Capítulo 1: Confusiones con dolor de cabeza.

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DANIELLE

11 de enero de 2015


Según tenía planeado, iría a casa por las vacaciones.

Queen llena mi habitación, recordándome que en veinte minutos debo saltar a la ducha. Porque sí, yo soy de esas que suelen poner tres alarmas antes de la hora en que debo levantarme realmente, sólo para no llegar tarde.

Apago Don't Stop Me Now con una sonrisa y me levanto intentando no hacer el menor ruido posible, ya que no quiero despertar a mi compañera de cuarto. No puedo lidiar con su malhumor a estas horas. Simplemente es de esas personas con las que no puedes lidiar a ninguna hora, ella como que me odia y no hay ningún remedio.

Reviso mis planes más cercanos, los cuales consisten en visitar a unos amigos y a unos familiares en compañía de mis padres. Todo se ve perfecto y en orden.

Luego de darme una ducha reviso que todas mis cosas estén tal como en las listas correspondientes, para salir y no encontrarme con novedades.

Me gusta considerarme una persona organizada. Mis días día a día organizados –ya que antes no lo era y mi vida iba de caos en caos–, no quiero permitirlo otra vez, con el paso del tiempo se te hace una costumbre y el desorden se apodera de todo; relaciones, estudios, tiempo libre y más.

Llamo un taxi y me dirijo al aeropuerto, sintiéndome entre ansiosa y emocionada por ver a mis padres luego de un ajetreado semestre en la universidad y trabajos. Todavía no me he acostumbrado a vivir lejos de casa, pero el poder estudiar algo que me apasiona –tanto como lo es la fotografía– hace que valga totalmente la pena.

Le pago al chofer y le deseo un buen día. Noto que el aeropuerto tiene mayor concurrencia de la que otras veces en las que he venido, pero no se me ocurre un motivo especifico, el flujo de gente siempre varía en las grandes ciudades. Voy directo a las bandas de equipaje, para tener tiempo de comprarme mi típico café y luego sentarme. Soy alguien demasiado estructurada, a veces las personas me tachan de aburrida, pero no me dejo llevar por la opinión de otros. Ellos pueden destruirte sin necesidad de usar golpes, porque ellos sólo ven lo que quieren ver.

Frente a mí hay un grupo de muchachos, realmente guapos, que llaman mi atención. No puedo creer que esté diciendo esto, yo había terminado con ellos hace un tiempo. Niego con la cabeza y pongo mis cosas en la caja plástica que hay junto a mí.

—Artefactos pequeños, celulares y billetera aquí, por favor —me indica una señorita con voz monótona.

Asiento y paso inadvertida por aquel sensor gigante.

—Que tenga un grato vuelo, señorita.

—Gracias, que tenga un buen día —le digo amablemente mientras recojo mis cosas. Noto que tengo un mensaje pendiente de mamá, así que lo abro antes de que deba apagarlo.

«Mensaje de mamá: ¡Cuídate, hijita! Nos vemos en unas horas, te amo.»

Suspiro, no había caído en cuenta de cuánto la había extrañado hasta ahora. Siempre es así, yo estoy tan absorbida por mi loca vida que no tengo tiempo ni para llorar... Sólo tiempo para vivir y estudiar, literalmente.

De la universidad al trabajo, del trabajo al casino, de la biblioteca a mi habitación. Mi vida está dentro del campus, hasta mi trabajo está allí.

Estaba tan absorta en mi mundo que choco con algo –más bien alguien– cayendo de frente al suelo, soltando mi celular y viendo cómo vuela a los pies de un muchacho que había estado en la fila junto a mí. Él me mira, noto que toma uno de los teléfonos del suelo entre nosotros, se pone de pie y comienza a correr hacia la zona de embarque rápidamente.

WHEN WE MET [En corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora