Cap. 26 Control Mental

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Amy
Estaba charlando con Sam, con la que me empezaba a llevar bastante mejor, cuando un escalofrío me recorrió toda la espalda. Tengo un mal presentimiento.
–¿Ocurre algo?– me preguntó Sam.
Negué con la cabeza.
–No, solo es un mal presentimiento.
–¿Sobre May y Ed?
–Sí. Algo me dice que no están bien.
–Les hemos dado bastantes consejos, yo creo que se podrán cuidar bien.
–¿Y si les inyectan esa mierda a los dos a la vez?
–Algo se les ocurrirá. ¿Qué es lo peor que podría pasar...?– Sam se quedó congelada en mitad de la frase, lo cual solo consiguió preocuparme más.
–¿Qué?
–Esto...– dijo alargando la e.– No te asustes, ¿vale?
–Me estás asustando tú.
–Cuando te inyectan ese suero...
–Ajá.
–Tus sentimientos se invierten...
Sentí la sangre abandonar mi cerebro y bajar hasta mis pies.
–Oye.– empezó otra vez Sam.– No te alarmes, ¿estás bien? Estás muy pálida.
–O sea.– recapitulé yo.– Que me estás diciendo que quizá mi hermana y mi... Digamos novio, se lo pueden estar montando ahora mismo por culpa de ese suero.
–No, no, yo no estoy diciendo eso, eso pasaría si se odiasen...
–Otra vez has parado y te has quedado pensativa, ¿qué?
–Que... Que yo sepa, Luke no me odiaba y se enamoró de mí.
–Ajá. Así que las posibilidades son que se lo monten ahí mismo o...
–... Que se maten entre ellos.
–¡Genial! ¡Sencillamente genial! No sé cual de las opciones me gusta más.
Me pasé las manos por la frente peinándome el flequillo.
–Quizás aun estemos a tiempo de hablar con ellos...
Suspiré.
–Déjalo, Sam, hagan lo que hagan no será culpa suya.
–¿Serás capaz de mirar a ambos a la cara si vienen y te cuentan que se han besado o algo peor? ¿O si solo regresa uno habiendo matado al otro?
Cerré los ojos.
–Ambos serán perdonados por mi parte, pase lo que pase. Con la culpa que les carcomerá por dentro será suficiente.
Una pregunta entró en mi mente.
Si fuera la segunda opción.
¿Quién querría que fuera el superviviente, mi hermana o mi chico?
Eso hizo que se formaran lágrimas en mis ojos.
–Ei. Tranquila, algo haremos.– se acercó a mi y me rodeó por los hombros.– Tampoco es seguro que pase, Amy, igual ambos tienen el suficiente sentido común para parar antes de hacer algo de lo que se puedan arrepentir.
–Gracias, Sam.
–Pero si yo no he hecho nada.
–Todos habéis hecho demasiado por mí y yo me he portado como una asquerosa y como una borde con vosotros.
–Eso no es cierto. Solo fuiste borde al principio. Hasta que conociste a Edwin.
Me reí.
–Creo que tienes toda la razón. Y se lo tengo que agradecer.
–Cuando vuelva lo harás.– me puso una mano en los hombros.– Porque van a volver los dos, vivos.
–Espero que tengas razón.– dije pasándome el dorso de la mano por la cara.
–Estoy casi segura de que la tengo, ellos dos son las personas más responsables que conozco, cuidarán el uno del otro pase lo que pase.
Asentí.
–Aun así, espero que tengamos un plan b, por si las cosas se tuercen.
–Oh, sí, lo tenemos.
–¿Ah sí?
–Sí, se llama improvisar y, aunque no lo parezca, se nos da de maravilla.
–¿Qué otro remedio nos queda?
–Pues ninguno, al parecer.






May
Frío. Mucho frío y humedad. ¿Dónde estoy?
Intenté abrir lentamente los ojos, solo veo oscuridad.
¿Qué me está pasando? ¿Por qué mi cuerpo no responde?
–Sujeto: May Donington. Especialidad: Putrefacción. Sometida al suero MCS.– habló una voz metálica que parecía venir de todas partes.
Mis ojos se abrieron solos, ¿por qué soy incapaz de moverme por mi misma?
–Levántate, May.– la voz de Jolene retumbó por toda la sala.
Mi cuerpo obedeció solo.
–¿Cómo te sientes?– preguntó.
«Horrible. –pensé– Mi cuerpo no me responde».
Lejos de lo que yo quería decir, mi cuerpo sonrió.
–Mejor que nunca.– pronunció mi boca antes de que pudiera remediarlo.
Me levanté inconscientemente, en realidad, sigo sin tener ningún control sobre mi propio cuerpo.
–Comenzando prueba.– sonó una voz metálica.
Salieron varios robots en diferentes puntos de la habitación.
Mi cuerpo corrió, tan rápido que ni siquiera yo me di cuenta, de robot en robot, desintegrándolos.
Una puerta se abrió a mi espalda y mi cuerpo se giró solo, jamás me acostumbraré a esto.
Edwin apareció por la puerta, con los ojos en un gris apagado y horrendo.
Mi cuerpo sonrió.
–Hola, guapo.– creo que si pudiera pegarme lo haría ahora mismo, ¿qué narices me pasa? Con un esfuerzo sobre humano, conseguí recuperar un segundo el control de mi cuerpo, lo justo para soltar una sola palabra.– Huye...
Para mi sorpresa, Edwin puso una sonrisa digna del gato Cheshire.
–Hola, preciosa, ¿por qué debería huir?
Mi cuerpo trató de pegarle un puñetazo, que paró sin esfuerzo.
–Estás tan guapa cuando intentas asesinarme...– continuó.
¿Alguien me podría decir que narices está pasando aquí?
No controlo mi cuerpo, que parece amar y odiar a Edwin a partes iguales y parece que a él le pasa lo mismo.
¿Qué puedo hacer ahora?
Sacó una cuchilla de roca y me la colocó en el cuello, juntando también nuestras narices.
Ay dios. Esto se está poniendo feo.
Debo pensar en algo que me haga recuperar el control, lo que sea.
«When everything turns to black...»
Espera, esa canción la conozco.
¡Es nuestra canción favorita!
Black, de Kari Kimmel, que también sale en la primera temporada de la serie The Walking Dead, Amy y yo no parábamos de cantarla nada más la escuchamos.
You don't know where to go
»You need something
»To justify your soul.– conseguí recuperar el control de mi voz.
Cantaba bastante bajito, para que Jolene no se diera cuenta de que ya no me tenía en el bote.
–¿Has dicho algo, cielo?– dijo Edwin con una sonrisa petulante que jamás había visto antes en su rostro.
–Edwin Rose.– dije, lo más bajo que pude.– Escúchame, ¿de acuerdo? Tienes que resistir, sé que estás ahí dentro, aguanta un poco, tengo las pastillas en mi habitación.
–¿Qué dices?
–Se acabó la cháchara.– oímos a Jolene por el altavoz.– Quiero comprobar vuestros poderes. Luchad entre vosotros.
–Ja.– se rió Edwin.– Encantado de patearle el trasero a este bomboncito.
¿Qué diría mi yo sometida al suero? Ay, que vergüenza.
–Perdona, cielito, aquí la única persona que va a acabar con el trasero apaleado eres tú.– le guiñé un ojo, lo que solo sirvió para que su sonrisa se ensanchara.
–A luchar, entonces.
Edwin me lanzó una estalagmita de piedra, que logré esquivar por centímetros. Entonces, con mi super velocidad recién descubierta de antes, aparecí por su espalda y me dispuse a desintegrarle la camiseta, pero se construyó un caparazón a base de piedra que, por suerte, me lo impidió.
Nos tiramos un buen rato así, sin conseguir un claro ganador, ya que ambos neutralizábamos rápidamente los ataques del otro.
–¡Basta!– se oyó a Jolene otra vez.– He tenido suficiente por hoy, ya os iré proponiendo otros ejercicios por separado, viendo que un entrenamiento en conjunto no funciona...– parecía que hablaba más para ella que para nosotros.– Volved a vuestras habitaciones.
Caminando hacia mi habitación uno de los soldados me paró.
–Eh, oye, ¿conoces a Luke, Luke Collins?– hablaba casi en susurros, temiendo que alguien le oyera.
–Sí, ¿por qué?
–Toma.– me tendió una pistola.– No conviene que estés desarmada por aquí.
–Soy una bioterrorista, puedo arreglármelas.
–Te vendrá bien igualmente, créeme.
Cogí la pistola y la escondí en mi chaqueta.
–Muchas gracias.
–No las des, le debo algunos favores a Collins, es lo mínimo que puedo hacer.
Dicho esto siguió su camino.
Ya en mi habitación estaba pensando cómo darle la pastilla contra el MCS a Edwin, ya que dudo que se la tome así, por las buenas.
Picaron a mi puerta.
Bueno, habrá que intentarlo.
Abrí la puerta.
–Hola, hermo...
–No hay tiempo para piropos.– le corté, cogiéndole de la mano y tirando de él hacia dentro mientras cerraba la puerta a sus espaldas.
–Vaya, si que vas al grano.– dijo, seductor.
–Déjate de mierdas, Ed, tómate una de estas.– le tendí el bote.
–¿Por qué debería?– evitó el bote agarrándome del brazo y acercándome a él.
–¡Porque este no eres tú! Tú adoras a Amy, a mi hermana y sabes que a mi me gusta Luke y jamás de los jamases traicionarías a ninguno.
Espera, ¿acabo de reconocer en alto que me gusta Luke?
–Venga, preciosa, ninguno de los dos está aquí ahora, ¿no? Pues ya está, nunca lo sabrán.
De repente miré a la cama, vi la pistola y tuve una idea. Una que me pareció horrible, pero una solución viable.
–Está bien, tú ganas. Vuelvo en un minuto.
Aun con el bote en las manos, entré al baño y me metí una pastilla en la boca, esperemos que esto funcione.
Salí del baño con una sonrisa y cogí disimuladamente la pistola.
–¿Lista?– dijo él.
Asentí y, antes de que pudiera reaccionar junté nuestros labios y pasé la pastilla a su boca lo más rápido que pude.
Me separé de él, le tapé la boca con la mano libre y le hice un barrido, tirándolo al suelo.
Gracias Amy por obligarme a ir a clases de Karate.
Apunté con la pistola a su cabeza.
–Trágate la pastilla o te vuelo los sesos.
Él ni siquiera parecía asustado, rodó los ojos, como diciendo que vaya pronto que se había acabado la diversión y la tragó.
Segundos después se desmayó y a su cuerpo le empezaron a dar espasmos.
¿Seguro que le he dado la pastilla correcta?
Y, lo más importante, ¿Amy y Luke me perdonarán por lo que acabo de hacer?








¡Buenas tardes de martes!
Que bien sienta subir un capítulo a su hora y, encima, un poco más largo. (Además de que, por una vez, no escribo esto a las 3 am).
Bien bien bien.
Lo que tanto temía Amy que pasara ha pasado y parece que May no ha tenido tiempo de concentrarse en el descubrimiento de la muerte de sus padres.
Por cierto, ¿cómo creéis que reaccionará Luke a este inesperado beso? :O. Habrá que esperar hasta el próximo capítulo para descubrirlo ;).
Sin más dilación, mis redes sociales sigues abiertas a todo el amor y el cariño (o el odio y el asco) que les queráis dar y yo, me despido hasta el martes que viene (o hasta que me dé por subir Inspiraciones Fortuitas, ya veremos).
Sarichal

Started [#ESDMO2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora