❝Eres tu propia pesadilla. Tú creaste a los monstruos dentro de tu cabeza❞
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Cuando Lily Maslow se ve atrapada en un mundo de fantasía, junto con seres que dicen ser "sus pesadillas"; se verá obligada a de...
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«¿Y si regresas, esperas que el mundo se tragué la historia que todo esté tiempo estuviste intentando escapar de tus pesadillas? Lily, el mundo es diferente; no nos entiende. Nosotros los locos pertenecemos a este lugar. Estamos perdidos entre la fantasía y la realidad, divagando entre cosas que no podemos explicar». Lily suspiró al recordar las palabras de Laura resonar en su cabeza. Tenía razón, no podía contarle a la policía de lo sucedido. Nadie creería la historia que contaba una niña de cinco años.
—¿Nos vas a decir cómo es que terminaste en ese lugar? —preguntó el policía intentando ser dulce con la niña. Lily agachó la cabeza. Ese gesto fue suficiente para indicarle al hombre que la respuesta era negativa.
—Si se los contara, no me creerían —susurró por lo bajo. La vocecita casi inaudible de la niña, acompañada por el nudo creado en su garganta ocasionó que los oficiales no lograran escucharla.
«Tal vez así es mejor» pensó.
El resto de la tarde trascurrió siendo lo mismo. La niña se sentía insegura con tantas preguntas, estaba cansada. Después de un par de horas, por fin se le dejó marchar.
Los policías no habían logrado recolectar ni una pizca de información sobre la pequeña. Sus respuestas casi siempre consistían en “quizá” o “no lo sé”. Y los murmuros incomprensibles de parte de la pequeña les ocasionaban más incógnitas que respuestas. La frase “no estoy loca” dicha por la pequeña al inicio de la reunión era la única pista que habían logrado conseguir y que los llevó a la conclusión de que Lily hablaba sola.
Pero no era imaginario, no era una ilusión, no era una pesadilla. No para ella.
—Más allá de todos aquellos sueños llenos de colores; abandonados, ocultos y aprisionados, se encuentran tus pesadillas. Esperando el momento perfecto para atacar y envolverte en su miedo —dijo Lily mientras dos de los oficiales la dirigían hasta la puerta de entrada. Después de eso, sería transferida a un orfanato—. Jamás… estás… solo —culminó antes de desaparecer tras la puerta.
Silencio. Después de lo sucedido ninguno de los policías se atrevió a decir algo.
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La misma tarde en la que Lily fue transferida al orfanato, la mujer que se encargaba de cuidar de ella y los demás niños se dirigió con la directora para quejarse sobre el extraño comportamiento de “la recién llegada”. Ésta explicó que la noche anterior no había logrado conciliar el sueño a causa de los gritos y lloriqueos de parte de las niñas. Cansada de todo esto, decidió ir a la habitación de las pequeñas y averiguar por su cuenta que era lo que sucedía.
Lily no estaba. Después de preguntarle a todas las niñas de la recámara si sabían de su posible paradero, terminó por llegar a la conclusión que todas le darían la misma respuesta: “Se había marchado a dar un paseo con su amiga Laura”. La mujer también explicó que cuando preguntó la razón del llanto de las niñas, éstas respondieron que había sido culpa de Lily. Pues según ellas, esa noche todas habían tenido pesadillas, tal y como ella lo había predijo.
Lily era diferente. Lily no era común. Pero, ¿por qué? Porque a diferencia de las demás personas, Lily presenciaba un extraño comportamiento a causa de su obsesión por las pesadillas.
Las pesadillas conformaban a Lily. Y ella se sentía como una.
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Lo mismo ocurrió por los siguientes tres días. Las continuas desapariciones de Lily y las pesadillas de las demás niñas por las noches.
Las mujeres se cuestionaban sobre si debían enviarla a la escuela o no, pero terminaron por llegar a la conclusión que no era una pregunta que se pudiera responder de manera negativa.
Las citas con el psicólogo no sirvieron de nada; pues la niña se negaba a colaborar en algo. Se limitaba a quedarse callada y murmurar palabras incomprensibles al oído de la psicóloga. Lo único que sabían hasta ahora, es que era muy retraída y hablaba sola.
Entonces sucedió, después de una semana —en lo que Lily llamaba “terrible lugar”—, la niña desapareció sin dejar rastro alguno. Y el pánico acudió en la ciudad. Los carteles colgados por las calles, los comerciales en la televisión, incluso había acudido la policía para dar una investigación que terminó en un completo fracaso.
Y es que lo que pocos sabían, es que Lily había viajado a su verdadero hogar.
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—Te lo dije, Lily —exclamó una dulce voz mientras las pisadas en el lugar se intensificaban y anunciaban su llegada—. Los locos no pertenecemos afuera. La sociedad no entiende lo que es vivir en un mundo de ensueño, tener el mundo de cabeza y no estar consciente de la realidad. La sociedad jamás lo entenderá.
—No estoy loca —murmuró la niña entre sollozos.
—Lo estás, es solo que no lo quieres aceptar. Enfrenta tu realidad, vívelo —Lily se llevó las manos a los oídos para evitar seguir escuchando, pero la voz de su compañera seguía presente en sus pensamientos—. Dime, ¿qué sucedió cuando le dijiste a todas esas niñas que tendrían pesadillas?