El primer encuentro

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De una forma no muy agradable, Tony conoce a Steve, haciendo que el rubio se sienta retado por su desprecio.


Al entrar al apartamento, Pepper se encontró con un hombre de edad avanzada, de porte elegante y un marcado acento inglés. Su vestimenta impecable y su andar refinado reflejaban años de servicio y lealtad. Caminó junto a ella hasta el segundo piso, la preocupación evidente en cada uno de sus gestos.

—Señorita, lleva horas encerrado en su laboratorio —dijo Jarvis con un tono de leve angustia—. No ha querido salir hasta terminar el diseño del motor de plasma. Ni siquiera ha comido. Lleva días así... y, francamente, empieza a preocuparme.

Pepper suspiró y sacudió la cabeza con resignación.

—No te preocupes, Jarvis, yo me encargo de que salga y coma algo decente.

Se dirigió a la puerta del laboratorio e intentó abrirla, pero estaba cerrada. Jarvis se acercó, sacó sus llaves y la destrabó con una expresión resignada.

—Sé que me llamará la atención por esto...

—Es mejor eso a que termine desplomándose de cansancio, ¿no crees?

El mayordomo asintió en silencio y abrió la puerta, dejándola entrar antes de cerrarla tras ella.

El laboratorio era un completo desastre... pero, como Tony solía decir, un "desastre debidamente organizado". Avanzó con cuidado entre piezas de metal, planos esparcidos y pantallas encendidas hasta llegar a la parte posterior de la habitación. Ahí estaba él, medio dormido sobre un cúmulo de bocetos y esquemas.

Desde que había ganado la licitación con S.H.I.E.L.D. un mes atrás, su vida se había reducido a diseñar sin descanso. Tres meses para entregar un prototipo era una fecha límite imposible para cualquiera... excepto para Tony Stark. Dormir y comer eran lujos que simplemente no podía permitirse.

Con un suspiro, Pepper se acercó y le frotó suavemente el brazo.

—Tony... Tony, despierta.

El hombre gruñó ligeramente y parpadeó, desorientado. Cuando vio a Pepper a su lado, se sobresaltó.

—Ey, Peps... ¿qué haces aquí?

—Comprobando si sigues vivo —respondió ella, cruzándose de brazos—. Tony, no puedes seguir con este ritmo. Te vas a enfermar.

—Oh, vamos... estoy bien. Lo tengo todo bajo control... solo necesito terminar algunos detalles del diseño y podré empezar a montar el prototipo.

—¿Te falta mucho?

—No... solo algunas modificaciones que Hill pidió hace un par de días.

Pepper bufó con fastidio.

—¿Más? ¡Esa mujer no se cansa! Es la tercera vez este mes.

—Sí, pero entiéndela... necesitan que quede perfecto. Así que, ya sabes, tengo que seguir trabajando.

—Bueno, eso tendrá que esperar —dijo con una sonrisa traviesa.

Tony frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

—¿Olvidaste qué día es hoy?

Tony la miró sin entender.

—Me prometiste que irías a la firma de autógrafos de Steven Rogers.

Tony gruñó y echó la cabeza hacia atrás.

—Oh, vamos, Peps... no tengo tiempo para eso.

—Me lo prometiste hace más de un mes —insistió ella, mirándolo con ojos firmes—. Vamos, Tony, solo serán un par de horas... Saldrás de aquí, comerás algo decente... Y además, es para tu amiga del alma.

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