capitulo 5:

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El sordo sonido de una puerta siendo cerrada de una manera muy poco gentil, hizo que Sherlock se despertase repentinamente. Deseó que no fuese la Sra. Hudson, pues sinceramente no estaba de humor para escuchar la voz de la adorable mujer, aunque una taza de té matutina y un par de galletas no estarían nada mal.

Se revolvió entre la sábana de su cama y sin poder evitarlo, rodó cayendo al suelo. Gruñó al levantarse y recordó que la noche anterior, -al igual que muchas otras- se había acostado usando únicamente su ropa interior. Suspiró completamente exasperado y se llevó ambas manos a sus incontrolables rizos, revolviéndolos. Tomó su bata tinta de una de las sillas en la esquina de la habitación y se la puso. Arrastrando los pies, se dirigió a la puerta, la cual al ser abierta, mostró la fugaz silueta que ya era más que conocida para Sherlock.

— ¿Mary te envió de nuevo? — Preguntó, caminando lo suficiente como para llegar a la cocina y encontrarse con un John muy "ocupado".

John se volvió para mirarlo; en sus manos sostenía un biberón que parecía contener un poco de leche.

 — Buenos días, Sherlock. — Saludó con una sonrisa. — En realidad vine porque Mary insistió en que quería saber qué había pasado en la cita con Molly. — Declaró, girándose hacía la tetera que había comenzado a sonar, haciéndole saber que el agua ya había hervido.

Sherlock resopló. jaló uno de los bancos bajo la mesa y se sentó.

 — ¿Es Mary quien está interesada en saber, o tú, John? — Inquirió, alzando la ceja izquierda, aunque sabía que John no le veía.

John rio de manera extraña, volviendo a girarse en dirección a Sherlock.

— Está bien, está bien. — Declaró. Cubrió el biberón con la tapa que correspondía y lo agitó. — Ambos queremos que nos cuentes todo. — Agregó burlonamente.

Sherlock gruñó y se puso de pie, comenzando a caminar hacia la sala de estar, para dejarse caer pesadamente en su sillón favorito. John le siguió los pasos, con una sonrisa de oreja a oreja. En ese momento, a la "conversación" se unió Mary, quien cargaba a su bebé en brazos y era acompañada del siempre puntual Mycroft. Sherlock gruñó al ver a su hermano.

— ¿No podrías haberte quedado en casa, haciendo algo para adelgazar, Mycroft? — Preguntó, tratando de molestar a su hermano. — Estás más gordo. — Agregó.

Mycroft suspiró audiblemente y rodó los ojos

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Mycroft suspiró audiblemente y rodó los ojos. — Siempre es un placer visitarte, querido hermano. — Replicó, adentrándose a la sala y tomando asiento en el sillón de John.

Mary se sentó en el sofá de tres plazas, colocando a su bebé en su regazo y balbuceándole cosas que nadie de los presentes entendió. John se unió a ella y le tendió el biberón, dicha acción fue agradecida con una sonrisa.

LET'S HAVE DINNERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora