3. Las Cosas Cambian.

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Abro los ojos, miro hacia mi izquierda y veo dos camas ocupadas. La más lejana por mi madre y la contigua por mi hermano pequeño.

Primero pienso en por qué y cómo he acabado aquí. Ahora es cuando me acuerdo de lo que pasó ayer.

Sin duda, una de las peores experiencias de mi vida, no se lo desearía ni a mi peor enemigo, y eso es difícil.

Recuerdo todo lo que pasó. Se me pasan muchos pensamientos por la cabeza, pero no llego a entender ninguno.

Se puede decir que lo que pasó ayer es mi día a día, sólo que ayer fue demasiado. Nunca me podría haber imaginado lo que nos está pasando ahora. Las cosas están muy mal, solo hace falta echar un vistazo a la pelea de ayer.

Pero bueno, al fin y al cabo, mi objetivo es proteger a mi madre y a Carmine. Mi padre, pues... Como que me da un poco igual, sinceramente.

Me levanto del suelo y camino hacia la puerta, intentando moverme haciendo el menor ruido posible.
Giro el pomo y arrugo un poco la cara cuando hace ese "click", indicando que ésta se abre.

Abro la puerta, salgo de la habitación y a continuación me dispongo a cerrarla. Miro hacia atrás y, como suponía, mi padre seguía tirado en el suelo borrachísimo, echándose la mayor sobada de su vida.

Suelto una pequeña risa, me avergüenza tener un padre así, bueno, ¿y a quién no?

Me acerco hacia él y le agito el cuerpo, comprobando que efectivamente seguía "durmiendo".

¿Qué hago? Podría echarle una jarra de llena de agua congelada para así despertarlo más rápido, aunque claro, no creo que le haga mucha gracia, y más en el estado que se encuentra.

De repente oigo que alguien en la habitación de Carmine se despierta y camina en dirección a la puerta. Es mi madre, la conozco y se que nadie en este planeta puede hacer tanto ruido cuando se camina descalzo.

Voy a la puerta de la habitación y ahí aprecio que el pomo se empieza a girar lentamente hasta llegar un punto que la puerta se abre poco a poco y puedo observar delante mía a mi madre.

-Buenos días -susurro, no sin antes darle un beso en la mejilla.

-Hola, hijo -responde gratamente -intenta no hacer mucho ruido, Carmine aun duerme.

-Está bien.

-Y veo que no es el único -se ríe y clava la mirada en mi padre.

-Ya ves, yo creo que aun va por mitad del sueño -vacilo -Vamos, que te preparo el desayuno -ella asiente.

Mientras vamos hacia la cocina, se me pasan muchos recuerdos por la mente, pero sobre todo dudas de cómo va a ser mi futuro, ya que lo veo muy negro. Me da miedo.

Unas palmaditas en la espalda interrumpen mis pensamientos.

-¿Ayer te hizo mucho daño? -se preocupa mi madre.

-No, pega como una niña -digo, haciéndome el duro de manera que ella no se preocupe tanto por mi.

-No seas tonto anda -contesta -lo siento por no poder hacer nada.

-Déjate de rollos, mamá. Es mejor lo que hiciste que si te hubieras metido, habríamos acabado mal los dos -resuelvo, sirviéndole la taza de leche en la mesa de la cocina.

-Puede que tengas razón.

-Oye, hoy no te voy a permitir que salgas de casa, estás demasiado débil -ordeno -si es necesario, lo haré yo.

-Ni hablar, no te dejaré salir solo tal y cómo están las cosas ahí fuera.

-¿Y qué pretendes que haga? Necesitamos alimentarnos y no nos queda prácticamente ni comida ni dinero.

Mi Alma Lleva Tu Nombre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora