Capítulo 7

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—Sabes qué no te puedes estar desmayando cada cinco segundos, ¿verdad? —susurró Laura dándole la espalda

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—Sabes qué no te puedes estar desmayando cada cinco segundos, ¿verdad? —susurró Laura dándole la espalda. Desde ese ángulo podía observarse que el cabello le llegaba por debajo de los codos y el hecho de que las puntas tiraban más a castaño que rubio.

Lily abrió los ojos de poco a poco y puso ambas manos en el suelo para poder apoyarse sobre ellas al levantarse. Laura estaba parada a unos cuantos metros más allá.

—Lily —soltó un pesado suspiro—, ¿alguna vez te has puesto a pensar en cómo me siento yo? —no tuvo necesidad se observarla para saber la respuesta. Era obvio, seguro Lily jamás pensaba en ella.

—No —susurró la niña por lo bajo. Se frotó los brazos con ambas manos a causa del frío.

—Todos los días te observaba jugar con las muñecas a solas —sonrió. Lily no pudo verlo a causa de que le seguía dando la espalda—... y aunque no te dieras cuenta, jugaba contigo.

»También te acompañaba en los columpios. Cuando creías que eras tú quien lo empujaba, yo estaba detrás de ti. Y en la cena, cuando en la casa sobraba una silla, allí estaba yo; esperando a que me notarás y me sonrieras de nuevo. Aplastaste mis sueños, tú ya no me recordabas.

»No te diste cuenta de todas las noches que pasé a tu lado... y decidí que tú también merecías sufrir; me di cuenta que yo también podía ser la villana. Lily, mi vida era injusta.

—Entonces decidiste convertirte en la villana para que pudiera recordarte —interrumpió la niña.

Laura soltó una carcajada. Lily frunció el ceño intentando averiguar que era lo que tanta gracia le causaba.

—No, amiga —hizo una pausa—. Si me convertía en la villana, no solo me recordarías, sino que jamás me olvidarías.

Miedo, pánico, terror… a su corta edad Lily había sido víctima de todos aquellas emociones

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Miedo, pánico, terror… a su corta edad Lily había sido víctima de todos aquellas emociones. Pero seguro que jamás se había topado con algo como lo que observó aquel día.

Los pasos de la pequeña producían un extraño sonido al hacer contacto con el vidrio en la cocina. El olor a comida podrida la obligaba a cubrirse la nariz.

Caminó hasta la sala; cruzando el pasillo y la puerta que los separaba. El sonido de la televisión encendida le daba un aspecto tétrico al lugar, además del sofá hecho pedazos y con los resortes a metros de su respectivo lugar.

Algo no estaba bien. Lily suspiró, lo sabía y tenía miedo de averiguar que era. Intentó dejar de pensar en todo eso y concentrarse en seguir caminando hasta la que solía ser su habitación.

Casi resbaló cuando el agua que emanaba del inodoro hizo contacto con las suelas de sus zapatos, pero logró mantener el equilibrio y seguir andando.

Las cortinas no la dejaban ver con claridad lo que había mas allá del colchón de su habitación, pero por las siluetas que se formaban entre la oscuridad Lily pudo deducir que los objetos de su recámara estaban tal y cómo los había dejado.

Todo parecía estar en orden hasta que un rayo de luz logró entrar a través de la cortina color carbón, revelando un cadáver empapado en sangre a un lado de la cama de Lily.

—P-papá… —para la niña era imposible emitir sonido alguno. Su mundo se estaba viniendo abajo y el miedo no lograba compararse con lo que sentía en esos instantes.

Entonces pudo verlo. Pudo ver la sangre resbalando por las paredes de su habitación, los dibujos manchados de rojo carmesí, el arma homicida sobre el suelo. Ahora las ventanas rotas, la comida podrida, la televisión encendida, el sofá destruido y el agua regándose por el suelo de la casa tenía sentido.

Lily retrocedió deseando jamás haber visto aquello, pero tropezó con uno de sus muchos juguetes que se encontraban tirados sobre el suelo. En un intento por evitar la caída, la niña logró tomar la manija de la puerta y terminó por golpearse en la cabeza con ella para después caer al suelo. Ahora todo lo veía distorsionado, nada tenía sentido.

Los pasos de una persona subiendo las escaleras seguidos por la silueta de una chica reír ante la situación de Lily. El cielo oscuro y el piso de madera bajo sus pies le hizo saber a la niña que todo había vuelto a la normalidad; o por lo menos, lo que se había vuelto normal para ella.

—Allí lo tienes —dijo una voz femenina. Lily pduo deducir que debía ser la de Laura—. Querías regresar a tu hogar y yo concedí tu deseo.

—No —Lily derramó una lágrima. Hace mucho que no lloraba; creía que si sonreía terminaría por hartar a Laura y convencerla para que la regresará a casa. Sin embargo, en esos instantes no tenía caso seguir fingiendo una sonrisa—. Mi padre no está muerto.

—Lo está —Laura sonrió. Disfrutaba cada mueca de dolor de parte de la niña. Estaba a punto de convencerla—. Cuando llegó a la conclusión que tu madre y tú estaban desparecidas y era muy probable que también muertas, se dio cuenta que no tenía caso seguir viviendo. Entonces sacó toda su furia golpeando ventanas y demás cosas para después terminar en tu habitación y finalmente suicidarse allí mismo.

Tenía sentido. Todo lo que decía Laura tenía sentido. Y eso era lo único que no quería Lily. Ya no tenía caso volver; estar en ese lugar y en su hogar se había convertido en la misma pesadilla.

—Dime, ¿esta es otra de mis pesadillas?

¿Dónde está Lily? [#PremiosWABooks]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora