mismo estaba haciendo con las sábanas.

-Quédate ahí, Carmine -le ordeno, mirándole a la cara y haciendo un gesto con la mano.

-Está bien -asiente, con su voz de niño pequeño.

Miro hacia la derecha y veo que mi madre está caminando hacia mi padre.
Me llevo un susto cuando veo que éste, está tirado en el suelo, temblando.

Me acerco hacia mi madre y la cojo por el hombro, indicándole que se eché hacia atrás y me deje ir a mi delante.

-Ten cuidado -asiente.

Arqueo las rodillas y sacudo el cuerpo de mi padre. Nada, no se mueve.

-Está K.O. -susurro.

-Eso parece -afirma mi madre.

-¿Qué hacemos?

-Eso mismo estaba pensando en preguntarte.

Desvío la mirada hacia ella, intentando obtener alguna respuesta. Se encoge de hombros.

Entonces, mi mano, que todavía estaba en su cuerpo, se empieza a tambalear. Mi padre se está levantando.

Se tambalea demasiado, está muy tocado.

-Papá, ¿estás bien? -pregunto, aunque la respuesta esté muy clara.

Se queda callado, me mira y echa un ojo a su alrededor.

-¿Dónde estoy?

-Joder, sí que está pedo -interviene mi madre.

-¿¡Qué acabas de decir, vieja!? -grita.

-Relájat... ¿Qué estás haciendo?

De repente, echa a correr hacia nosotros. Ahora es cuando me quedo de piedra.
Trota como puede, tambaleándose e intentando no perder el equilibrio sosteniéndose con las paredes del pasillo.
Pasa al lado mío y me da un codazo en el brazo, no va a por mi, va a por mi madre.

-Bob, por favor no lo hagas -suplica mi madre, asustadiza.

Lo intento agarrar de un brazo, pero lleva camisa de asillas y se me escurre la mano, debido a que su brazo está sudando.
Eleva la mano con la que se acaba de soltar de la mía y le pega un buen puñetazo a mi madre.

Se me ponen los pelos de punta.
Voy hacia él y le empujo con todas mis fuerzas hacia una de las paredes, consiguiendo así un poco de tiempo.

Intento llevar a mi madre hacia la habitación de Carmine, para que esté más segura.

Pero ahora es a mi a quien le atrapa una mano, esta vez, por el cuello.

Mi padre me separa de mi madre e imita el procedimiento que hice yo antes de estamparlo con la pared.

Me empieza a soltar golpes en el estómago.
No puedo recordar otra cosa que cuando me hacían bullying a la salida del colegio y me pegaban para quitarme el bocadillo que me quedaba del desayuno. Es horrible.

En uno de los golpes, esquivo su puño y le pego una patada en su rodilla, de esta manera haciendo que se cayese al suelo.
No quiero pegarle, pero es la única manera de que nos deje en paz. Por lo menos hasta mañana.

Levanto mi mano izquierda y le golpeo con fuerza en un punto del cuerpo que me había enseñado él a mi de pequeño para que me defendiese, aunque nunca lo llegué a usar.

La primera vez no funcionó, pero tras unos segundos le pego otro, esta vez con la derecha.

Ahora sí que funciona. La única rodilla que le queda apoyada en el suelo se le resbala y él cae desplomado al suelo.

Rápidamente me agacho para comprobar si está inconsciente, y así es, tiene los ojos en blanco.

Miro hacia atrás y veo a mi madre, con la mano tapada en la boca.

-Vamos mamá, te llevaré con Carmine antes de que este hombre se despierte y vuelva a hacer otra locura -ordeno.

Ella se queda de piedra, no es capaz de hacer ningún gesto con la cara ni tan solo un movimiento con su cuerpo.

Voy hacia ella, no sin antes echar un vistazo a mi padre para ver como se encontraba. Sigue inconsciente. Bien, que así siga.

La abrazo y le cojo las manos.

-¿Estás bien? ¿Te ha hecho mucho daño?  -pregunto.

-No... No lo se -susurra mientras se le caen gotas de lágrimas por sus ojos claros -¿Dónde has aprendido a hacer eso?

-¿Eso? ¿A qué te refieres? -me encojo de hombros.

-Esos golpes, esa ira... Nunca te había visto así.

-Es una historia un poco larga, sinceramente, no creo que ahora sea un buen momento para relatarla... -dudo.

-Quiero que me lo digas ahora -se enfada

-Está bien, si insistes... -empiezo a contar la historia -¿Te acuerdas cuando me pegaban en el colegio?

-Desgraciadamente sí.

-Bueno pues cuando tú te ibas de casa a trabajar, él me enseñaba esas cosas para que no me pegaran... Aunque nunca fui capaz de utilizarlo.

-¿Y por qué no me decías nada de eso?

-Porque él no quería que tú lo supieses.

-Que asco de hombre-. Se repugna, se dirige hacia él y hace un gesto con los brazos-En ese caso, prueba tu propia medicina, hijo de perra.

Escucho pasos en la habitación de al lado que solo pueden ser de un niño pequeño.
Mi mirada va a parar a la puerta de esta habitación.
Puedo ver como Carmine asoma la cabeza por la puerta.

-¿Qué ha pasado? ¿Y por qué papá está tirado en el suelo? -se asombra.

-Es una larga historia, Car -repito.

-¿Otra larga historia? -Vacila mi madre.

-Muy graciosa-. Le sigo el rollo -Mamá, duerme hoy con Carmine. Podría ser peligroso que este asqueroso se levante a media noche y te mate o algo así.

-¿Y tú qué harás?

-Dormiré en el suelo de la habitación de Carmine. No me fio de éste-. Digo, señalando hacia mi padre.

-Está bien-. Va hacia la habitación de Carmine -Vamos hijo, ya es tarde.

Me meto en la habitación, no sin antes volver a mirar el estado de mi padre, seguía igual que antes.

Me meto en el cuarto de mi hermano. Apago la luz y me acuesto en el suelo.

"¿Qué necesidad hay de tener este padre?" pienso.

Tras unos segundos de acostarme me duermo. Pensando en lo que podría pasar mañana, aunque seguramente, sería igual que siempre, la misma rutina.

Mi Alma Lleva Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora