capitulo 6:

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Después de que Mary y John se despidieran de Sherlock y pasasen por su bebé al apartamento de la Sra. Hudson; La sala de estar se quedó en completo silencio, con Sherlock como su único habitante. Se arremangó las mangas de su camiseta y las dejó justo así, con sus brazos al descubierto, como cuando estaba trabajando en uno de sus magníficos experimentos. Miró distraídamente el reloj en su muñeca: 19:14. Suspiró y, completamente resignado, bajó las escaleras y salió por la puerta con el 221b reluciendo al frente con letras doradas.

El clima era agradable, por así decirlo, aunque en realidad no era muy distinto al de otros días. El fresco aire rozó sus mejillas y suspiró una vez más. Como ya era costumbre; mágicamente un taxi dobló en la esquina, buscando un pasajero. Vaya suerte. Un simple gesto de su mano fue suficiente para que el taxista se detuviera frente a él. Entró en silencio, sin decirle aún al conductor a dónde es que quería ser llevado.

— Sólo conduzca. — Indicó, con voz neutral.

El conductor simplemente se limitó a hacer lo que debía. Por primera vez en su vida, Sherlock realmente odió que Mycroft tuviese toda la razón; estaba nervioso. Él, un hombre increíblemente inteligente, sintiendo una emoción tan burda y ridícula; ¿cómo es que todo había terminado así? Por segunda vez, las palabras de Mycroft acudieron a él de manera amarga: "No te involucres".

— Demasiado tarde. — Murmuró.

— ¿Disculpé? — Replicó el conductor, echándole una rápida mirada por el retrovisor.

Sherlock negó con la cabeza y agitó su mano. Esta vez informó al hombre de avanzada edad, el lugar al que quería ir.

OoO

Al bajar del taxi, el frío le caló hasta en los huesos, haciéndole tiritar. Definitivamente no estaba acostumbrado a andar por las calles de Londres sin usar su abrigo y la cálida bufanda que resguardaba su cuello. Se metió las manos a las bolsas del pantalón y comenzó a caminar hacia la puerta bajo las letras "Ye Olde Watling". Dentro, seguramente Janine ya le estaba esperando; bueno, no exactamente a él.

Cuando su mano se cerró en torno a la manija de la puerta, dio un último suspiro, susurrando al aire: "El juego comenzó" Y cuando la última palabra salió de sus labios, la puerta se abrió para permitirle a su sagaz mirada, poder percatarse de mil y un cosas sobre cada una de las personas en aquel lugar.

Dentro, el ambiente era acogedor para los estándares de quienes estaban ahí, pero para Sherlock no tenía nada en especial, ni siquiera un historial que incluyera un asesinato a sangre fría, una violación; ¡algo! Los que visitó con John sí que eran buenos, con un magnífico y alucinante historial, digno de ser parte de la trama para alguna película de lo más macabra.

Frente a la barra, y sobre sus altos bancos de madera, se veían a varias personas, conversando probablemente sobre cosas "importantes" que para Sherlock no eran más que banalidades irrelevantes. Ninguno de los presentes reaccionó tras su entrada. Era raro entrar a un lugar y no tener las miradas ignorantes de las personas; en esos momentos incluso extrañaba al idiota de Anderson y a la insufrible de Donovan. Bueno... quizá sólo a Anderson. ¿Es bueno tener a quien molestar por su bajo intelecto, no?

Casi al fondo del lugar, cerca de una de las ventanas y lejos de las demás personas, había asientos de cuero que contrastaban con la esmaltada madera de la mesa frente a ellos; el color rojizo y brillante del cuero lograba que el lugar luciera de lo más elegante, pero claramente el lugar sobresalía sin la ayuda de esos asientos. Uno de aquellos asientos era ocupado por Janine, quien notablemente estaba inmersa en su celular.

Sherlock se encogió de hombros y comenzó a caminar en dirección a Janine, ésta, como si de un acto reflejo se tratase, alzó la mirada y se encontró con él.

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⏰ Última actualización: Aug 22, 2016 ⏰

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